Un pétalo para cada rey,
un momento del día a su favor,
una palabra de ley
y en cada corona un amor.
Y un pétalo de mi flor esplendorosa
en cada mano extendida,
como legítima soberana
a cada llama encendida.
Una corona se alcanza
en lo ancho de mi reino
cuando a caballo valiente
me procuran sin un freno.
No negaré mis encantos
a los suspiros de un rey,
corona a corona unidos
respetándose mi ley.
La reina no tiene edad
y así, entonces no la pide,
tampoco recibe regalos
pues entre riquezas vive.
Me doblego cada vez
con un trozo de amor enternecida,
una flor de papel
y una fuerte pasión desmedida.
1996
Espacio Libre México
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