Candil de la calle y obscuridad de su casa

Cuando los partidos de izquierda se integran al Estado, vía el registro y la prerrogativa, acaban mimetizándose. - Adolfo Gilly

Local 30 de octubre de 2023 Sergio O. Delgado Soto

web morena

El sábado 21 de Octubre hubo una concentración en la Plaza de Armas de la ciudad de Durango de inconformes con lo que es Morena actualmente en las entidad, o lo que han hecho de él las dos directivas estatales: una encabezada por Rosendo Salgado, originario de la Ciudad de México e impuesto por “dedazo” desde el CEN por la entonces titular del mismo, la empresaria Yeidckol Polevnsky; la otra, encabezada por Lourdes García, hija política de su predecesor en el cargo, Otniel García Navarro, un  priísta de muy larga cola de corrupción y a quien impuso, también desde el CEN, otro priísta de origen, Mario Delgado Carrillo, que al igual que la Polevnsky impidió que fuéramos los morenistas duranguenses los que eligiéramos democráticamente a nuestras dirigencias municipales y estatal. 

En tanto fundador que soy de Morena en esta ciudad capital, tengo muy presente que las reuniones de quienes vimos nacer al nuevo partido eran a un lado de la Plaza de Armas; para ser precisos, en el segundo piso de un inmueble que ya desde entonces era restaurante y bar. Lo que proponíamos algunos rebeldes ya por muchos años a lo establecido en Durango por el viejo régimen priísta, era meter a Morena en la lucha social, porque es en ella donde surgen los partidos, sus líderes naturales y sus programas de trabajo, programas que, entre otras cosas, definen el contenido de las actuaciones de nuestros representantes en los cabildos, los congresos y en los puestos de gobierno.

Para desgracia de Morena, esa propuesta nuestra, por lo demás lógica, no prosperó. Digamos que se impuso la posición de una mayoría que todo lo dejaba en manos de López Obrador, uno de ellos, no se me olvida, fue un profesor de nombre Silvestre Flores, que era el que 1) recibía mensualmente los 30 mil pesos que enviaba a Durango el  CEN y cuya otra responsabilidad era 2) distribuir en el Estado o por lo menos en esta ciudad el periódico del partido, lo que, a decir verdad, se hacía mínimamente, porque el periódico, en su gruesa parte, acabó durmiendo el sueño de los justos en un cuarto de la sede de la organización.

Con un Morena así, que en los hechos no era ni movimiento ni partido, fue de lo más lógico que más temprano que tarde los puestos de dirección a los dos niveles cayeran en manos de priístas de pésimos antecedentes que saltaban como chapulines a Morena porque el PRI era en Durango, como en todo el país, un Titanic camino a la desaparición. Y es justamente a esos priístas vestidos de guinda a los que hay que sacar, pero ya, de Morena para no hacer el ridículo en el proceso electoral de 2024, cuando estarán en juego la Presidencia de la República, algunas gubernaturas y nuestras representaciones sobre todo en el Congreso de la Unión; es decir, tanto en la cámara baja (la de diputados), como en la cámara alta (la de senadores), en los que Morena debe alcanzar la mayoría calificada para que la 4T continúe y entre otras cosas logremos limpiar y democratizar al Poder Judicial, particularmente en sus instancias superiores, que es lo que están demandando 8 de cada 10 mexicanos hartos de que la justicia, sobre todo para los de abajo, no sea ni pronta ni expedita.

Tan mal anda Morena en Durango, que Margarita Valdez, sin antecedentes en la lucha social, llegó sin hacer escalas a la Cámara de Senadores, en donde, hay que reconocerle dos cosas: 1) su  participación regular, inteligente y valiente en los debates con la oposición del PRIANRD y con el carroñero Movimiento Ciudadano (MC), como también 2) algunas interesantes propuestas legislativas inherentes a su profesión (la Medicina), lo que no ha sido el caso de ese senador “carbonato” -porque repite en el cargo- que es el petista “Gonzalo” Yáñez. De hecho, el popular “Tirantes” nunca se ha distinguido como legislador y sí como levanta dedos, un florero, para decirlo de otra manera, que nos sale muy caro a los contribuyentes. 

En lo que sí son hermanos siameses “Gonzalo” Yáñez y Margarita Valdez es en su despreocupación por Durango, cuando paradójicamente es al Estado que representan. Si bien en “Gonzalo” esto es muy lógico, por lo que ha devenido en Durango el PT: un partido, ya no de acción, sino de opinión, testimonial, lo cual, de seguro algo tuvo que ver con el regreso del PRI a la gubernatura del Estado en 2022. Empero, mientras que al “Tirantes” ya no se le ve por aquí ni si Dios quiere, de la doctora no se puede decir lo mismo, porque ella sí viene con frecuencia a esta ciudad que la vio nacer y dado que el mayúsculo atraco al erario, obra de Aispuro, su mujer y los 40 ladrones de su gabinete era, aquí, del conocimiento público, que el petista y la supuesta morenista hayan pasado de largo ante algo tan evidente los convierte automáticamente en cómplices de ese delito fraguado desde el vértice del poder y en gran escala.

Ahora bien, para los que conocen a Margarita Valdez desde su paso por la Universidad Juárez, esa su doble cara como política en absoluto los sorprende. Sólo así se explica que cuando los académicos de avanzada en esa Máxima Casa de Estudios deciden crear un sindicato independiente, el STAUJED, Margarita se afilia al sindicato blanco impulsado y creado por la Rectoría, que fue el mismo caso de las APAUNAM, creadas por la Rectoría de la Universidad Nacional para contraponerla al independiente y primeramente creado STUNAM. Ahora que cuando por instrucciones del ya entonces ex gobernador Ismael Hernández Deras se toma por asalto el Edificio Central de la UJED, a la lucha por la recuperación de la autonomía de esa Máxima Casa de Estudios Margarita se incorporó ya muy tarde, lo que no fue el caso de Palmira Maldonado, entonces secretaria general del STAUJED, que estuvo al pie del cañón desde el principio hasta el fin de esa batalla.

Lo que desde mi punto de vista explica, y mucho, que Margarita se haya hecho de la vista gorda ante el pésimo gobierno de Aispuro fue el nombramiento, en Marzo de 2019, de su sobrino, Jorge Antonio Reyes Valdez, como delegado del Instituto de Antropología e Historia en Durango y del cual yo me percaté accidentalmente por un canal de televisión local que lo hizo público. De entrada debo reconocer que por el impresionante currículum del designado el nombramiento me pareció de lo más propio y merecido. Sin embargo, cuando empieza a construirse en pleno Paseo de las Alamedas un edificio de la Universidad Autónoma de Durango (UAD) de 8 pisos, mi satisfacción por ese nombramiento se vino abajo, y no por casualidad, sino por lo que dice la Ley del Patrimonio Cultural del Estado respecto a paseos de tanta tradición, belleza y, por su arbolado, proveedores de oxígeno como ese: que debe respetarse su fisonomía. Si bien el INAH es una dependencia federal, ante el anuncio de esa construcción y suponiendo que el delegado por angas o por mangas la haya autorizado, debieron haber salido al quite para impedirla el presidente municipal y el gobernador del Estado. Si no lo hicieron, los ciudadanos, por sentido común, estamos tentados a pensar que al igual que al delegado la UAD les dio su moche. Y si de esto la senadora por Durango Margarita Valdez no dijo ni pío, júrelo usted, amigo lector, que fue por proteger la chamba de su sobrino.

Pues bien, es esta misma camaleonesca senadora la que ya anda haciendo su luchita para repetir en el cargo, de ahí una reciente reunión y una foto con las mujeres de Morena que tienen puestos en el Cabildo y en el Congreso, como también con Lourdes García, impuesta por Otniel García Navarro en la presidencia del Comité Ejecutivo Estatal de un Morena que sigue sin ser ni movimiento ni partido, ausente en grado sumo de la lucha social y cuyos representantes en el Cabildo y en el Congreso no sólo se mueven como perros sin dueño, sino que acaban cayendo en el juego al enemigo. Ahí están como botones de muestra la diputada por segunda vez Sandra Amaya, que sigue siendo panista y que hoy tiene la desfachatez de decir que Esteban Villegas es su amigo, y del regidor Jorge Silverio Álvarez García, que ante un reclamo que le hice por no cumplir con sus obligaciones como integrante de la Comisión de Cultura, cheque nomás, amigo lector, la respuesta que me dio: “No atendí su asunto porque no me dio mi rechingada gana”. Renovarse o morir, that is the question para Morena. No hay de otra.

 

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