La élite de corruptos y privilegiados no pudieron con la democracia
Nunca más
El fraude electoral en 2006 contra AMLO, la imposición de Calderón y el baño de sangre. Nunca más un gobierno coludido con los criminales, nunca más un autoritarismo violento, nunca más el fraude electoral.
Nacional07 de febrero de 2023 DANIEL ANTONIO LARA PALACIOSEn 2006 yo era un joven padre primerizo con un bebé de algunos meses, preocupado por la situación política de mi país, pero ocupado en sacar adelante a mi familia, recuerdo lo que era la vida en mi ciudad, una de las capitales más pequeñas de México: Durango, urbe cuyo corrido canta acerca de lo callada y tranquila que antaño solía ser; la carrera presidencial había comenzado.
Al inicio de las campañas pensé en darle mi voto a Andrés Manuel López Obrador, su discurso me parecía algo radical pero no lo suficiente para tildarlo de un loco obsesionado con ser Presidente, como lo pintaban Vicente Fox y Felipe Calderón, la contienda electoral se fue ensuciando, tanto que mi apoyo por AMLO se fue desdibujando.
Pronto pasó de ser un candidato razonablemente enojado con los políticos tradicionales del PRIAN, a ser una “amenaza para la democracia”, los medios de comunicación se encargaron de taladrar la idea en las mentes de todos los mexicanos en edad para votar, a la distancia me doy cuenta que la campaña fue una farsa, la élite política mexicana no estaba dispuesta a perder el poder que habían construido y alimentado desde los tiempos de Salinas de Gortari.
La contienda dejó de ser entre candidatos y partidos políticos, los más grandes empresarios del país encumbrados por el modelo neoliberal, a través en el Consejo Coordinador Empresarial, se sumaron a la campaña sucia contratando espacios ilegales en radio y televisión, usando la misma frase de la campaña del PAN, “López Obrador es un peligro para México”.
Todo esto ante la mirada cómplice del entonces Instituto Federal Electoral, presido por Luis Carlos Ugalde, quien no hizo nada por frenar la campaña sucia, ni por sancionar las conductas ilegales de los empresarios y medios de comunicación que continuaron transmitiendo los promocionales tramposos.
Al no contar con información que equilibrara la cobertura de las campañas una buena parte de la sociedad mexicana, entre quienes me incluyo, votó por Calderón; no lo digo con orgullo, sino con vergüenza de no haber estado más politizado, de en su momento no haber diferenciado claramente lo que significa la dicotomía entre ser de izquierda o de derecha, de no haberme dado cuenta de que me manipularon, me engañaron, me utilizaron para continuar saqueando y robándose nuestro patrimonio y comprometiendo nuestro futuro en favor de traficantes de influencias extranjeros y nacionales.
Se impuso a Calderón en la presidencia de la República por la vía de un monumental fraude, con un proceso electoral manchado por la ilegalidad, con un presidente Fox operando con toda la fuerza del Estado para favorecer al candidato de su partido, como después él mismo confesaría; con los medios y el alto empresariado mexicano violando una y otra vez la ley en favor del panista; con una autoridad electoral omisa ante las múltiples irregularidades y que operó la manipulación del Programa de Resultados Electorales Preliminares y el conteo de votos.
Ante la consumación del fraude, Calderón solo tenía un objetivo: dar legitimidad al gobierno que obtuvo ilegalmente; la estrategia: comenzar un combate frontal y directo al crimen organizado. En un principio me pareció una buena idea, ya que era bien sabido que el PRI había pactado con algunos grupos del narcotráfico para que éstos operaran con libertad; fue así que le encargó a Genaro García Luna la Secretaría de Seguridad Pública, se convirtió en su hombre fuerte, su mano derecha.
Bastaron algunos meses para que los grupos criminales se enfrentaran con las fuerzas del orden, se comenzaron a disputar territorios, durante los largos años de esa “lucha contra los cárteles”, se hizo claro que solo hubo una organización que se benefició de las acciones de García Luna, mientras los medios que ayudaron a llegar a Calderón le lavaban la cara, hubo valientes periodistas que documentaron que el Secretario estaba operando en favor de un cártel, incluso se dio aviso al presidente Calderón de lo que estaba ocurriendo, no solo por parte de los periodistas, sino también de militares y policías federales que en algunos casos acabaron presos injustamente.
En Durango, mi tierra, se vivieron tiempos duros durante casi todo el sexenio, la violencia escaló a niveles impensables, lejos quedó aquella cuidad callada y tranquila referida en su corrido, todo era caos, balaceras por todos lados; infamias y violaciones a los derechos humanos eran perpetradas por los cárteles y por las fuerzas al mando de García Luna; familiares y conocidos vivieron experiencias de horror por toda la ciudad durante estos años, quedando en medio de refriegas entre criminales o escuchando los estruendos de las balaceras que se hicieron comunes a todas horas del día, incluso a mí me tocó escuchar un par de balaceras cercanas a mi lugar de trabajo de aquellos momentos.
Consciente estoy de que, en muchos lugares del país, hoy mismo se viven situaciones de violencia similares por parte de los grupos del crimen organizado, pero hay una diferencia sustancial, los criminales ya no mandan sobre las autoridades, no se privilegia a un grupo criminal sobre otro y, si bien, no se ha podido eliminar del todo el caos generado durante el gobierno de Calderón y continuado durante el de Enrique Peña Nieto, sí hay un plan de pacificación que lentamente ha venido reduciendo las cifras de homicidios dolosos y crímenes de alto impacto como el secuestro.
Hoy, Genaro García Luna está preso en los Estados Unidos, se le juzga en una corte de Nueva York por conspirar para traficar cocaína y por haber recibido sobornos del Cártel del Pacífico, ese juicio es de una relevancia mayúscula ya que, de ser encontrado culpable, confirmaría lo que durante años fue señalado por muchos, que la guerra contra las drogas de Felipe Calderón, hoy exiliado en España, no fue más que una simulación y que el baño de sangre en el que convirtieron al país fue para beneficio de un grupo delictivo al que decían y debían combatir.
Todo derivado de un fraude electoral para imponer a un hombre que utilizó la violencia como distractor del malestar social, que profundizó el saqueo, la corrupción y la entrega de los bienes de la nación a los capitales nacionales y trasnacionales. Calderón cumplió con el trabajo para el que ilegalmente llegó en aquel lejano 2006, tristemente, el peligro para el México resultó ser él.
Nunca más un gobierno coludido con los criminales, nunca más un autoritarismo violento, nunca más el fraude electoral.
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