
Cuento corto
Existen miles de razones para sacudir mi ser, pero sin motivo alguno me quedo en paz. Es verdad, al final del día todo mejorará, te sentarás y observarás los miles de cosas por las que jamás dejas de amar a la vida. Está llena de motivos para honrar, me llena de felicidad sentir tal paz, se dejan ver unas cuantas lágrimas cayendo de mis mejillas, lo increíble es que son de alivio. Alivio que no sentía hace mucho, escuchaba mi balada favorita y sonreía; sonreía como un pequeño niño que se emocionaba por la venida de la Navidad.
No todo estaba bien, pero algo muy dentro de mí me hizo saber que sí, me hizo tener esperanza y tranquilidad. Mi propia cabeza me iluminó y me hizo estremecer, llorar y reír, un tan lindo conjunto de emociones y saberes que me hacen renacer todas ellas, no estoy donde quiero estar, pero sí voy en el camino que me gustaría estar y eso ya es algo de qué admirar.
Suspiro y escucho tranquilidad, aprendo a amar el caos, amo cómo sobrellevarlo y aprender de eso, amo la gran persona que me convertí. Claro que no es el final, pero sí es un largo pedestal que dejé atrás.
Amo la vida, porque no es buena ni mala, solo es y eso es lo hermoso.
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