El poder de la colonización ideológica

Del Imperio Romano al decadente imperio sionista-estadounidense

Internacional30 de enero de 2024 PATRICIA BARBA ÁVILA

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El anacrónico privilegio del veto y el uso abusivo del Consejo de Seguridad por parte de los poderosos, entronizan un nuevo colonialismo dentro de las propias Naciones Unidas.” (Fidel Castro ante Asamblea Gral. ONU, 1996)

Sin duda alguna, para que triunfe y se mantenga la dominación colonialista-imperialista de oligarquías como la que “gobierna” los E.U. y que he dado en llamar USA Corporation, es indispensable otro tipo de colonialismo: el que se impone en la mente de las sociedades mundiales a través del constante golpeteo mediático que incluye cine, televisión, radio, prensa escrita, literatura (libros, revistas, etc) y más recientemente la internet con las plataformas llamadas erróneamente* “redes sociales” como YouTube, Facebook, Instagram, “X” (antes Twitter). 

Este fenómeno de la colonización ideológica de millones de seres humanos de cualquier estrato social y cultural se hace visible en cada instancia en la que se debate situaciones que involucran la lucha insurgente de pueblos invadidos, saqueados, torturados y asesinados mediante todas las modalidades que el imperialismo depredador ha creado. Esta colonización es una herramienta imprescindible para los saqueadores y terroristas por excelencia, USA Corporation y sus secuaces en la decadente Unión Europea, porque logra el apoyo de sectores sociales a todo tipo de atrocidades disfrazadas de “defensa de la seguridad nacional”, “defensa de los derechos humanos”, “lucha por la democracia” y cualquier otra frase pomposa destinada a justificar lo injustificable. En este tenor y para los efectos de ilustrar qué tan amplia y profunda ha sido la colonización mental, voy a citar dos casos que fueron llevados ante la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia respectivamente: la “invasión” (SIC) de Ucrania por parte de Rusia y el genocidio sin precedentes que el sionismo israelí ha venido llevando a cabo contra el pueblo palestino desde 1947 con la bendición de la inútil y cómplice burocracia de la ONU. En este sentido, es imprescindible establecer diferencias abismales entre un caso y otro.

Para los efectos de tal diferenciación, es necesario hacer un poco de historia. Hay que recordar que con el apoyo del poderoso sionismo internacional con sede en Gran Bretaña y los E.U., principalmente, en 1948 la ONU decidió entregar el 55% del territorio perteneciente y habitado desde siempre por el pueblo palestino, a una camarilla de fanáticos del fundamentalismo sionista que tomando cínicamente como pretexto el holocausto contra los judíos en Alemania durante la II Guerra Mundial, mismo que los poderosos banqueros sionistas jamás impidieron, como resultado de su influencia en Naciones Unidas para despojar a los palestinos de su territorio, negándoles además, el reconocimiento a su estatus de nación soberana e independiente. Desde aquél año fatídico hasta la fecha, el gobierno genocida israelí ha perpetrado los crímenes más horrendos con absoluta impunidad y para justificarlos, la maquinaria propagandística financiada por los mismos oligarcas sionistas ha llevado a cabo una permanente y eficaz campaña de colonización ideológica que, lamentablemente, ha logrado penetrar hasta sectores progresistas y de izquierda que lo mismo que condenan el “terrorismo” de Hamas, la verdadera insurgencia palestina que, a diferencia de la Autoridad Palestina, siempre ha defendido el derecho de su pueblo a ser reconocido como nación soberana, también exigen a Rusia detener su “invasión” de territorio ucraniano. Y en este punto cito los elementos que claramente marcan una abismal diferencia entre el caso del genocidio israelí y el de la intervención del gobierno ruso en defensa de las poblaciones rusas en la región del Donbass en el este de Ucrania. 
En este tenor, es menester recordar la injerencia de USA Corporation en 2014 en la llamada “primavera” ucraniana con el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich, quien, coincidentemente, era partidario de mantener la neutralidad de Ucrania, es decir, su no afiliación a la Unión Europea y al matón a sueldo del imperialismo sionista conocido como la OTAN.  Por esa postura, la USAID y la NED financiaron a la “sociedad civil” que organizó protestas contra Yanukovich.  Desde principios de 2014 hasta febrero de 2022, el gobierno ruso intentó que Ucrania respetara los acuerdos de Minsk que buscaban la paz en la región. Eso no ocurrió porque USA Corporation colocó en el gobierno a un ex cómico, Volodimir Zelenski, como su marioneta para provocar, a toda costa, mediante ataques a la población rusa en el Donbass, la intervención del gobierno de Vladimir Putin en apoyo de los referéndums que dicha población llevó a cabo para solicitar ser reconocidos como parte de la Federación Rusa. 

No hay que olvidar que lo que siempre han querido los llamados “neocons” dentro del gobierno norteamericano, dominado por los poderosos lobbies que financian a un enorme porcentaje del congreso de ese país, especialmente el lobby sionista, es controlar y beneficiarse de la inmensa riqueza y recursos naturales de Rusia, pensando que tras el desmantelamiento de la URSS después de la muerte de Boris Yeltsin podrían fácilmente saquear la riqueza rusa sin ningún tipo de oposición. Vaya error pues la llegada al poder político de Vladimir Putin frustró sus planes. No es de sorprender el profundo odio que el establishment en USA Corporation y sus secuaces europeos profesan por el presidente ruso. No obstante, los intentos de aislar a este país sometiéndolo a sanciones y utilizando a Ucrania para iniciar un conflicto que busca instalar otra base de la OTAN en la frontera entre estas dos naciones, no sólo han fracasado sino que han causado una visible catástrofe económica y social en la Unión Europea y en los E.U., además de afectar las cadenas de suministro a nivel mundial con la consecuente inflación y afectación de varias economías del planeta.  

En virtud de lo anterior, las siguientes preguntas son obligadas: 1) ¿Cómo reaccionaría el gobierno norteamericano, mexicano, canadiense, o de cualquier otra nación, ante la posibilidad de que otro gobierno intente colocar una base militar en su frontera? 2) ¿Aceptaría México, E.U., Canadá o cualquier otra nación que su gobierno sea acusado de “genocidio” por defender la soberanía de su territorio ante una inminente amenaza, dada la larga historia de invasiones y violaciones de derechos humanos por parte de los distintos gobiernos estadounidenses? 3) ¿Acaso la defensa que el ejército mexicano hizo del territorio de Texas después de la invasión que USA llevó a cabo mediante colonos, merece condena? No hay que olvidar que Emiliano Zapata, Francisco Villa y otros héroes de nuestra historia han sido satanizados por los mismos que hoy demonizan y catalogan de “terroristas” a los insurgentes de Hamas que, a diferencia de la Autoridad Palestina, han permanecido fieles a la aspiración del pueblo palestino de que se les respete como nación soberana e independiente; 4) Dados los antecedentes de la decisión de Rusia de defender su frontera contra la intención de instalar una base de la OTAN, ¿Es acaso comparable con el evidente genocidio que Israel, con el completo respaldo de USA Corporation y su secuaz Gran Bretaña, ha venido cometiendo desde 1947 contra los palestinos, legítimos dueños del territorio que les fue arrebatado con la “bendición” de la ONU? 5) ¿Acaso es razonable y moralmente aceptable calificar de “terroristas” a los movimientos insurgentes, guerrillas y grupos disidentes que se han opuesto al despojo, la tortura, la privación de la libertad y el asesinato de sus pueblos? Y para los que todavía digieren y reproducen la mentirosa narrativa israelí-norteamericana, es un hecho comprobable que el 7 de octubre no fue Hamas quien masacró a civiles israelíes y rehenes, sino el mismo ejército sionista bajo la Directiva “Aníbal” (Hannibal Directive) ordenada por el gobierno de Netanyahu y consistente en no permitir que ningún soldado o civil sea tomado como rehén por la insurgencia palestina. 

Por todo lo anteriormente explicado, creo que en aras de la honestidad intelectual y moral, así como de la congruencia, todo aquel que emita juicios u opiniones relativas a los conflictos en Ucrania y Palestina, tendría que considerar los acontecimientos en cada caso y evitar repetir la narrativa que el imperialismo sionista (o sionismo imperialista, son lo mismo) ha venido imponiendo prácticamente desde que desde el Siglo XIX se inició la interminable serie de invasiones e ingerencismo norteamericanos en países en todos continentes, después de que los insurgentes de las 13 colonias lograron su independencia del Imperio Británico dando nacimiento a los Estados Unidos de Norteamérica que, por cierto, de manera arbitraria y sobrada de arrogancia e irrespeto, han adoptado el nombre de “América” que,  indiscutiblemente, coincide con la deplorable doctrina Monroe.

Más allá de las mentiras y manipulación de una mediocracia financiada por las inmorales corporaciones que cada año se reúnen en Davos y cada vez más exhibida por su carencia de ética, los hechos hablan por sí mismos: mientras que la popularidad de Joe Biden, Emmanuel Macron, Olaf Scholz, Justin Trudeau sigue en declive (en algunos casos apenas alcanza el 30%), la aceptación de Putin raya en el 80% y no es de sorprender ya que después del estado catastrófico en que quedó Rusia después de la traición de Boris Yeltsin, este país es hoy por hoy una potencia militar con una economía que se recupera permanentemente y que podrá sostener el conflicto en Ucrania por el tiempo necesario hasta que se erradique completamente el neonazismo de suelo ucraniano y esta nación recupere su dignidad, soberanía y tanto su economía, su tejido social y su estatus en la arena internacional sean reconstruidos.

Descolonizar la mente en aras de luchar contra la injusticia, la crueldad, el abuso y el irrespeto por la dignidad y los derechos de todos los pueblos, desde las distintas ocupaciones, actividades y cargos en cualquier sociedad del mundo, es requisito sine qua non para la consecución de un mundo en el que cada nación goce del reconocimiento de su soberanía e independencia. Sólo bajo estas premisas podrá la humanidad avanzar hacia estadios verdaderamente promisorios de justicia y convivencia armónica.


El colonialismo no fue ajeno al subdesarrollo y la pobreza que hoy sufre una gran parte de la humanidad. Tampoco son ajenos la hiriente opulencia y el derroche de las sociedades de consumo de las antiguas metrópolis que sumieron en la explotación a gran parte de los países de la Tierra. Por luchar contra el hambre y la injusticia han muerto en el mundo millones de personas”. Fidel Castro, discurso ante la FAO, 1966.

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