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Sociedad y Estado en América Latina Siglo XXI
Internacional04 de diciembre de 2023 JORGE LUIS JUÁREZ MARTÍNEZDespués de las alianzas electoreras entre Javier Milei y Mauricio Macri que terminaron con la derrota desastrosa para Massa y parte del Kirchnerismo, el binomio ultraderechista se reagrupa ahora para ganar las elecciones del Club Atlético Boca Juniors contra la figura de Juan Román Riquelme, el último ídolo del equipo. Incluso, Milei mismo ha señalado que podría volver a la mítica “Bombonera” si de ganar Andrés Ibarra, contendiente de Riquelme, dirigiera el club Martín Palermo, manipulando a sus simpatizantes con la idea de inmiscuirse y favorecer al equipo de Macri, sin comprender que puede ser un balazo en el pie.
Y es que la dirigencia del club, bajo la tutela de Jorge Ameal como presidente y Juan Román Riquelme como vicepresidente, recuperaron parte del terreno perdido en las competiciones locales e internacionales que se habían esfumado por pésimos manejos administrativos entre compra y venta de jugadores. Es decir, la fórmula Ameal-Riquelme no tiene las herencias negras de los competidores políticos de Massa-Fernández a los que Milei arrebató la presidencia sumando el apoyo mediático de los medios tradiciones y los odiadores del kirchnerismo.
De asumir las riendas del equipo con déficit en el 2019, las finanzas arrojan saldo a favor por más de 30 millones de dólares para este 2023. Por ende, sabiendo del manejo mediático de los medios de comunicación, Riquelme señala que esta elección no puede perderse porque la decisión es la más fácil de la historia: entre los que endeudaron al club y ahora vienen con la firme idea de privatizarlo, o seguir con la dirigencia actual apostando por la profesionalización de cada rubro deportivo y administrativo alejándose del nepotismo y de prácticas que a todas luces nulifican la competencia deportiva como la imposición de jugadores.
No obstante, las elecciones programadas para el 05 de diciembre acaban de ser suspendidas por una jueza federal aludiendo que el padrón boquense es irregular. La persecución judicial tampoco es casualidad: Macri moverá todo cuánto sea posible para evitar la derrota frente al jugador que lo desafió en su mandato por manejar un club colectivo como si fuera exclusivamente de su propiedad.
Pero vino la respuesta de Riquelme: con papel en mano evidenció que el presidente saliente de Boca Juniors en el 2019, el macrista Daniel Angelici duplicó la cantidad de socios entre 2012 y 2019 por lo que cualquier recurso jurídico es absurdo sin tomar en cuenta que el mismo padrón no se ha modificado significativamente en términos porcentuales.
La batalla por Boca Juniors es la antesala a la privatización de los equipos argentinos de fútbol que se sustentan como clubes sociales y asociaciones sin fines de lucro por lo que, de quedar el equipo macrista muchos clubes podrían tomar el mismo camino y pasar a la iniciativa privada prácticamente en automático. El fútbol argentino, a pesar de sus pésimos dirigentes, se sustenta en la fiesta de lo colectivo que se traduce en la democratización de los equipos y la participación activa de su afición.
Si Milei y Macri ganaron las elecciones presidenciales fue por la demonización de sus enemigos políticos a través de los medios de comunicación construyendo narrativas y discursos de odio contra los peronistas y los kirchneristas. Pero los ídolos de fútbol son distintos. Los fantasmas del comunismo, del castrochavismo y de Cristina Fernández de Kirchner ya no juegan a favor de los macristas porque el fútbol es colectivo.
Al mismo tiempo que Macri se vale de los jueces para aplazar la elección, Riquelme se afianza entre los aficionados bonaerenses. Además, si Alberto Fernández no supo mediatizar que Mauricio Macri hundió al país con la deuda externa bajo su periodo, los aficionados al fútbol no lo olvidan. Más ahora que es evidente su alianza con Milei, quién lo había calificado de inútil y después resultó parte del montaje televisivo para maquillar su alianza electoral.
Si el pan y circo se traduce en la Argentina hoy en fútbol y más fútbol, es irónico que sea el mismo fútbol desde la fiesta de lo social que le propine a Macri una derrota que lo devuelva a la realidad: un vividor de la política que utilizó dicho deporte para catapultar sus aspiraciones políticas a la alcaldía de Buenos Aires y luego a la presidencia del país, lo que alejó al equipo de los primeros lugares y por supuesto de los títulos internacionales sin contar los desfalcos y los pésimos manejos administrativos.
La batalla para Riquelme no será fácil, el juego sucio de Macri y compañía ahora lo empañan, aunque cuenta con el respaldo popular genuino del hincha de Boca y del aficionado del fútbol en general que ve en su dirigencia la última esperanza de mantener lo colectivo frente a la amenaza privatizadora de la ultraderecha argentina. Y puede ser el mismo Juan Román Riquelme uno de los revulsivos de los movimientos sociales en la Argentina que frenen la ola mediática de Milei a través de contrastar la realidad con su discurso de odio.
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