Cuento / 1a. parte
I
Te quiero, flaka,
sin amor de horarios y tiempos
Te sigo queriendo
ya después del huracán y la tempestad
Te quiero con este calmo amor
en mi incipiente invierno
Ya no soy el de antes
Ya no soy el que fui
ya no soy lava ardiente
te quiero con la tranquilidad del hombre
que se sabe de una única mujer
Del hombre que más que lujuria y sudores
necesita tomar tu mano y dormir abrazados
Del hombre que necesita ese beso tuyo
la ternura de tu voz precipitándose
en esta desolada isla en que me convierto
Por eso te quiero, flaka,
con este amor maduro,
con este amor sin egoísmos ni juramento dramáticos.
Así te quiero
II
¿Cómo eras de niño?
¿Cómo te recuerdas a tus cinco años?
No mientas
Yo era un pequeño Frankesteincito
chaparrón. Gordinflón
piernas arqueadas, zambas
color pinacate renegrido
una enorme cabeza. Cabezón a morir
acentuado por mi cabello estilo natural
un engendro de bodoque
Usaba zapatos con doble plataforma
para corregir mis devastados pies planos
súmenle aparatos ortopédicos
para quitarle a mis piernas sus ansias de charrería
Y zurdo hasta lo siniestro
Especialista en berrinches y chantajes
mariquita ante la chancla
Y aún así festejaba el día de niño en mi jaulita
mientras mi mamita gorila
me aventaba plátanos
¿Ustedes cómo eran de niño?
III
Ahora lo sé
con esa sabiduría cercana a la muerte
con ese sabor de los desterrados
no había amor más cierto
que los años en que te ame, flaka
Lo comprendo ya en el hundimiento de naves
lo comprendo ya en la agonía de suspiros
Siempre fuiste tú,
el latir de mi corazón
Ahora en la perenne esperanza de volver a verte
me sostiene en este derrumbamiento
en este desplome de abismos. Te amo flaka
IV
Nadie destruye a nadie
es una pose romanticona y cobarde
un mito para no atrevernos a vivir
un ridículo miedo para no amar
Nadie es el amor de tu vida
Todos estamos solos
nadie es fiel hasta la muerte.
quizá un perro, a veces un gato
incierta la frase de que nunca te olvidaré
y moriré de amor por ti
Nadie se muere de amor
Cada uno es su arquitecto
Cada uno es su propio verdugo
cada uno elije ser un cobarde o pelear
Inventarse y reinventarse
V
Se pasa uno la vida
desvistiendo mujeres con la mirada
Hurgando intrincadas historias imaginadas
con sus cuerpos. Ardiendo en solitarios infiernitos
Y al final te das cuenta
que al amor lo has despreciado
Y nunca supiste amar
cuando se dio la ocasión
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