La otra “verdad” de la feria dizque duranguense

Local24 de julio de 2023 JESÚS MARÍN

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Esta tan mentada feria "duranguense" que de duranguense nomás el nombre. Sí, libros y juguetes. Sí, libros de varias importantes editoriales. Se agradece que Don Lauro Arce, el poder absoluto de la cultura en la ciudad, mandamás del ICED y del IMAC, por el divino privilegio de ser carnalito del Gobernador, moviera sus influencias para que los trúhanes del Cabildo, las meretrices regidores, que se venden por unos centavos y son fieles lacayos arrastrados del oscuro rentador y enchuleador de la capital, uno de los peores alcaldes del país, igual que el gober, Antonio Ochoa, soltaran la Plaza de Armas. Esa plaza tan prostituida por los gobiernos municipales.

Durante esta feria del libro se reactivó la precaria economía local. Los negocios de comida, vendían y tuvieron clientes. Se veía gente, vida, gastando lo poco que se gana con estos míseros salarios, pese a que a cada rato Villegas anuncie que vendrán tiempos idílicos. Vendrán trabajos con súper sueldos. Los paleteros hacen su agosto con el calorón, después de la lluvia. En la Plaza lo único que hay más que paleteros son las bancas.

Si el gobierno tuviera la sensibilidad de atender que la cultura sí es negocio. Que la cultura sí deja ganancias, organiza más de estas fiestas culturales.

Es bonito ver una plaza así, gente y libros. Los vendedores ambulantes de frutas, aguas frescas, sándwiches, tortas. Todo se vende en la Plaza, hasta las suegras. La plaza luce chula de bonito, hasta una manita de gato les dieron a las bancas.

La única piedra en el zapato, no de ahora, ya de años, Durango ofrece su centro histórico a los turistas gringos y nacionales, pero sigue sin atender las necesidades humanas básicas. Esa maldita costumbre de ser animales y desechar los residuos de los alimentos, es decir cagar.

A los organizadores, del ICED, de la feria -al ICED principalmente, ya que son los anfitriones-, no tuvieron la ocurrencia de instalar baños públicos. Supongo que él no tiene culo. Ni cagan. Y si cagan, han de cagar rosas a como tratan a los duranguenses.

No hay dónde cagar en el centro histórico, ni en esta feria. Solo existe un único y solitario baño público en toda la ciudad, en los bajos del multifamiliar Francisco Zarco. En los negocios, restaurantes, fondas, farmacias, no prestan el baño. Ni pagando los millones. Y eso, no es de Dios. Cagar es un derecho divino.

Una verdad irrefutable es que todos cagamos, sin distinción de sexo, edad o religión, seas ciudadano, funcionario cultural, chale hasta los perros cagan. Cagar es la verdadera democracia universal.

Ahí fallan las secretarías de Turismo de Durango. En la Plaza no hay baños públicos donde cagar, soltar el mojón, liberar la tripa. Los restaurantes con enormes letreros: “no prestamos el baño. Es exclusivo para clientes.” Ni aunque nos escurra el mojón por debajo de la pierna del pantalón.

Algunos negocios hasta te exigen el ticket de compra de su establecimiento para permitirte zurrar. Tienes que ir al Coppel (con un excusado y un mingitorio, en las alturas del segundo piso) o en el café Da Vinci que abre allá por el mediodía y sufres unos terribles y estrechos escalones hasta el limbo para obrar, pagando siete pesos. Se extraña a Sanborns. Por cinco pesos cagabas a placer y en baño de lujo, oloroso a limpieza y brillando de higiene.

No hay una cultura de turismo por parte de los empresarios para que la gente cague. Solamente les interesa el billete, no brindar un servicio integral. Cagar es un placer divino, pero en la ciudad nuestra es un lujo milagroso.

La primera feria duranguense que de duranguense no tiene nada, amenaza con repetirse cada año, de los cinco que por fortuna le quedan a Villegas. Ojalá y sí. Los libros siempre son indispensables. Y que en la segunda feria duranguense, sí exista respeto y trato digno para los creadores duranguenses, escritores y libreros.

 

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