Cuba no es como la pintan: Abrir los ojos en La Isla Grande

“Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.” -José Martí

Internacional23 de enero de 2023 Dra. Celeste Sánchez Romero

Cuba no es como la pintan

Publicado en el periódico “Órale que chiquito” el 29 de agosto de 2012.

 

Desde la ventana del avión, comencé a ver caricias color turquesa en el mar, entonces, supe que estaba por llegar. En cuestión de segundos vi la tierra cálida y misteriosa que me atrapó para siempre.

A veces tenemos obsesiones -ideas que con tenaz persistencia asaltan la mente- desde la infancia, la mía era Cuba. Algo comenzó a centellear en mi cabeza, desde que vi la bandera y el nombre en el diccionario, cuando escuchaba a mi papá ofrecer una “cubita”, cuando veía al “Ché” en las playeras de mis primos sin saber quién era, escuchar de una maestra de primaria una historia de miseria en Cuba, ver reportajes en la televisión en el mismo tenor. Hay mexicanos que no superan esa etapa y no pueden formarse un criterio auténtico sobre la situación de Cuba, se quedan con la fotografía magnificada de la Cuba del “periodo especial” - período de crisis económica resultado de la desaparición de la Unión Soviética en 1991 y del Consejo de Ayuda Mutua Económica (entre países socialistas), así como por el recrudecimiento del bloqueo norteamericano-, fotografía de una crisis más que superada, fotografía que vende Estados Unidos, porque no le queda de otra más que manipular la percepción mundial del único país que es auténticamente independiente de su “imperialismo diplomático”.

Desde el triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, desgraciadamente, América sigue siendo para los “americanos” –como se autonombran los potentados estadounidenses-; pero afortunadamente, desde entonces, Cuba es para los cubanos.

A partir de que me forjé la idea anterior a base de información histórica, indicadores de bienestar social y pláticas con más personas que conocí en mi vida, admiré lo que Cuba representaba, al menos en mi mente y en la de muchos; sin embargo, pude captar la realidad con todos mis sentidos hasta este mes de agosto que pude visitar por primera vez dicho país. Lo que viví me sorprendió, para bien.

 

El pueblo cubano posee un patriotismo auténtico, sostenido por la historia de su identidad, de su realidad y no pendiente de un partido de fútbol. Por doquier se ven las cinco franjas blanquiazules y la estrella en el triángulo rojo, junto a la bandera rojinegra del 26 de julio –día en el que comenzó la Revolución Cubana-. En las calles y carreteras leyendas de civismo, conciencia y orgullo: “Viva Cuba Libre”, “Barrio por Barrio: Revolución”, “Cuba no teme a las mentiras, ni se rinde ante las presiones”, “Matanzas (nombre de una provincia), pueblo laborioso, revolucionario y culto”, “Unidad, productividad y eficiencia”, “Cuba sí”, “Cuba nunca volverá al pasado”, “Con todos y para el bien de todos”, “El Socialismo, la única vía para seguir siendo libres e independientes”, “Lo que aquí se recauda es para el Pueblo”, entre otras.

Llegué a La Habana con miedo a la decepción. Hubo gente que me comentaba en Durango “Te van a pedir hasta lo que traes puesto”, “Allá las mujeres se mueren por un bilé y los niños por un dulce”, “Atesoran los chocolates”, “Se van a querer casar contigo para que los saques de Cuba”, “Ni te lleves esa falda porque está bonita y te la bajan” o “las mujeres se prostituyen por jabones”. Ingenuamente pensé que despintarme las uñas y llevarme sólo un par de sandalias sería algo sensato para no llamar la atención.

Enseguida que llegué y vi a los cubanos por las calles, supe que todo lo anterior es una mentira, lo confirmé el resto de los días que estuve allá, buscando lo que la gente –que ni ha ido- me decía que encontraría: la colonia pobre que no tiene drenaje en la periferia de la ciudad, siempre fijándome si por ahí veía un bache, un pordiosero exhibiendo partes de su piel desintegrada, el joven frustrado porque no pudo entrar a la universidad  o que no encuentra trabajo, las mujeres desmaquilladas y con ropa humilde, niños con manchas blancas en la cara por falta de vitamina B12, gente estresada por la situación económica, pláticas sobre los crímenes que ocurren, hostilidad, desconfianza, gente rústica y enajenada, hambre, hastío, degradación de los ideales humanos, inconciencia, ganas de huir de la realidad… ¿A qué les recuerda? A mi también…Tristemente, me sorprendí buscando a México en Cuba, jamás lo encontré, en ningún rincón se reflejó.

Conocí andando por las calles, la antítesis de la lista anterior.

Reconozco que esta colaboración es muy subjetiva, precisamente está orientada como una introducción, es el intento de dibujar un panorama, es la invitación a leer las siguientes entregas de esta serie de artículos sobre Cuba, en la que abordaré temas por separado, siendo más específica, pero nunca olvidando compartir la siguiente fascinación:

Nunca imaginé que conocer la realidad de un país me llenara de tanta esperanza y vida. Que el Mundo tenga la oportunidad de conocer el ejemplo de Cuba y desechar la desinformación mediática del sistema que le roba la soberanía a todos los países, menos a la Isla Grande que ahora es mi refugio a donde siempre regresar para recordar que es posible existir feliz, equilibrada y dignamente en esta vida cuando un Pueblo se decide.

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