Cuento / 1a. parte
Soledad en línea.com
¿Cuándo volveremos a recuperar nuestra humanidad? Porque ellas, las máquinas, pacientemente esperan para tomar nuestro lugar. Si es que ya no lo han hecho.
Cultura24 de abril de 2023 JESÚS MARÍNPor más que miras el face no puedes dejar de sentir esa sensación en tu estómago. Ese caer en un vacío donde nada existe y nadie pronuncia tu nombre. Uno no es una máquina ni un correo. Uno necesita carne a su lado. Sentir una piel y una voz real pronunciando tu nombre.
Uno no es una estadística en línea. Ni un nombre en una red social. Uno es un ser humano que necesita apapacho y necesita oler carne, besar carne, morder carne. Uno no es una fría máquina con teclado y fría pantalla. Uno aún está vivo. Cierto, en el face tienes un titipuchal de amigos y amigas. Centenares de gente que no conoces y que nunca vas a conocer pero que están en tu lista de amigos. Y sigue creciendo la lista tanto como tu soledad. Apenas un puñado sabe que existes y que no eres una foto, un apodo, una frase. Que eres algo más que un perfil y datos en una biografía.
Pocos sabes que lloraste cuando murió tu madre. Y casi nadie sabe que la sigues extrañando. Miles y miles de amigos virtuales. Abrazos virtuales, likes, que a nadie afectan. Estas solo por más amigos y amigas que te mencionen en el face, por más comentarios y likes que te dediquen, jamás podrán sustituir a un abrazo de cálido real y sudoroso. Jamás podrán ser mejores que la gente de carne y hueso que alguna vez te ha saludo de mano y que te ha mirado a los ojos cuando te hablan.
Cuántos de tus centenares de amistades virtuales estarían dispuestas a darte un abrazo o a levantarte del suelo si te encuentran tirado, borracho y babeado. Cuántas de ellas te ofrecerá un taco si tienes hambre. Y cuántas de ellas son tus amigos, más allá de likes.
Creo que ahora estamos más solos que antes. Antes de tener celulares inteligentes. Antes de pertenecer a no sé cuántas redes sociales. Cada vez más solitarios. Cada vez más lejanos del contacto físico. De abrazarte a tu mejor amigo. De abrazar a un ser de carne y hueso. De qué sirve tener un millón de seguidores si nadie de ellos moriría por ti. Si nadie de ellos llevará una flor cuando tú hayas muerto.
¿Acaso vale más un feliz cumpleaños en tu muro, que una tarjeta de cumpleaños entregada y firmada por propia mano? Desde cuándo nos convertimos en seres humanos virtuales que no somos capaces de salir a la calle. Todo lo queremos pedir por línea, el amor, hasta el sexo. Hasta un dios perfecto a nuestros rezos.
¿Has probado besar una cara en tu pantalla de computadora? ¿Sabe mejor ese beso que un beso en una boca real? Nos estamos quedando solos, nosotros y nuestros sofisticados aparatos electrónicos.
De qué sirve tener una tablet, la computadora más avanzada, el celular de la última generación, si cada vez tenemos menos amigos reales. Dónde están los chavos con que crecimos en el barrio. Que por las tardes nos íbamos a echar la pica de futbol. Y por las noches jugábamos a los cinco hoyitos. ¿Habrá algún programa que nos devuelva esa calidez?
Siete horas chateando frente a la computadora con decenas de amigos simultáneamente, viendo una foto que bien podría ser falsa, creyendo las mentiras que nos dicen y que le decimos. Estamos destruyendo la nostalgia y el placer de evocar mejores tiempos que al recordar crecen en poderío y nostalgia.
Ahora tomamos fotos por todo y de todo. Y cuando queramos recurrir a la nostalgia esta ya no estará. Eso sí miles y miles de fotos, testigos de nuestra soledad. De nuestra desesperanza.
Entre más modernamente sofisticados somos, más tristemente solitarios estamos. Qué demonios le estamos dejando a la imaginación. Estas en el face. Tienes el mundo cibernético a tu alcance, miles y miles de sitios qué conocer y visitar. Con un simple click podrás accesar a las fotos y videos de mujeres que nunca imaginaste pudieras ver desnudas y al alcance de tus ojos pero separadas de ti para siempre por esa delgada pantallita. Tan cerca y tan lejos. ¿No sería más mujer, una mujer de carne y hueso? Sí, no tan perfecta y tan bien delineada por el photoshop pero real y viva…
Y te preguntas en qué parte del camino perdimos nuestra humanidad. En qué momento dejamos de ser nosotros mismos para depender de un celular. Cuándo se nos acabó la voz para decirle alguien lo mucho que lo extrañas, en vez de mandarle el mensaje por celular en vez del WhatsApp. ¿No sería más fácil salir de tu casa e invitar a un grupo de amigos a tomar cerveza?, pero con la condición de que nadie lleve su celular, su tableta o cualquier otro pinche aparato electrónico que nos impida el contacto de gente a gente, directamente de corazón a corazón, de mano a mano, sin interferencias ni gestores de línea.
¿Cuándo volveremos a recuperar nuestra humanidad? Porque ellas, las máquinas, pacientemente esperan para tomar nuestro lugar. Si es que ya no lo han hecho.
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