Cuento / 1a. parte
La Feria del Libro con dos stands: influyentes y pobretones
Cultura24 de julio de 2023 MARTÍN M. GONZÁLEZLa Feria del libro “Duranguense” se realizó del 14 al 23 de julio en el corazón de la ciudad, en el corredor Constitución que por años ha estado secuestrado por los corruptos cabildos que hemos tenido en los tres últimos gobiernos municipales.
Fue una feria a la sorda. Sin invitar a libreros locales. Sin darle espacio a los escritores de la Sociedad de Escritores, ignorando a todo creador duranguense, excepto a sus ahijados, amigoches y compadritos. Y los inocentes escritores novatos que aúllan por un espacio donde leer su obra, sin dignidad y mucho menos una remuneración.
El gobernador Esteban Villegas se fue a La Velaria a cantar a dúo, panza con panza, cachetito con cachetito con el Julión. Villegas antes que gobernador es un cantante. Y pregunten si el gobernador se paró por la feria. Ni su fantasma. Como esa selfies con libros no dejan popularidad, a quién le importa un gobernador con cultura, si ya tuvimos un expresidente que confesó que nomás leyó tres libros en su vida. La otra pregunta: ¿Si Villegas en su vida ha leído un libro completo? Ni los de medicina.
Ningún librero duranguense se enteró y mucho menos fue invitado. Fue una feria excluyente y muy exclusiva. Vienen desde la capital, con todo el poder y apoyo, de dineros y empresas, de gobiernos y secretarías. Con libreros de todo el país, según anuncian, excepto claro está, los locales, los localitos, los pordioseros libreritos.
Ahora más que nunca, los creadores, los artistas duranguenses somos ciudadanos de tercera o cuarta. Lo dicho y hecho, el artista local, creador duranguense, no existe para la autoridad cultural local. Excepto que seas de su círculo de amistades o recomendados. No por su arte. No por su talento. No por su obra y trayectoria. Por sus palancas y amistades. Solo así se explica que en Durango habiendo tantos cuentacuentos, solo se han invitado a unas pocas gentes, y algunas hasta repiten. ¿Alguien supo cómo se hizo la invitación para participar en las tertulias?, o nomás siendo amistad cercana de los organizadores.
Fue una feria libro no organizada por el ICED. Por ello se lavaron las manos. Pretextaron que ellos no organizaron, que nomás estaban de ayudantes, de apoyo moral y pañuelo de lágrimas.
Esta feria les cayó del cielo, se la ofrecieron. Ustedes nomas pongan el derecho de piso y no se metan en nada. El 23 de abril les valió madre el Día Internacional del Libro. Ahora salen que son promotores de la literatura y de la lectura. Dios, tanta hipocresía.
Un stand por editorial, algunos francamente inútiles, desperdician el espacio como el INE ¿Cómo quién se va llevar uno de esos inútiles librotes que regalan? Hay variadas editoriales, la mayoría de las ya conocidas, como buenos, regulares y altos precios, hacen su agosto en una ciudad que llevaba mínimo diez años de sequía libresca.
Cuando nos arrimamos al ICED a pedir un espacio, como libreros duranguenses con trece años promoviendo la lectura y la literatura, torcieron el hocico y nos dijeron, pos a ver si los organizadores quieren. Nosotros como Pilatos, nos lavamos las manos. Al comentar que llevamos trece años, el señor ministro de literatura se enoja y me dice, si te quejas mejor no hablo. No, su majestad, perdone el comentario, abogue por nosotros, su Santidad.
Y ahí estamos en la Plaza, arrimados, arrinconados, desprotegidos, como mendigantes. Manteniendo el único bastión de los libreros independientes de Durango.
Allá, en el corredor, los privilegiados, los libreros poderosos. A Nosotros, los del mercado del libro, el miércoles 20 de julio nos cayó una tromba. Hubo libros dañados y graves pérdidas económicas. Al Instituto de Cultura le vale madre nuestra suerte, fue nuestro riesgo. Lo que sí es responsabilidad, al menos ética, es abogar por los duranguenses, por sus ciudadanos. Fue lo que nos ofreció el ICED, y sí, el hambre es canija. Ojalá que estas palabras no ocasionen que me quiten del Museo Villa bajo los arcos, porque si así sucede ya me chingué. Es mi único egreso. Lo único donde saco para los frijoles y tortillas con sal (lagrimitas de mártir en el Gólgota), pero no me retracto ni en una coma. Y chingue a su madre el América.
Tal parece que, para el Instituto de Cultura los escritores, poetas, libreros, gatos y perros sin pedigrí, somos ciudadano de la peor ralea. Y mientras no te mantengas calladito, lamiendo suelas, soportando pendejos, estarás fuera de este sexenio. Fuera de todo proyecto y trabajo, en la cultura. Bajo el yugo de estos jóvenes centuriones, prepotentes y soberbios. Bien dicen, que dale poder a un mediocre y se convierte en un tirano.
Haiga sido como haiga sido, estamos al pie del cañón, vendiendo y ofreciendo libros, como desde hace trece años. Haiga sido como haiga sido, tenemos una feria del libro que, aunque cada tres minutos, los funcionarios organizadores, participantes, rebuznen y resoplen que es una feria del libro duranguense. El hecho que se realice en Durango no la convierte en duranguense.
Da gusto ver a la gente en la plaza, con su bolsa, su mochila, mercando libros, buscando un hallazgo literario, ese libro tan soñado, la poesía perdida, los cuentos extraviados, mirando los libros, adueñándose de ellos con la imaginación. O con la mirada. Esculcando en la cartera, en la bolsa, escatimando centavos del mandado, para un librito.
Hay libros para todos los gustos y todos los precios. Aunque el nombre es la feria duranguense, la primera, como la llamaron las autoridades culturales en la inauguración del sábado 14 de julio, pos la neta, no tiene nada de duranguense excepto el nombre. Eso sí, se la apropiaron diciendo que es parte de los festejos de los 460 años de fundación y fundición de nuestro terruño y ghetto.
No importa como se llame la feria, ni que la utilicen para hacerla pasar por un logro del gobierno Villegista. Pueden ponerla feria “Esteban y Lauro”, o “Pancho el de Nombre de Dios”, no importa el nombre, lo que importa es que los duranguenses tengan libros al alcance de su bolsillo y mente, quizá, porque no es garantía, quizá puedan, al leerlos, quitarnos un poco lo pendejo. Pendejos por seguir votando por las mierdas del Prian, Partido Verde y el mismo Morena Durango, lleno de ratas priistas, panistas.
Leer no quita lo pendejo. Leer es un viaje a la imaginación. Una provocación a la inteligencia, un despertar del talento. Excepto si se carece de talento y de inteligencia. Lo que natura no da, Salamanca no proporciona. Ni leyendo mil libros.
Todos los libreros “oficiales” de la feria, viene de afuerita, allende las fronteras de esta bicicletera provincia, editoriales principalmente del antiguo Distrito Federal. Importantes editoriales estuvieron presentes, en su variado abanico de libros. Unos caros, otros no tantos. Eso sí, libros más baratos que las librerías locales, las pocas librerías que sobreviven. Pero no tan baratos como los del Chuy Marín y Felipe Campillo, fundadores originales del Mercado de libros José Revueltas, ese que lleva más de seis años en los arcos del pasillo del museo villa, bajo los arcos. Y trece años en la brega de los libros.
De Durango, en esta feria del libro duranguense, feria duranguense, feria duranguense, repiten en cada acto, en cada pedo, en cada suspiro. Piensan los funcionarios que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad irrefutable.
Durango tiene dos stands, ellos sí, como son los influyentes, adentro de la carpa de la feria, protegidos del frío y la lluvia. Es el stand del ICED y el de Educal. El mercado del libro, los parientes pobretones, afuerita en el pódium de presentaciones, a la intemperie, a la buena de Dios, con la chinga de poner y quitar los libros, con las pérdidas por lluvia, aun así, agradecidos por la “bondad y condescendencia” del ICED.
Más de diez años sin Feria del libro. Gracias a gobiernos fascistas y panistas, políticos incultos y corruptos. Diez años, recordó el director del ICED, el historiador, maestro y demás nombramientos, el orgullo de Nombre de Dios, hijo predilecto, licenciado Pérez Meza, en la tarde de la inauguración. Un Pancho emocionado hasta el llanto, con un nudo en la garganta y ojos de nostalgia abrumadora, recordó que la última feria del libro la aprobó su amado líder y guía espiritual, Esteban Villegas, cuando era presidente municipal.
En ese momento en que se le quebró la varonil voz del Pancho, una salva de aplausos y porras se escuchó. Se cantó el himno nacional y los presentes nos pusimos de pie. Y alzando la mano derecha gritamos ¡Ave César Esteban!
La última feria fue la del Politécnico hasta que el pendejo de ex gobernador Jorge, “el bello”, Herrera Caldera, la manda a la FENADU y valió madre el asunto cultural y de libros.
El Politécnico jamás volvió a instalar a una feria en Durango. El culto y benemérito director del ICED habló de su interés de apoyar a la literatura y a los escritores. Por eso es la pésima convocatoria editorial. Por eso no invitaron a las dos asociaciones de escritores. Por eso la falta de apoyos a creadores fuera de su círculo íntimo.
Bien exclusiva la feria. Queda claro su interés en promover los libros. Como se la ofrecieron charola de plata al gober, cuando se fueron de tour turístico a la feria de Saltillo, ahí se las ofrecieron. Luego vinieron a Durango a volver a ofrecérsela, Según contó el directivo. Casi rogándoles, se puede entender entre líneas.
Pos con trabas y todo, Durango aceptó la feria, sabiendo que no iba a poner ni un centavo. Habrá dinero para Julión y cartelera de ruquitos. Pero no hay dineros para la cultura de los creadores duranguense, para un espacio digno para los escritores y libreros duranguenses, no hay interés, ni ganas, ni voluntad, de hacer una feria inclusiva con libreros duranguense, como dios manda, en una carpa y sobre todo cerca de la gente, no tratados como indigentes.
Más de diez años sin una feria del libro, sin un espacio donde los duranguenses pudieran saciar su imaginación y soñar despiertos. Huir de la realidad de vivir en una ciudad tan jodida y saqueada, solo mercado del libro dando la cara, contra gobiernos fascistas e ignorantes. Nos corrían de todas partes. Ahora proseguimos con el proyecto.
Leer es viajar a cualquier punto de la imaginación. No tengan mido, estrenar su cerebro no les va a doler. Ya dejen su chingao celular, su idiotez hipnotizada de wey, mirando obsesivamente la diabólica pantallita.
Alimenten con libros y lecturas sus dos neuronas antes que fallezcan por aburrimiento. Librería Duranghetto, del escritor, sensible poeta, cronista urbano y de nostalgias, bien cuentero y zurdo, el Chuy Marín, ofreciendo viajes a cualquier punto de la imaginación. Watsap 6183622894
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