Desfile fúnebre de la Sección 44 del SNTE

El día primero de mayo del año que corre, tuve la mala suerte de presenciar algo muy patético, que de pronto no supe si era chusco, miserable o ruin, ya que se trataba de observar una procesión, donde eran placeadas las fotografías de respetables maestros ya fallecidos, en cuyo nombre mendigaban justicia.

Pese a que dichos reclamos de justicia no se escucharon, los docentes que los emitieron no se opacaron y la opinión pública dio fe de que ahí estuvieron. Aunque portar las fotografías de los maestros muertos no fuera la estrategia mejor. Sin embargo, la utilizaron antes que se les ocurriera otra peor.

Porque sin duda que, los familiares están expuestos a todo, porque para empezar, fueron víctimas de aquellos Judas del pasado reciente, quienes los vendieron sin un ápice de conciencia y para colmo ahora la novatez, tal vez los haya inducido a que exhibieran las fotos de sus muertos, para conmover a la opinión pública y de pasada exigir ingenuamente a los ladrones a que les paguen el seguro de vida.

La buena fe del magisterio es inagotable, porque basta ver los remedos de lucha a que los inducen. De ahí que los deudos no midieran las grandes consecuencias del ridículo, al prestarse a ser protagonistas y encabezar un desfile fúnebre que, a la hora de exigir justicia, fueron avasallados por el grito deleznable de: ¡Unidad! ¡Unidad! ¡Unidad!

Y ahí está la clave de la ingenua participación, cuyo protagonismo callejero capitalizaron las autoridades, para que ni tardos ni perezosos aventaran la bolita a la dirigencia de la Sección 44, la que en una posición atípica tuvo que salir al quite.

Sin duda o tal vez los reclamantes al ser apabullados por el grito rastrero de unidad, pudieron haber dimensionado el tamaño del error; mientras los oponentes al grito de justicia, sin ningún recato se han de haber sentido satisfechos, porque lograron el propósito de seguir encubriendo a los líderes de la anterior dirigencia, que de forma discrecional le dieron la bienvenida al desorden histórico que en la actualidad priva al interior de las filas del magisterio estatal.

Por eso, insisto en ser reiterativo, que los familiares de los docentes pendientes del pago del seguro de vida, no intuyeron de la quinta columna que el gobierno ha construido con sus propias piezas y que además, posee en su amplio vientre la suficiente fuerza para demolerla en el momento indicado.

De ahí la más obvia evidencia, que sin duda trascendió e impactó en el interés de los reclamantes, que creyeron en algo diferente, pero sin resultados, ya que dieron por buena la apariencia de algo que simulaba ser conmovedor y justo, pero que se vino abajo, cuando aquellos canallas que tal vez le dieron la bienvenida y a la hora de fortalecerla, se atravesaron y tumbaron todo lo que daba visos de un desfile fúnebre, que no conmoviera a las autoridades, pero si las aboyara.

Desafortunadamente el hermetismo e indiferencia del patrón, nos dan cierta luz para reflexionar sobre el ambiente de pérdidas en que el magisterio se encuentra inmerso. Por eso no resulta ocioso mencionar en este artículo, las imágenes miserables que se exhibieron en las redes sociales, que desafortunadamente no dieron cuenta de una lucha efectiva, sino de una pésima estrategia que los dolientes legitimaron con su propia dignidad.