El hambre: un problema con solución al alcance

Más de la cuarta parte de la comida producida en el mundo se tira a la basura

Opinión19 de febrero de 2023 DANIEL ANTONIO LARA PALACIOS

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La creación de posturas contradictorias es parte de la vida del ser humano desde que se vive en sociedad. Miles de años de acumulación de conocimiento han perfeccionado el arte de solucionar las diferencias sin tener que molernos a golpes o hacer la guerra: la política.

Los impulsos hacia la violencia en tiempos antiguos venían de la limitación de los recursos, es decir la escasez; las disputas entre tribus, pueblos o personas para hacerse de comida, agua, pieles, materiales de construcción, etc. Los altercados eran producto de desesperada búsqueda de la supervivencia en un ambiente de competencia extremo, donde la siguiente comida no estaba garantizada.

Se puede entonces decir que, ante la inminente amenaza de muerte para un ser humano y sus cercanos, la hostilidad y el egoísmo eran posturas hasta cierto punto entendibles, ya que, ante la escasez, para que unos sobrevivieran, otros debían morir; muchas guerras se pelearon en nombre del acceso al agua, a tierras de cultivo o a recursos indispensables para la supervivencia.

Con todo y eso, la cooperación el entendimiento y el altruismo siempre han estado presentes en todas las culturas de la humanidad, de tal forma que los instintos primitivos de la competencia han sido atemperados por la inteligencia, la creatividad, el diálogo, la negociación, la concordia y la justicia.

Si algo bueno ha tenido el capitalismo fue la Revolución Industrial, que transformó el entorno del ser humano al grado que eventualmente se llegó a un estatus de sobreproducción, lo que favoreció el florecimiento de empresas de alcance internacional, pudiendo actualmente encontrar artículos producidos del otro lado del mundo en anaqueles de cualquier tienda.

Esta revolución en la producción no solo impactó a la industria de transformación, sino también a la producción de alimentos con una agroindustria fructífera que para estas fechas produce suficiente comida para alimentar a toda la humanidad y sobra comida que todos los días se desperdicia en los países desarrollados y en vías de desarrollo.

De acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) actualmente se produce en el mundo suficiente para alimentar a 10 mil millones de personas, y según las últimas cifras somos aproximadamente 7 mil 500 millones de habitantes en el planeta, lo que significa que más de la cuarta parte de la comida que se produce se tira a la basura.

Mientras en muchos lugares del mundo la gente muere por falta de alimentos, en algunos países más afortunados, las principales causas de muerte están relacionadas con una alimentación excesiva, enfermedades como la diabetes, ataques cardiacos, cáncer, entre otras, proliferan.

No es un problema de escasez como era antes de la industrialización, es un problema de logística, de no planear economía del mundo, del egoísmo para acaparar recursos y plusvalía generada por el trabajo de los más desprotegidos, por ejemplo, los campesinos alrededor del mundo producen el 80% de los alimentos que todos consumimos pero muchos de ellos carecen de los más básicos insumos para una vida digna.

Algo que muchas empresas hacen es usar modelos matemáticos e informáticos para producir y distribuir sus productos sin desperdicios o con los mínimos posibles, así pueden vender sus productos con la seguridad de que no habrá merma o será mínima esa misma tecnología se podría utilizar para planear la producción distribución y venta de alimentos para evitar los desperdicios, pero no parece ser una prioridad para el capital.

La polarización actual en el mundo viene precisamente de esas desigualdades, la migración de países pobres a países ricos es un problema generado por la injusta distribución de los recursos, los grandes oligarcas del mundo no pueden ver que la productividad aumentaría si todos tuvieran suficiente para vivir con dignidad.

La izquierda ofrece soluciones a estos problemas, con programas de redistribución de la riqueza, impuestos a las grandes fortunas, priorizando que la mayoría tenga lo indispensable para vivir, con la premisa de que sociedades más justas, son más productivas, en un mundo donde se produce un exceso de recursos no debería haber carencias para nadie y más si ya se cuenta con las herramientas necesarias para distribuir con justicia lo generado por todos.

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