En Durango, para que las obras no dejen ‘$obra$’, urge se hagan sin corrupción

En los sexenios de Ismael y de Herrera Caldera, la corrupción fue no sólo mayúscula, sino descarada

Local18 de diciembre de 2022 Sergio O. Delgado Soto

sobras

De mal y de malas Esteban Villegas a tres meses de haber tomado posesión de la gubernatura, lo cual en absoluto sorprende a quienes conocemos su trayectoria desde que se estrenó como político en la Federación Estudiantil Universitaria de Durango (FEUD), aunque si nos remitimos a su primera experiencia de gobierno como Alcalde del Municipio de esta capital, hay que decir que ahí tampoco la hizo, de lo cual es constancia la entrega-recepción que le practicó su sucesor en la Alcaldía, José Ramón Enríquez Herrera y de la que salió reprobado por habérsele encontrado indicios de corrupción suficientes como para proceder legalmente contra él. Si no hizo esto el Enríquez, fue porque le tembló la mano para aplicar la ley, omisión que fue oxígeno artificial para un PRI cuya credibilidad social quedó por los suelos luego de dos gubernaturas, la de Ismael Hernández Deras (IHD) y la de Jorge Herrera Caldera (JHC) en las que la corrupción fue no sólo mayúscula: de lo más descarada.  

Hoy que nos amanecemos con la nueva de que los empresarios del Estado a través de sus cámaras le dicen NO al gobierno de Esteban Villegas por querer aumentarles los impuestos y crearles otros   alegando que la economía está deprimida, vaya que tienen razón, aunque habría que preguntarles por qué hasta hoy le hablan de tú al gobierno cuando si algo ha trabado y sigue trabando el desarrollo de Durango es precisamente la corrupción de los que han tenido el poder de 1929 hasta la fecha, salvo ese garbanzo de a libra en honradez que fue como gobernador interino Ángel Rodríguez Solórzano. 

Hoy que esos empresarios se quejan de lo endeudado que dejó al gobierno Aispuro y exigen castigo y confiscación de lo robado en dinero y bienes, obvio que tienen razón, pero por qué no dijeron y exigieron lo mismo cuando Ismael Hernández Deras y Jorge Herrera Caldera sextuplicaron la deuda del Estado. ¿Será porque a los cabecillas de esas cámaras, particularmente las ligadas a la construcción, los benefició ese par metiéndolos al juego sucio de las obras públicas no necesarias, mal hechas y sobrecosteadas?

Y ya que hablamos de esas obras sobrecosteadas y mal hechas, hay una que si bien era necesaria, tuvo esos dos defectos. Me refiero a la súper carretera Durango-Mazatlán. De entrada quiero decir lo que seguramente poca gente sabe en Durango: que quien casi al término de su mandato como gobernador gestionó y consiguió la autorización del gobierno federal para hacer esa obra fue Ángel Sergio Guerrero Mier, sólo que la construcción se hizo en los sexenios de IHD y JHC, a quienes el gobierno federal les autorizó inicialmente un presupuesto de 8 mil millones de pesos. Dado que terminar la carretera se llevó los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón cuyos gobiernos, por lo mucho que subió el barril de petróleo en el mundo, tuvieron un extra en sus ingresos de 100 mil millones de dólares, peticiones de incremento del apoyo en dinero para la obra en cuestión que varias veces les hicieron IHD y JHC siempre obtuvieron el sí del gobierno federal. Total que la carretera acabó costando ¡28 mil millones de pesos!, ¡más de tres veces que el presupuesto original! 

Ahora bien, que Fox y Calderón hayan sido excesivamente generosos con esta obra deriva de que ambos panistas asumieron el poder con la idea de hacerse ricos, y por la vía más rápida, la corrupción, para lo cual les era muy funcional tener contentos a los gobernadores que eran de su mismo talante moral. Lo cierto es que a pesar de que esta obra consumió más dinero del que en realidad requería, resultó mal hecha, que es lo que in situ constató López Obrador ya como presidente de la República en una de sus primeras visitas a Durango y en la que incluso fue encarado por los ejidatarios cuyas tierras fueron afectadas por la construcción de la rúa sin recibir pago alguno, no obstante estar este desembolso lógicamente incluido en el presupuesto de la obra. Como el reclamo de estos hombres del campo era justo, al gobierno de López Obrador no le quedó otra que -válgase la expresión- pagar el pato que otros se comieron, algo que muy pero muy de pasadita abordaron los medios impresos y electrónicos locales. 

Cierro este comentario recordando lo que dijo el hoy Presidente de la República de esta obra, supuestamente la joya de la corona de los gobiernos fallidos y rapaces de IHD y JHC: “Esta carretera, por el mucho dinero que consumió y por lo mal hecha que está, lo que implica un gasto muy elevado de mantenimiento, de seguro que es la más cara del mundo”. Y tan mal hecha, agregaría yo, que no son pocos los accidentes con resultados mortales que han ocurrido desde que se inauguró. 

En Durango, para que las obras públicas no dejen “$obra$”, urge hacer nuestro lo que inauguró Lula en Brasil desde su primer mandato: el presupuesto participativo, que deja en los ciudadanos organizados en consejos la responsabilidad de decidir qué obras son real y socialmente necesarias y de asignarlas, vía concurso, a constructoras que sean, además de técnicamente muy competentes, justas en el costo de las mismas, que es precisamente lo que asoma, y esto hay que decirlo con legítimo orgullo, por obras insignia del gobierno de la 4T como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la Refinería Dos Bocas y el Tren Maya, entre otras, obras que AMLO no solamente las autoriza: las está permanentemente supervisando. Eso es gobernar para el desarrollo, señores empresarios. Lo demás es agua de borrajas.

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