¿Soy de clase media?

Injustificable apoyar al régimen de corrupción del PRIAN

Opinión 23 de enero de 2023 Daniel Antonio Lara Palacios

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Después de la Segunda Guerra Mundial se formó en el mundo occidental una nueva concepción de la clase media que englobó una serie de bienes y percepciones a los que había que acceder para incorporarse a este estrato social, se puede hablar de un grado de bienestar económico de suficiencia para cubrir las necesidades básicas de alimentación, educación, techo, vestido, calzado, cultura y entretenimiento; se crearon aspiraciones de que las generaciones futuras vivieran mejor que sus padres.

Eso ocurrió hasta cierto punto en los países de primer mundo, donde las clases medias se establecieron gracias a la tremenda industrialización y a condiciones laborales en cierta medida aceptables, en México se intentó emular lo que se hacía en los países desarrollados al institucionalizar la Revolución pero no hubo las mismas condiciones, debido en gran medida a la corrupción del régimen priista aunque durante las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado hubo en buena medida la creación de clases medias muy endebles como se vería en las dos siguientes décadas.

El trabajo de millones de mexicanos logró construir instituciones y paraestatales de las que se logró traer algo de progreso y bienestar para los más necesitados y la clase media, todo esto desde luego con la dosis de autoritarismo y represión característica del partido hegemónico en el que se convirtió el PRI, que aplastó cualquier intento de las clases medias con mejor educación de buscar condiciones de mayor igualdad para los mexicanos más necesitados; los movimientos estudiantiles y la izquierda organizada fueron sofocadas por la mano del Estado.

Es así que llegamos a la década de los ochenta que significó el inicio del desmantelamiento del Estado poderoso y la entrega de las paraestatales y los servicios, hasta entonces en manos del Estado, a manos privadas.

A partir del sexenio de Carlos Salinas de Gortari se implementó de manera más agresiva el modelo neoliberal que trató de separar el mercado de la mano rectora del Estado, llevando con esto a la precarización de los salarios, constantes devaluaciones del peso y la acumulación de capitales gigantescos en manos de una élite de empresarios cercanos al poder político, que se convirtieron en traficantes de influencias, a quienes se les condonó el pago de impuestos durante décadas.

Este despojo vino acompañado de un cambio en la narrativa de los medios de comunicación masiva, en manos de los mismos beneficiarios del neoliberalismo, que buscó implantar la idea de que cada quien es responsable de su propio éxito financiero o de su fracaso, diciéndole a los mexicanos que si eran pobres era porque no se estaban esforzando lo suficiente aunque se mataran trabajando largos turnos por salarios miserables y con cada vez menos derechos laborales.

Las clases medias y populares fueron las encargadas de llenar el boquete presupuestario del gobierno tras la entrega de las empresas del Estado y la condonación de impuestos a los amigos del Presidente en turno, crisis como la que produjo la transferencia de deudas privadas al Estado a través del Fobaproa en tiempos de Ernesto Zedillo, colocaron a más mexicanos en las filas de la pobreza, la clase media se adelgazó y se precarizó aún más con el paso de los sexenios del Partido Acción Nacional que aceleraron la neoliberalización del mercado.

A causa del neoliberalismo existe en el mexicano, una tendencia a negar la pobreza propia, un orgullo malsano de no aceptar la cruda realidad que lo aqueja, es raro encontrar a alguien que se asuma como pobre aunque sus condiciones de vida no le sean favorables, algo similar pasa con la clase media, que con el hecho de comprar un coche o tener una casa más o menos decente se siente más cercano a la riqueza de Carlos Slim que a la pobreza de quien lava su automóvil o le instala la tubería de su nueva cocina.

Esa distorsión de la realidad parece afectar también a los opositores de Andrés Manuel López Obrador, que ni por error se asumen como neoliberales o de derecha, sino que dicen ser de izquierda o socialdemócratas, y viven en un mundo alterno donde el avión de Joseph Biden no aterrizaría jamás en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, las vías férreas destruyen todo en sureste del país, los programas sociales no sirven para nada aunque pobres y clasemedieros los reciban indistintamente y las refinerías de petróleo son obsoletas por más que siga el mundo dependiendo de los combustibles fósiles.

Ante esta realidad de nuestro país cabe la pregunta: ¿Soy clase media?, la respuesta es fácil, según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, la clase media gana en promedio alrededor de 23 mil pesos al mes, por lo que si alguien gana menos de esa cantidad puede considerarse pobre en términos estadísticos, y para ser considerado clase alta en México los ingresos deben acercarse a por lo menos los 80 mil pesos al mes y aun ganando eso por mes estaría muy lejos de las ganancias de un mega rico mexicano de la talla Carlos Slim que en 2022 después de impuestos obtuvo ganancias aproximadas de 1,428 millones de pesos mensuales según datos de Bloomberg.

Con los datos presentados, no justifica entonces un sector de la clase media su apoyo al modelo neoliberal que los ha venido privando de condiciones más acomodadas de vida cargándoles a ellos y a los más pobres de este país la manutención de un Estado corrupto durante el prianato que privilegió a una muy pequeña camarilla de traficantes de influencias que ha succionado de la ubre del Estado cantidades inconmensurables de dinero y poder, en fin, según esta lógica estábamos mejor cuando estábamos peor.

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