Un festival fracasado; Un festival sin Ricardo Castro

Un festival con más espectáculos de circo y maroma, que cultura y arte. Un festival Ricardo Castro que será recordado por el obsceno contrato de 8 millones de pesos a Pepe Aguilar, que aun el Presidente no explica ni justifica

Local24 de abril de 2023 MARTÍN M. GONZÁLEZ

web aguilar

Un festival Ricardo Castro sin música de Ricardo Castro. Un festival al gusto y acomodo económico de las ambiciones del presidente municipal, José Antonio Ochoa Rodríguez. Un festival donde solamente participaron los creadores duranguenses políticamente correctos al régimen panista.

Un festival con más espectáculos de circo y maroma, que cultura y arte. Un festival Ricardo Castro que será recordado por el obsceno contrato de 8 millones de pesos a Pepe Aguilar, que aun el Presidente no explica ni justifica.

Un festival de camionetas mordelonas a los turistas. Un pobre y desangelado festival que nunca se mencionó por qué se llama Ricardo Castro, el músico, el pianista que brilló a nivel internacional en la época porfirista. Compositor de una ópera. Un festival Ricardo Castro sin Ricardo Castro. Así de simple. Así de sencillo.

Poca oportunidad tiene los duranguenses de expandir su mente, de liberar el espíritu. El festival Ricardo Castro, la Feria Nacional de Durango (Fenadu) y el Revueltas que en un tiempo la publicidad oficial llamó el festival más grande del norte, el Festival Revueltas.

El festival Ricardo Castro, pese a tener el IMAC a una directora de Cultura cuya trayectoria en el arte y la cultura duranguense es de más de veinte años, la maestra Virginia Ruiz, se curtió al amparo del licenciado Héctor Palencia, historiador y ensayista, de gratos recuerdos.

La maestra Vicko no es autónoma. La maestra es maniatada por los caprichosos y negocios de José Antonio Ochoa. El IMAC hace lo que puede hasta donde el presidente municipal mande y quiera.

En este primer festival bajo el gobierno del panista quedó claro que lo que menos le importa es brindar un ámbito cultural a los duranguenses. Le interesa el billete, salga de donde salga. Lo que deje billete, tal y como se constató del obsceno contrato de 8 millones por un espectáculo digno de un palenque y no de un festival que lleva el nombre de Ricardo Castro. Sabrá Ochoa Rodríguez quién es este músico duranguense, ¿habrá escuchado su música?

El Presidente entiende la cultura como un espectáculo, como un negocio, una oportunidad de ganar billete. Se ha de sentir un antiguo emperador romano, al pueblo pan y circo.

Es muy obvio que pagarle 8 millones a un cantante en declive, que pervive tras la sombra de Don Antonio Aguilar y Flor Silvestre, sin arraigo popular, es un pago muy, pero muy sospechoso. Y sobre todo que como acostumbra José Antonio Ochoa no ha salido a declarar con factura en mano y justificar el porqué del millonario contrato.

Hace falta claridad. Seis meses y Ochoa ya es conocido por su opacidad, por sus rentas turbias, por sus contratos millonarios. Su campaña de chulear a Durango le ha fallado rotundamente. Su paso perronal ya quedó en el olvido. En la inutilidad de su costo.

Transitar en vehículo por las calles de la ciudad es un verdadero martirio, las ves destrozadas, con baches y remiendos. Vas a la Plaza de Armas y las bancas derruidas, carcomidas por el tiempo y la falta de mantenimiento. Es una verdadera vergüenza el abandono de nuestra Plaza, que es el corazón de la ciudad. Si hubiera invertido esos 8 millones en la remodelación de la Plaza otro gallo nos cantaría.

Es triste ir los domingos a la Plaza, ver que las familias no disfrutan de la cultura, del esparcimiento. Lejos los días, cuando los domingos había bailables regionales. Cantantes y tenores. Ya no hay cultura. Ya no hay arte. Ya no hay esperanza. Encuentras puestos y puestos de fayuca china, falsa artesanía. La Plaza en manos de la gente del sur. Se ha apoderado en base al billete y la corrupción del Cabildo.

Sí tenemos artesanos, sí hay actores, pintores, solo que no hay apoyo a los creadores locales, a menos que te hinques de rodilla y lo alabes.

Este primer festival Ricardo Castro, organizado por José Antonio Ochoa Rodríguez, culturalmente fue un absoluto fracaso. Una burla a los creadores duranguenses por parte del gobierno municipal, pese a la buena voluntad de su directora.

El siguiente evento dizque cultural será la FENADU. Todos sabemos que de cultura no tendrá nada. Es un negocio de alcoholes y palenques. De vendimias, de comida y fayucas. De cobrar por cagar. Sin pizca de cultura. Sin un pabellón para el arte. Sin que se contrate a los artistas duranguenses. Y si lo hacen será bajo condiciones esclavizantes.

Es un gran negocio para unos cuantos empresarios y para el gobernador. Es un negocio para el gobierno estatal al rentar a precios elevados los espacios comerciales.

La feria es un gran negocio, pero la feria no es cultural. La feria de Durango no es para celebrar otro año de fundación de nuestra ciudad. Lo menos que brinda la FENADU es arte y cultura. No se promociona la artesanía y gastronomía de Durango. Ni lo que somos como duranguenses.

La feria es para exprimirle la feria a los duranguenses que en manada van a buscar el olvido y el apaciguamiento de las tristezas.

Lauro Arce será muy buen cantante. Será muy primo hermano del Gobernador. Ya demostró que carece del talento de buen administrador. De gestor cultural. Lo demostró en su gris paso cuando fue director del IMAC, nombrado por su primo Esteban cuando fue alcalde.

Hasta cuándo vamos a seguir soportando el nepotismo de los gobernadores que nombran en puestos importantes y pagándoles buen billete a sus parientes y compadres. Lo único que esperamos en esta primera feria organizada por el primo del gobernador es que no existan pérdidas, ni ganancias. Es lo que se le pide.

Por lo pronto se va a gastar la millonada en reconstruir las instalaciones de la feria, que según su diagnóstico, el gobierno de Aispurio se llevó hasta los excusados.

En octubre será el segundo festival Revueltas organizado por el licenciado, maestro en historia y demás lindeces, el licenciado, orgullo de Nombre de Dios, Francisco Pérez Meza, tenemos como referencia el pasado que ya organizó. Un festival modesto y parco, con grupos locales, muy gris, digno de su director. Este este festival Revueltas 2023 mínimo debe contar con 8 millones como el de Ochoa.

A Durango lo esperan años de mediocre cultura, donde ni una convocatoria saben escribir. Somos de una ciudad en garras de una horda voraz de políticos cuya única ambición es salir convertidos en millonarios, la cultura y el arte cada vez más moribundos.

 

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