Reprobado Durango en desarrollo cultural

La verdad no peca.., ¡pica! Que no extrañe que con gobiernos como los que padecemos nuestro estado esté en el lugar 28, entre las cinco entidades peor calificadas

Cultura27 de septiembre de 2022 Sergio O. Delgado Soto

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Fue Guerrero Mier el gobernador que creó por decreto el Instituto de Cultura del Estado (ICED) en la segunda quincena de mayo de 1999. Como no fue un ofrecimiento de campaña, digamos que no estuvo en su plan de gobierno, nació sin presupuesto propio, dependiente absolutamente de transferencias de la SEP que nunca fueron del agrado del entonces titular de la misma: Adrián Laveaga. Luego, lo que estuvo detrás del repentino nacimiento del ICED fueron, a mi juicio, los celos políticos que produjo en el entonces gobernador el surgimiento del Instituto Municipal del Arte y la Cultura (IMAC) en esta ciudad capital durante el mandato del petista Marcos Cruz. 

            Si en relación a este nacimiento hay algo que reconocerle a Guerrero Mier es el tino que tuvo para designar como director general al Lic. Héctor Palencia Alonso, un hombre que vivió más de la academia que de la litigada, columnista regular de El Sol de Durango, escritor y orador de primera, y que tenía muy clara la razón de ser de su responsabilidad: trabajar en pro del rescate, la promoción y el desarrollo del arte y la cultura de la Entidad. Puedo hablar con autoridad sobre esto porque fui de las primeras personas que el Licenciado invitó a colaborar, concretamente como responsable del área de corrección y redacción, algo de suma preocupación para quien, como mi jefe inmediato, tenía un espléndido manejo del lenguaje. 

            A sabiendas de que el ICED estaba en buenas manos, Guerrero Mier en absoluto interfirió en el trabajo de su designado, por eso muy rara vez se le veía en el Instituto, salvo en eventos en que era obligada su presencia, como, por ejemplo, la inauguración de una exposición de pintura de un destacado artista local. Traigo esto a colación, porque así debían ser los directores de un área como la cultural, que en tanto continente habitado por gente libre no pueden estar las dependencias públicas que atienden las necesidades de ese continente en manos de funcionarios sometidos a los gobernantes en turno.  

            Tan entendía muy bien lo que tenía entre manos el Lic. Palencia, que al tenor Alberto Romo y este servidor nos autorizó poner en marcha un programa de tardeadas bailables con la música popular de antaño que por tener como principales destinatarios a los adultos mayores le pusimos el nombre de “A sacudir la polilla”. La respuesta que nos dio no pudo ser más elocuente: “En un instituto como éste, por supuesto que tiene cabida la música de las grandes bandas y de las grandes orquestas. ¡Adelante compañeros¡”. Más corta y contundente fue todavía su respuesta cuando este servidor le solicitó su autorización para iniciar en el Teatro Victoria un programa reivindicador del bolero al estilo de los tríos y cuartetos de antaño y cuyos conciertos mensuales serían responsabilidad de esos grupos de voces y cuerdas callejeros que son los mejores boleristas y los que han mantenido viva la tradición de la serenata. “¿Dónde quieres empezar?”. Y hay que decir, porque así fue, que tanto “La polilla” –como solían decirle los bailadores al programa ya desaparecido- como Los Reyes de la Serenata en Durango, nombre que le puse al mío, en relativamente poco tiempo concitaron la asistencia masiva de la gente.

            Cuando creíamos que todo iba sobre ruedas en el Instituto, llega en Junio de 2002 la instrucción de Guerrero Mier al Lic. Palencia de despedir a los 180 trabajadores de honorarios que derivábamos ahí el sustento, cosa que nos cayó como balde de agua fría en plena canícula, porque si bien teníamos tres años devengando muy bajos salarios, el C. Director nos había asegurado que a partir de Enero del 2003 se nos darían plazas de base y salarios decorosos. Ahora bien, consciente el Lic. Palencia de yo no me iba a quedar cruzado de brazos, me citó en su oficina para decirme que no me metiera en la bronca laboral que de seguro iba a estallar. Sólo lo escuché. Y no podía hacer más a sabiendas de que mi lugar estaba con mis compañeros y que no quedaba otra que iniciar la lucha por el respeto de nuestro derecho al trabajo que luego de tres años de antigüedad implicaba hacernos efectivo lo que el C. Director nos había ofrecido. 

            En el marco de la lucha que nos enfrentó directamente con Guerrero Mier, supimos qué estaba detrás de la determinación de ponernos de patitas en la calle, incluso sin liquidarnos, y fue precisamente el enfrentamiento verbal que tuvo el Gobernador con el entonces presidente de la República, Vicente Fox, cuando éste le dijo que el grueso de los recursos de los gobiernos estatales es lo que éstos reciben de la Federación. “Sí, señor presidente -contestó GM-, pero los impuestos federales que ustedes concentran los pagamos todos los mexicanos”, respuesta justa, si se quiere, pero que enojó tanto al señor de las botas que le dio un bajón al presupuesto estatal.

            La resultante de la lucha que nos hizo salir a la calle a denunciar el agravio y a plantarnos en la Plaza IV Centenario fue el despido y la liquidación de 90 trabajadores, entre los cuales estaba este servidor y un compañero de Mantenimiento del Teatro Victoria en tanto líderes de la causa, y 90 que no corrieron esa suerte, que siguieron en el Instituto. Gracias pues a ese enfrentamiento el ICED se salvó de desaparecer en 2002, para que por desgracia y a partir del gobierno de Ismael iniciara su autodestrucción, por lo que han sido ahí y de 2004 a la fecha los directores generales: peleles del gobernador en turno. El colmo de este brutal desdibujamiento de algo que yo vi nacer con muy buenas perspectivas, es la llegada al ICED de Socorro Soto, quien se hizo de esa responsabilidad sin un proyecto de trabajo acorde al desastroso estado que guardaba al Instituto y lo que es peor:  sin cumplir con lo que establece el Artículo 5, Inciso 1 de la ley de cultura del Estado para asumir ese cargo, lo que no era el caso de quien fuera entonces el candidato para dirigir el ICED del Movimiento Cultural Independiente de Durango, asociación civil al que está adscrito este servidor: el Arq. Fernando Andrade Cancino.

Que no nos extrañe, amigos, que con gobiernos como los que padecemos nuestro estado en 2016 ocupara el lugar 32 en materia de desarrollo cultural; es decir, absolutamente a la cola. Actualmente estamos en el lugar 28, o lo que es lo mismo: entre los 5 estados peor calificados, y estamos así no porque Durango carezca de cantera artística y cultural, ¡claro que la tiene!, sino porque nos gobiernan, a los dos niveles, políticos de lo más incultos y además rateros, y esto nada tiene que ver con que los hombres del poder tengan doctorados, como el que se acaba de ir por la puerta de atrás  y que salió, como solía decir mi padre, más largo que la Cuaresma. La verdad no peca…..¡pica!

INCULTOS Y RATEROS

Estamos así no porque Durango carezca de cantera artística y cultural, sino porque nos gobiernan políticos de lo más incultos y además rateros.

 

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