Rosario de poemas

Cultura02 de mayo de 2023 Jesús Marín

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I

 

Te quiero, flaka,

sin amor de horarios y tiempos

 

Te sigo queriendo 

 ya después del huracán y la tempestad

 

Te quiero con este calmo amor

en mi incipiente invierno

 

Ya no soy el de antes

Ya no soy el que fui

 ya no soy lava ardiente

te quiero con la tranquilidad del hombre

que se sabe de una única mujer

 

Del hombre que más que lujuria y sudores

necesita tomar tu mano y dormir abrazados

 

Del hombre que necesita ese beso tuyo

la ternura de tu voz precipitándose

en esta desolada isla en que me convierto

 

Por eso te quiero, flaka,

con este amor maduro,

con este amor sin egoísmos ni juramento dramáticos.

 

Así te quiero

 

II

 

¿Cómo eras de niño?

¿Cómo te recuerdas a tus cinco años?

 

No mientas

 

 Yo era un pequeño Frankesteincito  

chaparrón. Gordinflón

 piernas arqueadas, zambas 

color pinacate renegrido 

una enorme cabeza. Cabezón a morir 

acentuado por mi cabello estilo natural 

un engendro de bodoque 

 

Usaba zapatos con doble plataforma 

para corregir mis devastados pies planos

 súmenle aparatos ortopédicos 

para quitarle a mis piernas sus ansias de charrería

 

 Y zurdo hasta lo siniestro 

 

Especialista en berrinches y chantajes 

mariquita ante la chancla

 

Y aún así festejaba el día de niño en mi jaulita 

mientras mi mamita gorila 

me aventaba plátanos 

 

¿Ustedes cómo eran de niño?

 

III

 

Ahora lo sé

 con esa sabiduría cercana a la muerte 

con ese sabor de los desterrados

 no había amor más cierto 

que los años en que te ame, flaka

 

 Lo comprendo ya en el hundimiento de naves

 lo comprendo ya en la agonía de suspiros

 

 Siempre fuiste tú,

 el latir de mi corazón

 

 Ahora en la perenne esperanza de volver a verte

me sostiene en este derrumbamiento 

en este desplome de abismos. Te amo flaka

 

IV

 

Nadie destruye a nadie

es una pose romanticona y cobarde

 un mito para no atrevernos a vivir 

un ridículo miedo para no amar

 

Nadie es el amor de tu vida 

 

Todos estamos solos 

nadie es fiel hasta la muerte.

 quizá un perro, a veces un gato

incierta la frase de que nunca te olvidaré

 y moriré de amor por ti

 

Nadie se muere de amor 

 

Cada uno es su arquitecto

Cada uno es su propio verdugo 

cada uno elije ser un cobarde o pelear

 

 Inventarse y reinventarse

 

V

 

Se pasa uno la vida 

desvistiendo mujeres con la mirada

 

Hurgando intrincadas historias imaginadas 

con sus cuerpos. Ardiendo en solitarios infiernitos 

Y al final te das cuenta

 que al amor lo has despreciado

 

Y nunca supiste amar

 cuando se dio la ocasión

 

 

 

 

 

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