Cómo Caravaggio perdió la cabeza - Parte III

Cultura02 de mayo de 2023 Nuria Metzli Montoya Salinas

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La índole rebelde del pintor barroco lo llevó a varias riñas inútiles. Una de ellas le cambió el sentido a su vida: En un juego amistoso de tenis había arrastrado una estúpida discusión que se hubiera podido resolver con dos palabras, pero el impetuoso artista, no permitiendo la humillación de la falla, se había dejado cargar por la cólera, hasta el punto tal de causarle la muerte a su adversario. El pueblo no veía ya de buen ojo sus arranques, donde se presentaba explotaba una pelea. Era odiado y evitado. Esta vez se realizaría un penoso juicio con el veredicto final de la decapitación para el gran Caravaggio. La alta sociedad, los prelados y gobernantes que daban todo por una de sus obras, ahora temblaban por su suerte. Si, Miguel Ángel Merisi del poblado de Caravaggio había sido condenado a la guillotina. No le quedaba otra opción que pasar el resto de sus días, que no fueron muchos, escapando.

 

                Mientras tanto, en Sicilia, ayudado por la Orden de los Capuchinos, Miguel Ángel volvió a pintar sin parar, cobrando honorarios cada vez más altos.  La mente desquiciada del artista, un año después, octubre de 1609, a 38 años de edad, en una de las más populares tabernas de Nápoles, la Cerriglio, cumplió la enésima riña en la que quedaría malherido. Su instinto inmediato fue huir de nuevo a Roma. En curso estaba la gracia papal que le había conseguido su protector, el caballero Alof de Wignacourt y él deseaba que creyeran en su arrepentimiento. Fue aquí y por esa razón que en 1610 pintó una segunda cabeza cortada, auto retrato como el gigante filisteo: Goliat en manos de David, donde se simula las mismas heridas recibidas en la real pelea a modo de sincero pesar del asunto. De cualquier modo siguió viajando y pintando. Ahora era el pintor más controversial.

 

                Discutida, pero concedida, la gracia llegaba al fin a manos del pintor. Regresaría a Roma como tanto había deseado, triunfante. Pero Miguel Ángel no sabía que sería su último viaje y en el cual, de hombre libre, sería tratado como lo que había sido anteriormente, un fugitivo. Ocurrió así: Había viajado en un barco con dirección a Civitavecchia, dispuesto a llegar a Roma.  En un baúl había estribado tres pinturas encargadas por el cardinal Scipione Borghese con los que debía pagar su definitiva libertad y permiso para trabajar. En su mano, sostenía la carta de la amnistía firmada por el mismo Papa Paolo V.  A su llegada, con el futuro en sus manos, alguien en las Alturas decidía que todo estaba por terminar. Los vigilantes costeros lo habían forzado a doblegarse llevándolo a las autoridades para un trámite de reconocimiento que había durado horas, determinando, al fin, el error de que habían equivocado persona. Al liberarlo, no se había quedado a escuchar las disculpas de los oficiales, delante del muelle sólo había podido ver zarpar a lo lejos su equipaje con destino a Porto Ercole, cien kilómetros más al norte. De aquí se llegaba a la conclusión de su vida.                En un grito desesperado, había buscado la ayuda de la noble familia Orsini, admiradores de su trabajo, quienes lo habían embarcado en un segundo transporte de mar para perseguir su valioso baúl.  Sin comer ni beber, había corrido bajo un sol que le golpeaba la espalda, sin conseguir alcanzar el barco que, mientras él llegaba, éste había vuelto a zarpar. En conclusión no consiguió recuperar sus telas ni su libertad.  Había sido casi libre y reconocido en toda Europa, sus cuadros ya valían cada uno más de mil monedas de oro. 

                No por decapitación ni por herida de arma blanca, Caravaggio murió en una playa posiblemente de insolación e infección.  Su cuerpo nunca fue reclamado ni hubo jamás evidencia de a dónde había ido a parar.

 

                "Miserablemente agitado por el dolor, fluyendo por la playa bajo el sol más ardiente del verano, llegó a Porto Ercole se abandonó, y fue sorprendido por una fiebre maligna. Murió a los pocos días a la edad de 41 años". Su biógrafo Giovanni Pietro Bellori

 

                Las últimas obras de Caravaggio, donde se personaliza degollado, fueron:

“David y Goliat”, se encuentra en España;

“David con la cabeza de Goliat”, en Viena;

“Salomé con la cabeza del Bautista”, en Londres;

“La decapitación de Juan Bautista”, en Italia;

“Salomé con la cabeza de San Juan Bautista”, en España;

“David con la cabeza de Goliat 2”, en Italia. 

 

                De cuánta belleza nos ha privado el arte con la muerte prematura de este maravilloso pincel barroco. Solo doscientos años después de su muerte salió a la luz su biografía, pues fue omitido de la historia del arte, ¿habrá tenido que ver su irreverencia y su carácter tenebroso?

400 años después, en un cementerio de Porto Ercole fue exhumado un cuerpo que coincide con sus características, más no hay la total certeza que se trate de él.

                Existe un gran misterio en el comportamiento violento de un pintor de gran sensibilidad. La toxicidad de la pintura al óleo negro de plomo, predominante en sus pinturas, pudiera haber afectado su cerebro impidiéndole el dominio de la ansiedad, por la aspiración constante o el contacto directo con la piel, afección algo común en los pintores de varias épocas llamada Saturnismo. Alguien más asegura que lo mató alguno de sus enemigos de la Orden de Malta, quizás el mismo Caballero de Wignacourt por traicionar su confianza. Estos datos no pudieron ser verificables en los archivos de Estado de Roma y del Vaticano. De este modo termina la angustiosa vida de un joven artista temperamental con una fama que trasciende, con poco más de cien telas sin firma pintadas de gran belleza y técnica, un innovador de la luz y la sombra como metáfora de la gracia Divina, un realismo en tiempos del barroco, un antecesor de la pintura moderna.

 

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