Oposición vacía, mezquina y de opereta

Ante un gobierno legítimo surgido democráticamente con el voto popular, producto de la profunda y dilatada historia de lucha opositora de la izquierda y del pueblo mexicano

Opinión 08 de enero de 2023 Mauricio Yen Fernández

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A cuatro años del terremoto político electoral que sacudió a México el primero de julio de 2018, derrocando al PRIAN de manera pacífica, con la fuerza demoledoras de los millones de votos de los mexicanos, producto de décadas de lucha, del hartazgo, la revolución de las conciencias y la voluntad férrea de un pueblo decidido que se curtió por generaciones en una larga historia de lucha por conquistar su libertad, primero con la insurrección popular por la independencia y su emancipación por más de una década de guerra -1810-1824-, luego en el movimiento social más importante del mundo abriendo el siglo XX, en 1910, para sacudirse los resquicios del colonialismo europeo, por la aguda desigualdad, el racismo, y en busca de la igualdad, los derechos y la justicia social, la revolución mexicana abanderada por patriotas gigantes de dimensión universal que ofrendaron su vida por conquistar los derechos sociales y humanos del pueblo mexicano, la república democrática que se plasmó en la Constitución de 1917, que consagra y garantiza la independencia, la libertad y la soberanía nacional, las garantías individuales, los derechos sociales y humanos, mismos  que se consiguieron con un altísimo costo de más de un millón de vidas para arrancarle a la dictadura de los oligarcas nacionales y extranjeros un poder absoluto personificado en un solo hombre que garantizaba el reparto del país y sus inmensas riquezas a los intereses de una aristocracia criolla que entregó los recursos naturales más  preciados, el patrimonio nacional de todos los mexicanos a un capitalismo imperialista voraz que continuó con el descomunal saqueo neocolonial.

Los seis sexenios que siguieron a “la dictadura perfecta” del partido único de Estado -el PRI-, con un Estado corporativizado con un control político y social absoluto de la población, a través de los tres sectores corporativizados, obreros, campesinos y sectores populares, con caciques sindicales charros, líderes “campesinos nylon” vestidos de casimir inglés, gobernadores y presidentes municipales, burócratas controladores de las clases populares. Periodo del Estado dictatorial, en que el reparto del poder era asunto exclusivo de una clase gobernante caciquil que lo monopolizaba bajo el emblema tricolor que la mayoría aceptaba sumisamente más por costumbre que por convicción, las elecciones eran de mero trámite, ya se sabía que el eterno ganador con más del 80% era el partido oficial que hasta de los colores de la bandera nacional era arte del monopolio del poder político.

En todo este periodo, la lucha de la izquierda por democratizar al país a partir de las movilizaciones obreras, sindicales, magisteriales que desde estas luchas reivindicativas de los derechos constitucionales y por la democracia que a todo lo largo del siglo XX, luego de concluida la lucha armada de 1910 continuó para hacer valer las conquistas y derechos plasmados en la Carta Magna en 1917, con objetivos políticos de clase concretos, desde las trincheras de los movimientos campesinos, obreros, estudiantiles y populares más intensos, se aceleran a partir de mediados del siglo XX, movilizaciones populares que eran perseguidas, reprimidas y sus dirigentes encarcelados, torturados y/o asesinados. 

Los casos más emblemáticos de estas luchas crecientes encabezadas por las izquierdas más diversas, representan la reactivación reiterada en distintos momentos del movimiento zapatista y su lucha eterna por la tierra no resuelta del todo por el movimiento armado campesino y popular de la revolución mexicana, reanudada por sobrevivientes y herederos del ejército libertador del sur, organizados en movimientos agraristas que levantaron nuevamente las banderas de la lucha campesina bajo el liderazgo de Rubén Jaramillo, asesinado junto con su esposa embarazada y su familia por el ejército mexicano en el gobierno de Adolfo López Mateos, masacre que continuó la ola represiva de los gobiernos del priato, reprimiendo al movimiento democratizador de los ferrocarrileros y magisterial en 1959, de los médicos en 1965, que llevó a la cárcel a los principales líderes que buscaban democracia sindical.

La ola represiva contra el pueblo trabajador, obreros, campesinos, maestros, tuvo su epílogo con el movimiento estudiantil pro libertades democráticas en 1968 que culminó con la masacre del 2 de octubre de ese año en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco en la Ciudad de México, con un saldo sangriento por parte del gobierno represor y autoritario de Gustavo Díaz Ordaz, que igualmente llenó las cárceles con jóvenes que por el hecho de serlo, los hacían sospechosos y culpables de los peores crímenes.

A la masacre que ahogó en sangre el movimiento estudiantil del 68, parteaguas de nuestra historia y parto de los montes, le siguieron las secuelas de la represión por medio de la llamada guerra sucia, que persiguió, asesinó a los jóvenes inconformes que habían participado en la gesta del 68 y continuaban la lucha contra el régimen asesino y autoritario, contra un antidemocrático y un sistema cuyos gobiernos se mantenían con la fuerza militar y policiaca, violando las garantías individuales más elementales consagradas en la Constitución general de la república. Régimen autoritario para el cual ser joven hacía sospechosos de subversivos a muchos de los cuales desapareció la tristemente célebre “brigada blanca” en tiempos de Luis Echeverría Álvarez, de quien se afirmaba servía como agente de la CIA y cuya presidencia de la república utilizó para reprimir a todos los opositores abiertos y encubiertos, a través de policías y órganos represivos de espionaje especializados, entrenados, formados en contrainsurgencia y financiados por organismos del gobierno de los Estados Unidos con el pretexto de frenar al creciente movimiento guerrillero que irrumpió en casi todo el país durante las décadas de los años 60’s y 70’s.

El llamado periodo neoliberal (1982-2018), seis sexenios en que la derecha gobernante se quita las máscaras. Fue así como las cúpulas del PRI y del PAN se aliaron para consumar el fraude electoral de 1988 para imponer en la presidencia de la república a Carlos Salinas de Gortari y con éste consolidar el régimen neoliberal privatizador de la economía y de amplios sectores de la vida y desarrollo de la sociedad. Para esto, el Estado autoritario recurrió a la represión de los opositores del amplio movimiento democrático, aglutinado en torno al Frente Democrático Nacional (FDN), con su abanderado, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, indiscutible triunfador de la elección, contra quien la oligarquía nacional e internacional le roba la elección dejando un saldo sangriento de más de 600 cardenistas asesinados. 

En sus afanes y planes, la derecha en el poder espurio alcanzado con el fraude y la represión, los animaba su proyecto antidemocrático de excluir a la izquierda a esa aspiración, a través de implantar de manera artificial y discrecional desde el presidencialismo autoritario del salinato un modelo bipartidista, copiando burdamente el modelo estadounidense del PRIAN, empezando estos “sueños de gibado” con la cesión de sus primeras gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones y senadurías de manera fraudulenta al Partido Acción Nacional. De ahí en adelante y hasta la fecha el PRIAN conforma una mafia política que busca desesperadamente recuperar la presidencia de la república, frente a una realidad adversa desde el terremoto político-electoral de 2018, en que la voluntad popular y de manera pacífica los puso al borde de su extinción.

En los cuatro años del gobierno de la Cuarta Transformación, no obstante, el freno que sufrió por los dos años de la letal pandemia que azotó a todo el mundo, los avances sociales económicos y políticos registrados en México son evidentes e irrefutables y solo la mala fe que obnubila a una oposición que no ha aprendido a actuar congruentemente con su ideología política. Solo han exhibido la carencia absoluta de un proyecto de nación, de un programa mínimo para congraciarse con el pueblo y recuperar el poder, presas de sus propias carencias, recurren a lo único recurso que exhibe sus miserias humanas, su orfandad moral, su vileza y mezquindad que en contubernio y con nado sincronizado con los medios corporativos, voceros alquilados del conservadurismo más rancio, creyentes fieles de la estrategia histórica de la derecha radical, de utilizar y repetir por miles y millones las mentiras como si fuesen verdades únicas e incontrovertibles, estrategia acuñada por el ministro de propaganda Nazi de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels para engañar a través de los medios, fijando una narrativa única como post verdad por medio de la cual manipulan la realidad, tergiversan y mienten abiertamente para engañar y en el extremo de su incapacidad y frustración producto de su derrota moral histórica, injurian, insultan y utilizan las redes para ofender con desahogos obscenos, con frases escatológicas, cargadas con sentimientos de odio profundo.

Carente de argumentos, la oposición anencefálica, vacía y mezquina presume su infinito clasismo y racismo, su bajeza moral y humana, tributos que hermana al PRI, PAN, PRD y MC, amalgamados como PRIANRD, solo por su vacío de ideas, argumentos, su orfandad ideológica, convocados y patrocinados por el poder económico de una oligarquía voraz y mediocre que se enriqueció exorbitantemente del saqueo y la corrupción sistemática en los seis sexenios de privatización neoliberal de empresas y bienes públicos, de manera esquizofrénica, parasitando sobre los órganos del Estado, durante los 36 años del neoporfiriato aún más vil y rapaz

Es tal la esquizofrenia que sufre la derecha opositora que a falta de proyecto, programa político ideológico racional, atrapada en sus propias carencias, contradicciones y enorme mezquindad, solo viven a la espera de algún terremoto, alteración meteorológica o pandemia que implique tragedia humana, crisis económica que afecte a la humanidad, accidente fatal del metro o cualquier alteración de la paz pública, para hacerse de “argumentos” para culpar al gobierno de Andrés Manuel López obrador, o de plano que éste enferme y muera.

El ejemplo de más reciente de su mezquindad y bajeza lo exhiben a toda hora, todos los días utilizando sus anacrónicos medios desinformativos y abyectos, que, en función de la creciente conciencia del pueblo, han caído en total descredito.

La aprensión de Ovidio Guzmán, mediante un operativo planeado por la Sedena en coordinación con la Marina y la Guardia Nacional, llama la atención que igual les inconformó y les causó indignación y críticas que desvaneció su gran mentira mediática hecha bandera política, señalando el supuesto pacto del Presidente con el Cártel de Sinaloa mediante la calumniosa afirmación de que en el 2019 lo dejaron ir por orden de López Obrador, aún y cuando tal medida se explicó en su momento fue para evitar una masacre que hubiese costado un alto número de vidas inocentes, mentira que reforzaron con la absurda afirmación de que el Presidente saludó a la madre del Chapo y abuela de Ovidio, además de la especulación del porqué de las visitas de éste al poblado serrano de Badiraguato, tierra de esta familia de narcotraficantes cuando en realidad en las dos ocasiones en que AMLO visitó esa comunidad, cuyos pobladores viven en la pobreza y sobreviven como otros muchos  poblados de la sierra de Durango, Sinaloa y Chihuahua, que conforman el llamado “triángulo dorado”, giras de trabajo para supervisar caminos que  permitan comunicar esa abrupta región marginada; esas giras de supervisión además de ser anunciadas como todas las que realiza semanalmente con absoluta transparencia el Presidente, fueron transmitidas en tiempo real y ahí están las grabaciones en los archivos del Gobierno Federal.

La bajeza y mezquindad de la derecha opositora una vez más quedó en evidencia y echó por tierra sus mentiras injuriosas que son su única argucia, que no argumento.

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