La carga dramática en el cine de Ingmar Bergman

Cultura19 de marzo de 2024 YOUSSEF MANARA

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De seguir con vida, Ingmar Bergman tendría 105 años (1918-2007). Mayormente conocido como director cinematográfico, personalmente sostengo que es el mejor guionista de la historia, este verdadero coloso del arte se divorció de los esquemas que imperaban y los reconfiguró, algunos podrán decir que saturó de diálogo algunas de sus películas pero la calidad y carga dramática de éstas los elevó a otra categoría, insospechada en su tiempo y difícilmente igualable hoy en día. 

Es obvio señalar que está dentro de una terna selecta, desde Tarkovsky hasta Kurosawa, Mizoguchi, Fellini, Buñuel, Murnau, Zulawski, Kieslowski o más actuales como Haneke y Terence Davies. El señor no solo aportó una atención al detalle, inéditos en su momento y un verdadero uso del lenguaje cinematográfico, además fue bastante prolífico con más de 40 producciones en su más que ilustre carrera.

Regularmente cuando un creador cinematográfico se expone tanto, su calidad y capacidad creativa tiende a erosionarse y hacer evidente algún declive, en el caso de Bergman aunque esta condición sí estuvo presente en sus últimos esfuerzos (sobre todo cuando comenzó a hacer películas para televisión), su consistencia es de tal magnitud que logró minimizar este aspecto, aunque es innegable que su etapa más fuerte se dio antes de incursionar en el cine a color, aún así cuando llegó el cine a color entregó Fanny y Alexander, Gritos y Susurros o Sonata de Otoño.

Con un estilo mucho más orientado a lo cerebral y un casi opresivo carácter psicológico, sin demeritar su fuerte elemento emocional y sensibilidad filosófica, construyó cintas obligatorias para todo el espectro que compone el arte cinematográfico: desde el realizador, guionista, camarógrafo y actor, hasta el cinéfilo o el simple aficionado. 

Destacaría El Silencio (1963), Séptimo Sello (1956), Persona (1966), La Hora del Lobo (1968), Fresas Salvajes (1957), Vergüenza (1968), Fanny y Alexander (1982), Luz de invierno (también llamada los Comulgantes y que es mi favorita personal, 1963), aclaran los motivos de porqué Truffaut por ejemplo sostuvo que era el mejor.

Haciendo binomio con Sven Nykvist (1922-2006) en la cinematografía crearon un estilo bastante representativo de lo que es el cine “Bergman”, lleno de claroscuros, sombras que evidencian el descenso o metamorfosis psicológico de sus personajes, crearon además situaciones donde prácticamente se refugiaban en la oscuridad como en la Hora del Lobo o Silencio. 

Bergman no incursionó mucho en el surrealismo y podríamos decir el horror, su aproximación más clara se dio en La Hora del Lobo y Cara a Cara (1976) demostrando versatilidad, aunque para algunos fueron más un experimento. Ese tándem creó todo un lenguaje lleno de simbolismos y alegorías, exponiendo temas fuertemente arraigados en la condición humana, cuestiones como el silencio de Dios (tema al que le dedicó una trilogía), temas antibélicos como en Shame del 68, la obsesiones y la mímesis como en Persona y La Hora del Lobo, el consecuente descenso a la locura también en La Hora del Lobo o Gritos y Susurros o Trough a Glass Darkly, el fuerte remordimiento de descubrir en realidad quienes somos y las consecuencias que eso ha tenido, el resquebrajamiento de la psique, la muerte, la vida; todo esto expuesto con un contundente manejo de la idea y lenguaje cinematográfico, ejecutados casi enfermizamente, a veces filmando dos películas por año, algo impensable hoy en día.

Su entendimiento con su cinefotógrafo parecía de segunda naturaleza; como dijo Bergman cuando dejó de ejercer como director, "lo que más extrañó fue manejar la luz junto a Sven Nykvist".

Bergman tuvo siempre actores fetiche y musas en quienes se apoyó para trasladar sus ideas al plano físico, fungiendo como una extensión de él: Max Von Sydow, Liv Ullman, Gunnar Bjornstrand, Erland Josephson, Ingrid Thullin, Bibi Anderson o Ingrid Bergman (en menor medida). Interpretes recurrentes con quienes forjó un lazo y una dinámica de trabajo que le ayudaron a plasmar completamente su ideario. Como addendum, Ingmar Bergman siempre despreció los frívolos premios Oscar, igual que Buñuel no quería ser asociado con estos, les devolvió la certificación que lo acreditaba como nominado por Fresas Salvajes argumentando que “esta institución humilla el arte de hacer cine”; aun así los de los Oscar después le dieron tres premios, y aunque siempre han sido algo de apreciación y bien pudieron no dárselos al menos demostraron que reconocían la calidad que evidenciaba este gran realizador. 

Top personal, considerando que aún me faltan algunas por ver, pero es que todavía no quiero vivir en un mundo donde ya no hay más Bergman que ver:

Winter Light

Hour of the Wolf

Persona

Cries and Whispers

Séptimo Sello

Face to Face

Wild Strawberries

Trough a glass Darkly

My Summer with Monika

The Virgin Spring

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