Cada vez más cerca la traición de Ebrard

Las campañas de las corcholatas no van muy bien que digamos, demasiados confiados en que la figura de presidente Andrés Manuel López Obrador será suficiente para ganar la presidencia.

Claudia, la candidata favorita, según las encuestas, ya seguida de cerca por el señor ‘espectaculares’, don Adán Augusto, que no ha explicado de dónde sale tanta lana para pagar esos miles espectaculares en las principales y no tan principales ciudades del país.

Marcelo Ebrard simplemente no hace contacto con el pueblo. Ni le interesa. Le importa la clase media y de ahí pa’ arriba. Cada una de sus propuestas lo empujan cada vez más hacia la derecha conservadora. Es favorito de empresarios y medios corporativos chayoteros.

Su amenaza de irse de Morena si notaba algo turbio en las encuestas (es decir si éstas no lo favorecen) ya dejó de tener efecto. Ya lo descartó el cacique de Movimiento dizque Ciudadano, Dante Delgado, que dice que no le darán ni un vaso a Marcelito, en caso de que haga berrinche tipo Monreal y se vaya de Morena.

Claudia cobra fuerza cada día. Ya es tiempo de mujeres en un país de machos. Es Claudia en un país de feminicidios. Ya merecemos una visión femenina. Una visión de la Cuarta Transformación sin hipocresías. Primero las mujeres. Primero las mujeres pobres del país. Es Claudia.

De Monreal y de Delasco, ni para que gastar verbo ni sustantivo. Es Claudia. Adiós Marcelito. Marcelito el judas.

El que debería bajarle dos rayitas, es el Presidente, nuestro presidente López Obrador. Tal parece, al menos actúa con tal, como vocero de la señora X, la títere de Claudio X.

Lleva varias mañaneras hablando y hablando de Xóchitl, que si es esto, que si es aquello, lo otro.  López Obrador la está inflando, publicitando, a una candidata gris, corrupta, enriquecida con contratos con los gobiernos. Debería dejar de hablar de ella. Y hablar de Claudia, de Adán, de Noroña.

Ya son más de cuatro años hablando de Loret, de Ciro, de López Dóriga, como decía mi abuela tepehuana, hablar de pendejos es engrandecerlos.