La histeria inconclusa del perro loco y su amada emperatriz del cristal

Cultura13 de noviembre de 2023 JESÚS MARÍN

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Me quedé sin palabras ni culo. Sin orgullos ni metáforas huecas. Pellejos y nostalgias de lo que fui. Hermanos, un minuto de silencio por las nalgas desaparecidas. ¡El rey ha muerto, viva el rey!

 

Un minuto de silencio por los parias del mundo. Por los despreciados de toda divinidad y humillados por el mundo. Silencio por los relegados de la esperanza y del mar. Nadie reza por los cobardes. Nadie olvida a los traidores. Nadie ha de llorar cuando mueras. Hemos de morir solos y afligidos. Solos en la tierra negra del abandono.

 

Me queda las cicatrices de la crucifixión. La decapitada tristeza del desamparo; regresé del más allá, de entre los muertos. Regresé más muerto que nunca, pero vivo. Superviviente de holocaustos, los de la carne y los de la mierda. Sembradío estéril de mataduras. Cicatrices de una guerra que no pedí. Esperando la dentellada definitiva. El último tibio abrazo con la parca.

 

…Cuesta abajo en la chingada…

y uno busca lleno de desesperanza…

 

Me cogió Dios y su corte de arcángeles. Me cogió Satanás con sus 666 demonios; hicieron con mi culo un papalote. Hicieron con mis pellejos y nalgas, lo que le dio su chingada gana. Y con mi fe, un nido de alacranes.

Hasta la muerte despreció mis nalgas, por inexistentes y por nalga fácil. Demasiado viejo para ladrar. Demasiado perro para rendirme.

Me queda el andar tullido de potrillo recién parido. El lento andar de las gárgolas en el agónico exilio. El alma renca y el dolor lacerante, una herencia de perras llagas y perra diabetes. Herencia cahuamera. Herencia por desmanes etílicos. Por exceso de panochas y mujeres inolvidables. Me queda esta maldita furia del huérfano.

 

Dadme mariguana suficiente

y os daré un hombre nuevo

demasiado cansado para intentar ser un héroe

demasiado cansado para intentar soñar

 

Soy multitud de melancolías. Multitud de oscuridad y playas desiertas.

Multitud de pellejos y multitud de lo que fui. Ojalá estuviese aquí, madre, rezando las oraciones de tu hermoso corazón. Ojalá, estuvieras aquí, padre, y me llamaras hijo y me despeinaras con tus rudas manos de obrero.

 

A punto del derrumbe. A puto y punto, de lanzarme a las aguas de la resignación, vieja amarga que asesina despacito y aniquila cruelmente, apareciste tú, mi pequeña y hermosa yonqui. 

Antes de caerme de jetas en la última comparsa, me reencontré con mi amada perra ideal. Amor soterrado y oculto por diez años. Deseo insano y prohibido, al conocerte a tus párvulos trece añitos.

 Te encontré diez años después de conocerte. Diez años de toneladas de hierba y cahuamas. De batallas en fratricidas guerras. Te encontré entre restos de naufragios y despojos fantasmagóricos, entre impiedades y desgarradoras mentiras.

 

Dos perros locos y solitarios

sin reglas, sin destino, sin dioses

perros sin suerte y futuro

ella, perra emperatriz del cristal y la mota

yo, perro viejo destentado y desterrado

 

Ella, a sus 23 años, es un gris esbozo de aquella belleza adolescente, rescoldo de ángel rechazado de Dios; en eterna conflagración contra el mundo y contra ella misma.  En salvajes actos de flagelación contra su belleza e inteligencia. Dicen que los verdaderos héroes mueren a los veintisiete años para convertirse en dioses inmortales. Una mierda, nadie es héroe por morir antes de su tiempo. Por abandonarse a la marea y a la resaca.

 

Consumida por la mala suerte o la mala vida. Consumida de piedra, mariguana, coca y lo que se pueda meter, sorber, fumar o inyectarse, menos ilusión, menos ganas de vivir. Consumida por la puta cobardía de enfrentar a la vida o sepa la chingada por qué se odia tanto.

 

Veintitrés suicidantes años. Veintitrés años de inmolaciones. Veintitrés años sin perdones. Veintitrés años odiándose, viviendo al límite. Adormecida en imaginarias nirvanas. Veintitrés años en despeñaderos y barrancos. Veintitrés años hundiéndose en la mierda, Veintitrés años a la deriva, en naufragio tras naufragio. Gritando desde su isla. ¿Has llorado cuando nadie te ve? Lágrimas que arden como el mismo infierno.

 

Hey niña, esa carita de catrina se te ve bien

tus ojos terriblemente sepulcrantes aún brillan;

la inmensidad de tus desamparos, lastima

duele tu andar zombico, muerta viviente

me recuerdas las cruces en los cementerios

 

Eres real hembra, hija de la chingada y más allá. Y también del más acá. Igual que este perro pellejudo y sin colmillos, pero aún con mordidas y rabias; dos putos locos que aún no se odian. Amargos románticos, cínicos frustrados. 

Eres una mujer anegada de tristezas. Alma pura y generosa. Inocencia que ni la droga ni el culero mundo han podido profanar. Nada ni nadie, han destruido tu honestidad, pese a vivir sumergida en podredumbre y hastío.  Sumergida en una perpetua desolación. 

 

Pajarita huérfana de cielos. Huérfana de ti misma.  Niña hermosa, sacrificada por mano propia, por no sé qué odios, por no sé qué soledades, por no sé qué dioses. Mariposa deshojada al soplo de la mota, rosa magnífica secándose sin honor, marchita amapola de sórdidos veintitrés ataúdes.

Debí amarte, perro y ciego, también fui tu verdugo. Hombre hiena, hombre buitre al fin, como todos en tu vida, te chacaleé sin vergüenza y con voracidad insaciable.

 

II

 

Mi amada reyna de la mariguana. Mi puta emperatriz de la piedra y el cristal. Amada santa, esclava y ninfómana. Madre impía, demonio y mártir. Ángel de Dios y de los infiernos, alabada seas. Bendice este cuerpo deshabitado con la savia de tu vientre. Es palabra del Señor.

 

Dueña absoluta de la niebla, en la expiación de tu lúgubre mirar se miran los pecados de la humanidad. Mirada de angustia perenne, mirada de Cristo al ser entregado por Judas. ¿Con un beso entregas a tu Maestro?

 Trescientas monedas he pagado por el sacrificio de tus juventudes en mi boca. Desamparo es tu sangre, mi niña. Melancolía eres y en melancolía has de morir. Tu destino, es el destino de las mariposas, vivir de prisa, morir de prisa, flama fugaz, relámpago fugaz. Todo en ti, es fugaz.

 

Eres espíritu

con la balada de los ahorcados

cantando las canciones del tártaro

invocando a la Santa Muerte

 

Veintitrés años con el alma en jirones. Veintitrés años en agonía desde los doce. Veintitrés años con sanguijuelas por corazón. veintitrés fosas cavando tu garganta.

 

¿Sabes lo que es vivir sin ser enterrada? 

Aislada de la gente, sin oración ni dioses. Sin perdón ni santuarios. Sabiendo que no perteneces a ningún lugar, eres paria en todas partes, apestada en todos los cielos.

 Lepra es tu nombre, lepra es tu destino, lepra del alma. Ajena del mundo y sus sueños. Lepra serás hasta el fin de los tiempos.

Tú también, ¿tienes un lunático en tu cabeza?

 Tú también escuchas esas otras voces, ves esas otras sombras detrás de ti  al cerrar los ojos…

 Quisieras no despertar, dormir ese sueño de muerte que buscas desde la niñez. Volver al vientre de tu madre, tu único hogar, tu único paraíso. 

Confortablemente insensible ¡Hey tú, no les ayudes a enterrar la luz! ¡Hey tú, no les ayudes a enterrar la luz¡ ¡Hey tú, no les ayudes a enterrar la luz!

¿Cómo le hablas de luz a una ciega?

 

Muchacha moribunda, muchacha mariposa nocturna, ¿duermes de día para no soñarte viva? Duermes de día por tus oficios vampíricos. Quizás en tus sueños ya no tienes que huir. Quizás en tus sueños, te perdones. Quizás en tus sueños por fin encuentres una respuesta a tus odios y miedos, a tu vagabundear por la vida y tu obsesión por la Muerte. A tu amor por la destrucción y el caos. A tus aprensiones de enfrentar la realidad. 

Vives de noche por temor a la verdad. No eres especial, no eres más inteligente, simplemente tienes un corazón muy grande y un alma demasiado hermosa para este mundo de Dios.

Te provoca pánico enfrentar tu imagen de olvido, tu imagen de infancia retenida, nunca has dejado de tener doce años en el espejo de tus ojos. Nunca has dejado de sentir el vacío circulando en tus venas y la negra oscuridad de tu lengua.

 

Los gusanos roen tu cerebro. ¡Oh!, se siente tan bien la nada, este flotar en el abismo, vas cayendo y te repites, hasta este momento todo va bien… se siente tan bien no pensar, no sentir, hundirme en la sepultura, sin culpa ni epitafio, sin flores, sin un adiós 

¡Ah! mira qué hermoso es el humo en la pipa, hurgando los pulmones, arrancando la inocencia, ¡déjame en mi mundo de cristal y mudeces! ¡Déjame en mis sueños de opio y hosquedades! ¡Déjenme morir en la paz de sonámbulos…!

 

Vendes tus carnes por un puñado de mota. Vendes tu esencia por una piedra de cristal. Ofreces margaritas a los cerdos, a cambio de un poco de paz, a cambio de un puñado de cariño. 

Vendes tu alma por quiméricas fantasías. Por centavos para sofocar tus ansiedades. Por un abrazo que detenga tu inevitable caída. Aquel libre de miedos que arroje la primera infamia.

 

Tu rostro cada vez más cadavérico, tu rostro cada vez más chupado. Tu rostro cada vez más zombico. Tu voz cada vez más alejada. Te vas difuminando entre el olvido y la desesperanza, cada vez más cansada, cada vez más vencida, deseas abandonarte en una playa y morir escuchando el mar, escuchando la voz de tu hija…

 

Vives de noche para fornicar con tus demonios ¡Hey, hermanita! abre más tus piernas, mastúrbate frente a mí, gime como si lo disfrutarás. Nunca, nunca dejaras de estar sola y miserable.

 Lo estamos todos, solos y míseros. Eres una anciana niña, con siglos rodando, con infinidad de cicatrices y altares destruidos. Ardes sin consumirte. Ardes en tus cenizas. Ardes sin flama, te quemas por dentro, te calcinas el alma. Vieja niña crucificada por ti misma. Niña crucificada por la vida, confortablemente insensible.

 

Eres vergüenza de familias. Enorme y cruel cruz que cargará tu hija por el resto de sus años, estés viva o muerta, estés santificada o maldecida. Eres su madre por los siglos de los siglos y hasta que ella muera. ¿Cómo quieres que te recuerde? 

Desecho satánico, mierda de mujer, cobarde por drogarte, gritan los farsantes, los fariseos. mientras se desgarran las vestiduras y encienden sus hipócritas oraciones a sus dioses de cartón, sin conocer los infiernos que te habitan. Sin impórtales que tú también eres un corazón, con un alma que murmura dentro de ti. 

 

Nadie se salva sino quiere salvarse.

Has decidido ahogarte sin pedir auxilio.

Sin pedir perdón ni dártelo.

En silencio como mueren los caídos…

 

Todos queremos coger contigo y nos mames hasta el hueso; excepto amarte sin condiciones. Excepto abrazarte sin pretensiones ocultas. No grites, nadie te escucha. Solo les interesa tus jóvenes nalgas, no tu alma ,no tu dolor.

 Dios es sordo en ti. Dios muerto en cada uno de nosotros. El mundo muerto en ti. Eres flor de Ciénega, y aun así floreces. Bendito sea el puto infierno en cada uno de nosotros.

 

No existe un mundo perfecto

nunca ha existido

Cristo es un puto fariseo embustero

todos somos cristos falsarios

 

Déjame clavar otro clavo en tu ataúd. Déjame traicionarte como todos lo hacen. Déjame hundirte la lanza en tu costado. Coronarte reina de los jodidos. Virgen de los desarraigados y leprosos. Déjame mamarte, morderte el culo. Lamerte las nalgas, dedearte. Otra lengua en ti, qué importa. Otro que nada más quiere chingarte…

 

Dios ama a los culeros

 

III

 

Ella busca morirse o matarse, Diez años intentando con el filo del cristal. Glorificando sus venas de mota y mezcal, hundiéndose en el blanco humo de la muerte. Diez años de amasiatos con el alcohol y pastas. Diez años sumergiéndote en los halos de la hierba, en nieblas de inconsciencias, en polvos blancos, océanos alterados.

 

La vida es algo más que un pendejo rap

…no eres chingón nomás por rapearlo…

 

Pajarita sin cielos y sin amores. Tu único sol es la inocencia de tu hija. Vas de carne en carne, de verga en verga de panocha en panocha. De depresión en precipicio, buscando esa noche del corte final, la ruptura entre la luz y la sangre. 

Buscando la redención del desánimo. Buscando consuelo en el moteo y el cristal. Buscando el mimoso beso de la Muerte. Buscando que por fin alguien te abraces y seas un epitafio en una lápida que nadie leerá.

 

Dios no existe para ti, ni para mí. Dios es un artículo demasiado caro, estorbo y carga, para gente basura como nosotros.

Somos ángeles derrotados y despreciados. Somos vómito de Dios padre. Entiéndelo pinche muchacha, no seas pendeja, eres un error desde que naciste, máquina descompuesta, perra furibunda. Perteneces a ninguna parte, eres ninguna parte. Hueles a tumbas, a flores secas. Hueles a herrumbre. Eres tan inocente y pura como la sangre de las vírgenes.

 

No digas que aún hay esperanza

No hay esperanza. Lo sabes

somos páramo y la diarrea de algún demonio

 

Muchacha, a tus veintitrés años, eres emperatriz del cristal, yo un perro loco, desdentado, de casi sesenta inviernos; coincidimos en fosa y cripta, en panocha y lengua, como coinciden la desesperanza y el hastío, como nacen las moscas de la carne podrida, con la furia ardiendo y la esperanza agonizante. Con una fe inexplicable, el uno por el otro, como perros sarnosos, nos aferrados a ser familia, nos aferramos a jodernos y odiarnos, a matarnos o matar al mundo.

Rabiosos de muerte, enfermos de desesperanza. Dos tsunamis destruyéndose, cuerpos con décadas de separación, misma sed de que nos cargue la chingada. Dos hijos del desamparo y olvido de Dios,

 

Hey tú, deja de cavar en mi mente

te escucho dentro mí, cava más adentro

¡oh! se siente tan bien, ese lunático mi cabeza

 

III

 

Un mes compartiendo mota y cahuamas. Sobreviviendo en el mismo féretro. Compartiendo melodramas y pleitos. Compartiendo desvelos y desilusiones. Tú, demasiado cristal, yo, un viejo macho de mierda.

Compartiendo lo que ninguno tiene, un poco de vida, una nada de esperanza y un mucho de frío. Descendiendo a los gélidos avernos de la soledad. A los vergeles artificiales del tártaro. A la inconsciencia del moteo y la cahuama. A la hipócrita felicidad de las máquinas descompuestas…

 

IV

 

Una tarde del sábado, la tomé de la cintura con mis restos de torero y mi orgullo de gitano ilegitimo. Cogí esa tu cintura de cientos de manos, de miles de cogidas y gemidos, cintura de impías huellas por amores furtivos. Cogí ese tu cuerpo, tatuado de navajas y piquetes. Tatuado de dolores e infiernos. 

Te besé un hombro, lengüeteé tu axila, bebiendo la sal de tu piel. Con la sed virginal de tres años de abstinencias. Con el hambre de un hombre desahuciado. ¡Ay del que ha muerto para el amor carnal! ¡Ay del hombre que no tiene mujer, ni verga para ella! Chupé ese tu marchito pezón, de tu teta muerta, con el anhelo del recién nacido.

 

Esta tarde serás solo mía, tan mía, como el viento aprisionado de un suspiro. Tan mía como el sol a la media noche. Hurgue tu oreja con mi serpentina lengua, grotescos arrumacos de macho decadente; serás mía, como antes fuiste de tus ochenta amantes, entre hombres, mujeres y la puta de lo que te hayas cogido.

 

Devoraré los gusanos de tus cuencas. Beberé la sangre de tus menstruaciones, amada meretriz del mundo, hija de tu chingada madre. Asilo de perdedores y canallas, refugio de drogos y yonquis, santa madre purísima del corazón de la mariguana, protégeme con tu vientre.

 

Muchacha de mi lengua, con sabor a esperanza, muchacha del coño de santa virgen María; entre tus carnes rosadas y olor a destierros, entre evangelios crispados y cruces invertidas, encontré el verbo de Dios, coño sagrado, cordero que quita los abandonos del mundo.

 

Esa noche devoré tu coño, entre el sabor a cerveza y la sensación a derrota. Entre los humos de la mota y la oscuridad de nuestros cuerpos.  Mamé a placer desesperado. Lo comí con un hambre de siglos, como si fuera tu panocha, la última panocha en mi vida. 

Besé tu sacrosanto culo como cáliz de iglesia. Chupé sin recato y sin timidez, tu rosado botón. Devoré lo que te resta de inocencia y niñez. Sorbí la mugre de tu ombligo, chupando cada dedo de tus pies. Lamí tu raja hasta sangrar mi alma, hasta olvidar este sabor de vencido y esta derrota de hombre. Este dolor de ya no ser lo que fui una tarde toros, de fiestas y sol.

 

Muchacha del coño bendito y muslo tatuado

muchacha del vientre añiñado y labios sonrosados

como el culo de Dios, ese santo canalla

coño como la inocencia del mar,

raja que te condena al sacrificio

panocha de virgen descuartizada

 

¿Cómo le puedes hablar de luz a un ciego? Demasiado viejo para reeducar pendejas o creer en princesitas malandras. Me gusta la pequeñez de tu raja, su sabor a fruta dulce…

 

¿Alguien tiene el celular de Dios, o del infierno?

sirve para maldita la cosa

 

Metí mis cobardías de hombre en lo profundo de tu vagina. Hundí mi lengua en tus angosturas de mujer, en un segundo parto, en un nuevo alumbramiento, ¿escuchas el canto de las ballenas?, ¿escuchas el llanto de la soledad?

 

Nunca dejes de repetir que me necesitas, miénteme como saben hacerlo las mujeres, perra maldita, te amo, perra maldita, te necesito, chinga a tu madre, te amo, muchacha.

 

IV

 

Podrás ser la puta de las putas. La mariguana más cabronamente mariguana. La cristalera que se consume pavorosamente, con tu rostro churriéndose, dalia negra agonizante, magnolia en decadencia de enormes ojos de adiós. Flor marchita en este desierto, brillando pese a tu oscuridad; estrella luminosa que se extingue, pero aún eres ángel de Dios, ¡pobre muchachita mía, sin hogar ni amor!  

 

V

 

No olvides a tu hija de cuatro años.  No olvides a la gente que te ama. No olvides a tus padres; pártenos la madre, descuartízanos de angustias, la bien amada, a las malas o a las peores. Por tu niña de cuatro años, sálvate, aléjate del precipicio. Deja de caminar en el filo del cristal. Chingada madre no te rindas. Chingada madre deja de jugar al héroe trágico. 

No condenas a tu hija al calvario del recuerdo de una madre muerta de sobredosis. Eres su madre, sangre de su sangre. Tú la pariste, no las abuelas, no el padre. Tu hija es tu carne, es tu prolongación, inocente testigo de tu suicidio, inocente testigo de tu cobardía. Libérala de esa cruz. Hazlo si de verdad la amas.

V

 

Eres la mujer por la que he de morir, lo demás, me vale madre, ya no tengo nada que perder. Moriré de sobredosis por las ausencias de tu coño o apuñalado por tus traiciones

 

Todos buscamos alguien que nos abrace

alguien que nos necesite;

el resto son pendejadas

el resto es una mierda

hey tú, ¿puedes sentirme?

 

En esta guerra no hay sobrevivientes

 

VI

 

¿Te recuerdas de doce años? ¿te recuerdas antes de escribir esa carta a tu madre? Para pedirle perdón por ser como eras. Desde entonces vagas en páginas secretas, en vidas subterráneas, entre motas y malandros. Vagas en la droga de la orfandad, escribiendo a sangre y cristal, ese diario que a nadie enseñas. 

Virgen y carne en erupción, sol estallando de vida y pasión. Desde entonces te marchitas lentamente. Desde entonces te vas dando en la madre, cada vez eres más solitaria y difusa. 

Apenas sobrevive ese brillo de pantera en tus ojos. Apenas sobrevive esa niña que eras a tus trece años. Sobreviviendo a injustas desesperaciones.

 

VII

 

Diez años esperando por tu bendito coño. Diez años jalándomela pensando en ti. Mirando tus fotos adolescentes. Diáfana e inalcanzable. Para ti, fue otra mamada en tu panocha, de tu larga lista de bárbaros y canallas. Para mí, el renacer de las cenizas, el milagro por el que siempre recé.

Tienes un coño pequeñito, inocente botón sonrosado, pequeño pene, como lo llamaste al sentir mi lasciva saliva. Tu culito, tímido, minúsculo ojo consagrado, me sonreía con su culina sonrisa…

 

Llegaste recién bañada, oliendo a maravilla, desnuda de alma y cuerpo, res en el inmemorial matadero de las mujeres, historia de tu condición de sacrificio, por nacer con una herida entre tus piernas. 

Con tu vientre liso y recién rasurado, monte de niñez simulada. Te bendije, me postré ante tu vientre, ante tu maravillosa sonrosada carne de súcubo. 

¡Comed y bebed de cuerpo de Cristo! Haced esto en conmemoración mía, padre nuestro que estás en los cielos…

 

Te despojé de impurezas mundanas. De las infames huellas de miles de besos y sémenes resecos. Eres mi Eva, y mi lengua, la serpiente, Paraíso encontrado de muslos y vientre, bendita sea.

 Te recostaste en mi cama y la epifanía estalló; la sagrada belleza de tus muslos abiertos, tu panocha, tu soñada panocha, sonriéndome desde las extrañas de tu carne, carne roja y húmeda, roja y sagrada, ofreciéndome el manjar anhelado. 

Ofreciéndome tu santidad de mujer, por la que somos hombres. Por la que matamos y nos dejamos matar. Cordero de Dios que puteas los pecados del mundo.

 

Madre, acá afuera se esta tan solo,

me haces tanta falta

tengo tanto frío sin tus oraciones

ojalá pronto te vuelva abrazar…

 

Mi lengua despertó de tres años de adormecimientos. Bendita la que viene en nombre del Señor; mi lengua se metió en la caverna de tu coño,te  comí el tuétano de tus huesos. Sorbí tu alma y sus pellejos.

 Bendita sea la espina de tus mancillados muslos. Bendito sea el cetro de tu carne rosada; me ofrezco a mamarte por la eternidad. Ofrezco mi sangre por comerte cada noche. Bendito el coño que viene en nombre del Señor. Bendita seas, entre las putas y putos del mundo.

 

Coño que quitas los pecados del mundo

ten piedad de esta lengua impía. amén

 

No supe de mí, lo único vivo, mi lengua y tu raja; extrañamente tu raja es hermosa, ¿ cómo puede serlo en una muerta?

 No sé cuántos rosarios recé en tu vagina. No supe de mí, perdido en tus gemidos y humedades. Recuerdo que te metiste dos dedos y te masturbaste frenéticamente. Recuerdo que te los chupe. Me dijiste algo como pervertido o enfermo. 

No sé, la niebla era muy densa y los gritos de las ballenas, ensordecedores, miles de olas estallando, soles derrumbándose, el agudo grito cuando te veniste, mi rostro contra tu vagina, apretándolo con tus manos, tus piernas enredados en mis hombros. La traición se ha consumado, ¡aúllen chacales del mundo! Miles de moscas dentro de mi cabeza…

 Te besé en tus otros labios, los de tu rostro, para lavar mis pecados y renacer. Un beso de compasión. ¿Con un beso entregas a tu maestro?

 

Tú, abierta al matadero ¿acaso sabes hacer otra cosa, mi amada perra loca? Lo haces desde que renúnciate a ser ángel. Lo haces desde los doce años, al despertar a tu orfandad. Al date cuenta que no pertenecías a este mundo. Escapar ha sido tu himno . Huir hasta olvidar que existes...

Yo en mi antiguo oficio depredador, devorándote una y otra vez, en el oficio de ser hombre, de joder a las mujeres,

 

¿Eres ya confortablemente insensible?

 

Volví a ser un hombre, pellejo de hombre renacido, ceniza eres y en cenizas vivirás. Bendito sea el milagro de tu raja. Benditos sean los gorriones de tus pezones y la tímida sonrisa de tu culo. 

Muchacha, la primera mamada es inolvidable. Haz de mí lo que se te de tu chingada gana. Haz de mí, tu esclavo y tu siervo. Soy tuyo y por tu raja he de morir

 

Aleluya, muerto era y me has resucitado

Aleluya, hambre he sentido y me has saciado

sagrado sea tu coño, muchacha de mi mamada

panocha tan amada, aleluya, osana en las alturas

 

 

 

II

 

¿Estás despierta?

 

Dicen, que allá afuera,

existe un mundo de vivos

la verdad no sabría asegurarlo,

desde el abismo únicamente percibo

murmullos y sombras que chocan unas con otras

 

Confortablemente aturdido,

encerrado en estos muros de carne y huesos

un lunático grita en mi cabeza, y no soy yo

 

Transpiro la muerte ancestral de mis difuntos

muerdo la nostalgia nuestra de cada día

hermanos todos en esta maldita costumbre de no olvidar

 

Tú, ¿muchachita de 23 años, todavía sabes llorar?

¿Aún esperas a un Dios?

 

III

 

Has sentido a esos animales invisibles

serpenteando por toda tu mente

hormigueando por tus venas

como te inmovilizan

como se hunden dentro de ti y roen tus entrañas

en ese insondable abismo en que flotas

gotea tu sangre en tu cerebro

gotea tu alma en la nada

sólo quieres cerrar los ojos

sólo quieres cerrar los ojos

sólo quieres cerrar los ojos

caer, caer, caer,

caer, caer, caer

caer, caer, caer,

mientras te dices que todo está bien

 

Nunca nada está bien

Nunca

 

IV

 

No hay días perfectos

se han ido los días perfectos

días perfectos de ser un niño

días perfectos cuando madre vivía

y padre me abrazaba

 

Se han ido los días perfectos

días brillante sol en la mirada

días perfectos de una Sarah en tus labios

de su rostro en el centro de tu corazón

 

Se agotan los stocks de nostalgia

se agotan los días perfectos

se agotan mi memoria de días perfectos

días que nunca habrán de volver

días que nunca han de regresar

 

Días perfectos,

si es que algún día existieron

 

Días perfectos donde la muerte no te rozaba

días perfectos donde no existía el dolor

días perfecto en la lejanía de tus mocedades

 

Desde que murieron tus padres,

no existen días perfectos

 

Ya no hay días perfectos

en el calendario ni en la nostalgia

 

V

 

Esta máquina imperfecta,

cada día se deteriora,

un tornillo, un resorte, un engrane.

cada día es una hazaña que funcione

 

Van fallando los circuitos.

van fallando los engranes

se dañan las conexiones

se dañan los sistemas de alarma

 

Mi fuente de energía se agota

late a destiempo, parpadea

tose con ruidos extraños

a la máquina que un día fui.

 

El tiempo de garantía se agota

se van fundiendo los bulbos y transistores,

en esta vieja máquina que soy

Ya no existe mantenimiento de fábrica

para máquinas de mi generación y serie

mi único destino es el vertedero de chatarra

 

Pertenezco a las máquinas desechables,

a las máquinas descontinuadas,

a las máquinas eternamente descompuestas,

soy una maquina a punto de colapsar

 

Soy una máquina vencida

una máquina fuera de temporada

no hay repuestos para artefactos como yo

no hay suministros, ni circuitos integrados

ni milagros. Dios no repara sus errores

 

La computadora central va apagándose

ya no circulan bytes por mi sistema

no hay resert para mi computadora

ni para mi cuerpo oxidado

 

Estoy en declive,

con la batería de reserva

me faltan oxígeno… y esperanzas

me faltan días perfectos…

 

Alguien pulse el botón en función apagar

alguien desconecte el cable y apague la luz

 

Dios también es una máquina descompuesta

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