Confieso que he leído

Un libro es un viaje a cualquier punto de la imaginación

Cultura 07 de mayo de 2024 JESÚS MARÍN

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Yo leo desde los cinco años. Y llevo 50 años leyendo y no me he aburrido. Ni he tenido crisis de libro en blanco. Lo considero un acto normal y natural, parte de mi esencia.

Nunca he contado el número de libros que leo por año ni siquiera por mes, para mí leer es un placer no una competencia. No hago un listado ni planeo mis lecturas.

Me gusta ser espontáneo en mis lecturas. A veces leo hasta cinco libros a la vez, paso de uno a otro sin remordimientos de infidelidad.

También he dejado libros a medio leer sin culpas ni remordimientos. Hay otros libros que releo como se visita a un viejo y querido amigo, porque yo ya soy otro.

Sí, también tengo mis favoritos, pero amo a todos mis libros, sin distingos de géneros ni grosores. Cada libro tiene su carácter y su respiración, hay libros que los he leído en tres días, como "Cien años de Soledad", otros que no quiero terminarlos porque siento que al acabarlos ya mi vida no sería igual, como "Todos los nombres" de Saramago.

Libros que me han perseguido hasta llegar a mis ojos, me ocurrió con "Opiniones de un payaso" de Heinrich Böll, premio Nobel de Literatura en 1972, escrita en 1963. Me lo encontraba en ferias de libros, en librerías de saldo, en tiraderos de libros de viejo, me decía, qué carajos me importan las opiniones de un payaso.

Y una vez, fastidiado de su acoso, lo leí. Toda una tarde y toda una noche. Me enamoré de ese libro.

Tengo por norma jamás ver una película basada en un libro, por lo general, los destrozan, hay sus excepciones como "El Padrino" de Mario Puzo, pero necesitas leer el libro para comprender cosas que en la película no aparecen.

Me quedo con los libros. Prefiero yo imaginar a mi manera, a mi imaginación, el universo creado por el escritor al hablarte a ti.

Tampoco presto mis libros, quizá por ello, tengo cerca de 4 mil, que he ido adoptando desde los cinco años. A mis mujeres que he tenido, al verlos, se les antoja que les preste alguno. No, prefiero perder ese amor que algunos de mis libros.

Yo ahora soy huérfano, se murieron mis viejos. De familia quedamos mi perro Saroh, mis libros y yo. Recuerdo que en el funeral de mi padre, una sobrina me dijo con piadosa piedad, tío te has quedado solo. Mija, yo llego a casa y cuatro mil voces me reciben, cuatro mil amigos me confortan. Yo nunca he estado solo.

No sé dónde vayan a parar mis libros cuando mis ojos dejen de acariciarlos. De cuidarlos. De amarlos. He hecho un listado de libros a quien heredar, algunos para algunas mujeres que he amado, otros para amantes de libros como yo.

Tengo la sospecha que mientras tenga libros en espera para leer, la muerte no me tocará, por eso sigo acumulando libros. Y crecen los libros para leer en los próximos veinte años. Así que no me pregunten, ni me presuman cuántos libros leen por año. Me parece una pendejada, una falta de respeto para los libros.

¿O acaso leen para presumir que leen? Yo leo para acrecentar mi familia y tener más amores. Soy un polígamo de la lectura. Un libro es un viaje a cualquier punto de la imaginación.

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