1942 - Catorce días de condena

Narrativa

Cultura03 de diciembre de 2022 Ricardo Alberto Pérez González

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“El destino” elige mi bien.

No sé qué sea ni a qué se refiera. No soy tan sabio, ni pretendo ahondar en este suplicio que recircula de manera intermitente; en si, son pausas largas que lastiman a las ganas que se rompen entre esos mismos huecos, cada que se hace viejo el tiempo.

Dormido, escucho esa frase; ¡la de siempre! y entre dientes digo:

- El tiempo escupe.

Me deja sordo y nubla mi temple. Lo apachurra. Lo destroza con hartas ganas.

No me suelo perdonar con facilidad, menos cuando me aventuro a lo imbécil.

No hay excusas hoy, nada está a mi favor.

Ahorita que contemplo el cielo; ¡Es bonito ver tanta polilla en el romance nocturno! <<Todo esto mientras bebo>>

Mientras bebo, Ellas mueren. Ellas, todas Ellas, andan aquí, andan allá a lo lejos, pero se ven, andan buscando la luz para ser vistas; incluyendo a sus verdugos que conspiran volando alto; en la oscuridad. Ellos también, siendo hermosos, coquetean entre vuelos y son presa del veneno que circunda por los aires de esta tierra estéril, vacía de emociones, silenciosa, cruel.

Son casi siempre catorce días de condena. Donde veo pasar el tiempo a discronía, donde me hago eterno, donde me hago viejo.

Pasada esa condena, llego a tierra firme, conocida. Ya nadie me conoce. Soy víctima, lo repito, del tiempo. De mi propio ser. Son siete días divagando, caminando, jugando a que vivo, que sonrío.

<<De igual manera me voy a morir>> Pienso.

Ya sea en esta tierra o en otra.

¿Qué decía del destino?

- ¡Por supuesto! El destino elige y el tiempo escupe.

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