El agua potable en la capital con exceso de metales pesados
Hay otro Durango. Del que ninguno habla. Ese Durango adormecido por el miedo de perder lo poco que tiene. Ese Durango que se conforma con mal comer, trabajar en la maquila o vendiendo en los tianguis.
Ese Durango que ve cómo sus gobernadores se enriquecen brutalmente. Ese Durango mísero y sin esperanza.
Para este gobierno de Esteban Villegas todo va bien. Hay inversión. Estamos creciendo. Aispuro no existe, ni existió. Es una leyenda urbana. La historia de las 41 mujeres duranguenses muertas por la crisis de meningitis es solamente una historia de fantasmas para asustar escuincles por las noches.
Hoy, a un año y medio del gobierno de Esteban, estamos en el Durango de las maravillas. Los duranguenses son felices como lo fueron con Aispuro. Con Herrera Caldera, con Hernández Deras, con Don Porfirio Díaz.
Nos esperan cinco años de ir a la grandeza… y nunca llegar. De soñar en grande hasta que al final del sexenio se convierta en una espantosa pesadilla real.
Ya después, a meses del final de virreinato de Villegas, nos vamos a enterar del desfalco de este sexenio. Ya nos vamos a enterar de los amparos. Y como con Aispuro, se van a detener a unos cuantos peces pequeños para taparle el ojo al macho. Esteban gozará de impunidad y será intocable, como hoy es su amado werito, su exgobernador panista. Y seguiremos votando por el Prian.
Durango es un territorio de impunidad. La más reciente historia política, desde Hernández Deras hasta nuestros días, lo ha demostrado. Sea gobernador o presidente municipal, sabe que gozará de impunidad en sus fechorías y corrupciones que jamás se les investigará por sus desfalcos y podrán gozar de sus negocios y cuentas bancarias, de su enriquecimiento inexplicable.
Saltan de puesto en puesto, de diputación en diputación, de senadurías. Se reeligen, se reparten el botín político, los mismos de siempre ya sea por herencia familiar, compadrazgos, por tráfico sexual y de corrupciones.
Los candidatos del Prian, Gina con sus influencias secretas y prohibidas y la China Hernández, cuyo único mérito es el poder caciquil de su padre, el Ismael, están prometiendo lo que sea con tal de lograr el hueso en el Senado. Se toman videos con gente pobre, gente de pueblo. Hay fotos con la candidata Xóchitl.
Esteban ya ha logrado domeñar a casi todos los medios corporativos oficiales. Los comentaristas políticos, de los canales de internet y de los medios electrónicos, escriben maravillas de sus inversiones, de entregar plumas y pelotas. De ser el mejor gobernado que hemos tenidos y que nos va a rescatar de ochenta años de abandono y miseria, mientras sigue pidiendo préstamos sin control. A este ritmo de Esteban, facilito va a superar el desfalco de 25 mil millones que se dice, dejó José Rosas Aispuro Torres.
En Durango nadie habla de las corruptelas, de los negocios oscuros y rentas desvergonzadas de camionetas perronas, hospitales sin licitación, parque lineal. De contratos leoninos de ocho millones. De cómo se invirtieron siete millones en un teleférico en mantenimiento; pérdidas y ganancias en la FENADU.
En Durango no se dan cuenta del gasto público. Ni de los salarios de sus funcionarios de alto nivel. El virrey nombra a sus funcionarios, por amor y amistad, nunca por eficacia y perfil profesional para el puesto. Ya nada se ha dicho del caso de desvío de recursos en la Dirección de Comunicación Social del gobierno de Esteban. Ni se dirá, pese a que hay denuncia penal.
La política de los gobiernos estatales y municipales, es la nula transparencia, el ocultamiento de datos, la impunidad descarada y la violación del estado de derecho y la nula aplicación de la ley.
Se van acumulando los temas sin resolver, y apenas llevamos un año de gobiernos del Prian en este bello, pero saqueado Durango.
Se habla del eclipse, de la fiesta de la ciudad, de revivir a un Pedrito Fernández, de la banda y del zapatazo. Del regreso del cine a Durango.
Se habla de todo, menos de las corrupciones que se acumulan. El periodismo chayoteo guarda un prostituido silencio.
El miedo de los duranguenses es perder lo poco que hemos acumulado. El miedo a represalias si se denuncia la corrupción. Es un miedo de generaciones, por lo cual hemos aguantado ochenta años de priísmo, y ahora panismo de saqueos. Y cada sexenio la única ilusión es quedar dentro del presupuesto y la nómina, los demás duranguenses a chingarle en el comercio informal, emplearse en las maquilas, las cuales ya se van. O irse de mojados a gabacho.
El problema en Durango es la desinformación. Basta ver los periódicos tradicionales, impresos o en su formato electrónico. Basta verlos canales de los opinadores oficiales. Las páginas en redes creadas por el mismo gobierno, donde los apoyan y chulean.
Nadie dice la verdad. Cierran la mente y los ojos ante el olor del sobre amarillo del chayote. Todos se apiñan a mamar del presupuesto. A los duranguenses se les da festivales y festivales. Y así será hasta el próximo sexenio. Nada pasa en Durango. Ni Dios ni la esperanza.
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