
En Durango capital: Aunque soplen y griten las campañas no prenden
La oprobiosa reelección de ambos; los dos están enfermos de poder, no convencen a los electores. En el ánimo de la ciudadanía, nunca se había visto tanta apatía y tanta frialdad
Por fin sacó el cobre el alcalde panista Antonio Ochoa Rodríguez. Ese que decía que tenía tamaños huevos. Pos’ no, salió pura mariquita sin calzones. Puro Juliancito Bravo. Salió huyendo, corriendo, tumbando gente, cagado de miedo con la cola entre las patas, su larga cola de rata, huye del Cabildo municipal, esa cueva de ladrones de los regidores, ante los reclamos de los comerciantes y ecologistas, ya cansados de los desmanes que hace su gobierno, hasta la madre de sus pillerías y cobros injustificados, cerrar comercios, no renovarles sus permisos para chambear y llevar los frijoles a la mesa, de quitarles su fuente de trabajo. De permitir talas ilegales.
Ochoa Rodríguez, el famoso enchuleador y enculeador de Durango no negó su sangre de panista, haciendo honor a su gurú Felipe de Jesús Calderón, exhibe su sangre de cobarde. Y sale despavorido, escapando de la caza de ratas, no vayan a embarrarlo de huevos apestosos como bien se merece.
Es el Presidente Municipal, se supone que gobierna a la ciudad de Durango. Es el número uno del municipio. La máxima autoridad. Debe solucionar sus problemáticas, escuchar a cualquier ciudadano, es su deber y trabajo. Se le paga una fortuna mensual como sueldo, mas gastos de comidas, de celular, gasolinas y sus borracheras en el Museo de la Ciudad cuando lo cierra para hacer sus bacanales.
Se le pagan casi 140 mil pesos mensuales. En vez de enfrentar los reclamos ciudadanos. En vez de dialogar y escuchar las demandas de los ciudadanos, ofrecer soluciones. Dialogar. Sale huyendo por piernas. Se fue entre gritos y pancartas, huevos y madres, cebollas y víboras, el oscuro Alcalde, rentador de cuanto se deje rentar y le deje ganancias, con la comisión de por medio, no tuvo el valor para enfrentar su ineptitud y pillerías.
Y luego se pregunta, cómo es que está calificado entre los peores alcaldes de México. No es lo mismo pagar contratos inflados de ocho millones a cantantes en declive, que enfrentar el enojo y el disgusto de los ciudadanos.
Enfrentar a comerciantes que sobreviven de su trabajo y que por años han mantenido a sus familias y que ahora la voracidad de este gobierno de Toñín Ochoa quiere perjudicarlos para saciar el hambre de dineros de este insaciable panista, quiere joderlos, sacarles más dinero.
Es obvio ya el pillaje de Ochoa, inventa impuestos. Falsifica cobros de prediales. Aumenta el servicio del agua potable nomás por su capricho. Y ofrece descuentos de 50% en multas de las perronas que rentó por dos años por un millón 300 mil pesos, en vez de comprar las camionetas.
Tal parece que hay una rivalidad entre Villegas y Ochoa. Una competencia de ver quien es más uña larga. Lo único malo es que los jodidos seremos los ciudadanos de Durango.
La oprobiosa reelección de ambos; los dos están enfermos de poder, no convencen a los electores. En el ánimo de la ciudadanía, nunca se había visto tanta apatía y tanta frialdad
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