Cuento / 1a. parte
Es medianoche. No podré dormir. Hoy he vuelto a escuchar tu voz, Penélope. Hoy sé que en tu corazón ya no hay odio por tu demonio. Hoy mi Señor -el que abre camino- ha sido benigno con su pobre siervo. Hoy mi Señora me ha dirigido la palabra, vuelvo a ser salvo, vuelvo a ser iluminado, vuelvo a ser niebla. A sentir la sangre.
El saber que de cierta manera has vuelto a mi vida, a mis sueños, a mi hambre, a mis desvaríos, me hace imposible el descanso. Soy sangre renacida.
Nunca he dejado de ser tuyo, mi lady, mi hermosa señora de la noche, soy eternamente tuyo; haz de mí lo que te plazca, haz de mí tu esclavo, tu siervo, tu creyente; sangra mis labios, descuartízame, ¡oh qué delicia morir por tus colmillos!, ¡oh que delicia ser tu carne, ser tu alimento. Déjame de nuevo llorar en tu seno; olerte toda, oler tu cabello, besar tus ojos, bendecir tu frente. Vuelvo a percibir tu sangre en la noche, tu bendita sangre.
Oh Penélope, tu sangre es mi resurrección, la idea de volver a verte, chupar tus hombros, lamer tu vientre, besar tus labios, mordértelos, me devuelve la esencia. Polvo era, tú me conviertes en brisa, en oscuridad, en ángel sucumbido.
Bendita la oscuridad de tu ser, mi hermosa y venerada niña, alabado sea el Señor de la oscuridad, su reino no tendrá fin. Has regresado, amor mío.
Despiertas la sed, me resucitas la fe. Bendita seas por ello. Bendita eres entre las mujeres. Me haces sentir vivo. Me retornas de los muertos, me hace gritar de deseo, aullar de amor por ti. Me devuelve el hambre por tu vientre.
Eres mi dueña. Eres mi reina. Eres mi princesa. Eres mi emperatriz, haz de mí lo que te plazca, destázame, devórame, bebe mi sangre, enciéndeme, destrózame. Crucifícame. Te ofrezco lo que pueda haber de inocencia en mí, lo que sobreviva de mi alma. Te ofrezco la lealtad del que nunca te ha dejado de amar.
Soy tuyo, oh mi pequeña perversa, quiero volver a sentir tu lengua lamiendo mis pezones, quiero besar tu espalda, besarte entre los muslos, soy tuyo, nunca lo he dejado de ser. Lo he sido desde la vez primera que te besé, desde el instante en que te tuve desnuda.
Por ti soy hombre, niño, inocente, sangre derramada. Por ti, soy mar, soy cielo, soy infierno, soy dios, Penélope te amo. Vuelve a mí, vuelve a tu hogar, mi vientre es tuyo, mis brazos es tu refugio. Mi pecho es tu templo. Me dueles, me ardes, me consumes, me drogas, me enloqueces.
Dame tu lengua, abre tu boca, abre tus piernas, abre tu vientre. Tu carne rosada, tu alma de niña triste. Déjame lamer tus heridas. Curar las cicatrices de tu vientre.
Ya no soporto la abstinencia de ti, tu ausencia. Ven. Nunca te has ido de mi mente. Siempre has estado agazapada como fiera furtiva, devorándome, nutriéndome de nostalgia. Estoy temblando de deseo por ti. Estoy temblando de miedo por ti. Temblando de tristeza por ti, me dueles, ya no me hagas llorar, ¿por qué me haces llorar así, Sarah?
Años de abstinencia. Años de no beber de tu vientre me han enloquecido. Me dueles, me ardes, me enloqueces. Bendita la que viene en nombre de la oscuridad, bendita seas. Bendita seas entre mis muertes.
Eres mi principio. Eres mi final. Tú y yo estamos unidos por la sangre, nuestro amor va más allá de la carne, más allá de los humanos, princesa y demonio, ángel y demonio, diosa y pobre ser, va más allá del deseo, unidos en la eternidad, así está escrito desde el principio de los tiempos. Me ardes, me dueles, me excitas, me enloqueces.
Te necesito. Ven. Ven ya no soporto el dolor. Ya no soporto tu ausencia. Años muerto desde tu adiós. Años de desiertos. Años de páramos. Ven con el agua fresca de tu piel. Ven con la ternura de tus manos. Ven con el néctar de tu vientre. Ven a darme vida y sangre. Ten piedad de mí, mi amada niña, ten piedad de tu demonio que no ha dejado de amarte. Penélope...
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