Calderón y Zedillo: los rostros del cinismo

Juntos, son los más grandes generadores de deuda pública que pagamos todos los mexicanos

Opinión22 de noviembre de 2022 Daniel Antonio Lara Palacios

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Estamos en la antesala del cuarto aniversario de la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador. Su popularidad continúa intocada a pesar de los embates de los medios en manos de la élite económica y política de este país. El respaldo popular no es una casualidad, es producto de la congruencia del Presidente, de que la arenga de campaña de “primero los pobres” se ha encauzado de forma tal que se nota que para este gobierno los más necesitados son la prioridad número uno.

No es un discurso vacío, es la palabra desafiando la intangibilidad para convertirse en algo material; los apoyos a las clases populares, las becas a estudiantes de preparatoria y universidad, la pensión a adultos mayores, los préstamos a pequeñas y medianas empresas, el apoyo a los jóvenes en su primer empleo, los aumentos al salario mínimo, los apoyos a madres solteras, la no contratación de nueva deuda, y un largo etcétera, ponen a este gobierno como el que más ha hecho por la clase trabajadora de este país desde el gobierno de Lázaro Cárdenas del Rio.

Esto se hace más evidente contrastándolo con lo que hicieron los gobiernos neoliberales cuando llegaba una crisis económica, basta con recordar el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que fue un rescate a los empresarios y banqueros irresponsables que se produjo durante el sexenio del priista Ernesto Zedillo Ponce de León y con la complacencia de Partido Acción Nacional, en aquel entonces presidido por Felipe Calderón Hinojosa, que derivó en deudas privadas que de la noche a la mañana pasaron a ser públicas. Los mexicanos seguimos pagando ese compromiso que está programado para terminar de pagarse en 2070.

En 2009, cuando fue la epidemia de influenza AH1N1, el gobierno de Calderón contrajo deuda de miles de millones de pesos los cuales se gastaron en pruebas innecesarias y contratos con farmacéuticas de sus amigos; cabe señalar que la deuda tras la crisis inmobiliaria estadounidense que derivó en una recesión mundial, la deuda de México se había incrementado de 3.1 billones de pesos a casi 5.9 billones de pesos, aumentado un 87.8 por ciento, lo que significa que aparte de bañar el país en sangre, la deuda creció casi al doble en su sexenio, con ingresos extraordinarios por los altos precios del petróleo que se quedaron a poco de alcanzar los 10 billones de pesos y que a la fecha no sabemos bien a bien en qué se gastaron, aunque sí sabemos que una parte se fue a la construcción de una “suavicrema” gigante o monumento a la corrupción y otra a la construcción de la barda perimetral de una refinería que nunca se concluyó.

Las finanzas del gobierno de AMLO se mantienen sanas, los más ricos ya pagan sus impuestos y la inversión en infraestructura está rindiendo frutos, con la inauguración de obras emblemáticas y de gran plusvalía, que se terminan en tiempo record como la refinería de Dos Bocas en Tabasco, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) y próximamente el Tren Maya en el sureste Mexicano, AMLO suma más promesas cumplidas.

Por lo antes expuesto, resulta hilarante y a la vez ofensivo lo expuesto por Zedillo y Calderón en España en el Foro Iberoamericano de la Fundación Internacional para la Libertad con respecto al gobierno de AMLO que según ellos es un populista antidemocrático (aunque cuente con el apoyo de la mayoría de los mexicanos) e irresponsable en materia económica (aunque no haya aumentado la deuda durante su gobierno). Es de una desvergüenza sin precedentes lo ahí expresado por los exmandatarios, por sus pésimas administraciones tanto en materia económica como en materia de derechos humanos. Solo les cree quien no los conoce, por eso dan ese tipo de discursos en otros países y no en México, ya que juntos -Calderón y Zedillo- son los más grandes generadores de deuda pública que pagamos todos los mexicanos.

Bien hace Enrique Peña Nieto en guardar silencio y mantenerse al margen del debate político  pues ante su evidente corrupción y la continuidad en el aumento de la deuda, que al final de su gobierno alcanzó los 10 billones de pesos, no tendría cara de hacer algún reproche a la Cuarta Transformación como sí lo hacen los desvergonzados predecesores del copetón; y si un error tiene el gobierno de AMLO, es que ninguno de estos pillos está en prisión y se mantienen impunes por los agravios al pueblo de México.

La pregunta es: ¿Qué van a decir cuando todas las obras de la 4T se concluyan y sirvan al desarrollo del país, cuando seamos autosuficientes en materia de combustibles, cuando las huellas de la trasformación sean tan profundas y evidentes que no las puedan criticar sin quedar en ridículo, cuando se den cuenta de que su modelo neoliberal, sistema caduco y anacrónico se muere y ya no engañan a nadie?

Seguramente seguirán mintiendo con la esperanza de retornar al poder, pero México ya despertó y se sigue demostrando que la mayor oposición al gobierno de AMLO no está en el PRIAN, vino de China y se llama Covid-19, porque fue lo único que pudo retrasar los esfuerzos transformadores que cada día se consolidan y el apoyo al Presidente da fe de ello. ESPACIO LIBRE

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