Partidos políticos, pragmatismo y corrupción

La clara desviación de partidos de izquierda hacia la derecha y la delgada línea entre el pragmatismo y la corrupción

Nacional22 de abril de 2025 Patricia Barba Ávila
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La corrupción y la hipocresía no deberían ser productos inevitables de la democracia, como sin duda lo son hoy. Mahatma Gandhi

 

En la sempiterna confusión entre pragmatismo y corrupción, actores y organismos integrantes del vasto y simulador andamiaje estructurado para que nada cambie en beneficio de las élites, hemos venido atestiguando la desviación de partidos e individuos surgidos de la izquierda y que se transforman en prosélitos de la derecha. Revoluciones van y vienen sin que las sociedades hayan podido desterrar la simulación que destruye logros obtenidos a costa de enormes sacrificios y que se sirve, entre otras cosas, del pragmatismo a ultranza bajo la justificación de que “la política es elegir entre inconvenientes”.

 

Y si bien es cierto que el entorno no ha sido, en la gran mayoría de las ocasiones, el idóneo para que el sacrificio de insurgentes y revolucionarios fructifique en la alta aspiración de igualdad de derechos para todos, esto no debe ser justificación para en aras de un pragmatismo exacerbado, se olvide principios y normas éticas que tendrían que ser la columna vertebral de agrupaciones y organizaciones cuya meta es avanzar hacia mejores estadíos de justicia y equidad. 

 

En este tenor, en México tuvo lugar en 2018 una mayoritaria reacción popular de claro rechazo a politicastros obedientes de los intereses de USA Corporation y aliados que durante más de siete sexenios se encargaron de entregar la riqueza nacional a las codiciosas megacorporaciones trasnacionales. Es así que el partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) llegó a la presidencia en la persona de su fundador, Andrés Manuel López Obrador, después de abandonar el PRD por su clara desviación de los principios que le dieron vida. Muchos sabemos lo que sucedió con este partido surgido en 1989 de la conjunción de diversos partidos de izquierda, varios de ellos clandestinos y la traición perpetrada por la dirigencia. Y, por supuesto, no es el único caso. Parecido proceso de corrupción ocurrió en el PSOE en España, el PSD en Alemania, entre otros como resultado de las estrategias de infiltración por parte de una oligarquía rabiosamente opuesta a cualquier cambio que le signifique pérdida de privilegios. Por desgracia, a muchos nos queda cada vez más claro que MORENA no ha sido inmune a tal descomposición.

 

En la lamentable historia de la partidocracia en nuestro país (y otros también), la ya muy gastada sentencia “Prometo cumplir y hacer cumplir la Consittución y si no lo hiciere que la nación me lo demande” evidencia una clara ausencia de solidez ideológica y ética que ha servido a oportunistas de toda laya servirse del andamiaje estructurado ad hoc para enriquecerse mientras simulan una inexistente democracia fundamentada en la conocida frase de un oportunista por excelencia, Alvaro Obregón, que cínicamente afirmó que “no hay quien aguante un cañonazo de 50,000” (ahora no son 50,000 sino millones de pesos). Y es que es indiscutible que el corruptor número 1 desde hace siglos ha sido el dinero, transformado en deidad por aquellos que con mínima o completa conciencia de valor intrínseco fincan su “respetabilidad” en la cantidad de riquezas que generalmente roban a otros. Esta estructura político-partidaria columna vertebral de democracias huecas, ha generado una amplia brecha entre una clase política que aparenta ser “de izquierda” o “progresista” pero que repite el comportamiento vicioso de una derecha que dice combatir. Esta miseria moral de un sinnúmero de advenedizos ha sido perfectamente bien aprovechada por los think tanks de la plutocracia que la aprovechan para mantener el statu quo. En este tenor, un considerable número de “servidores públicos” y dirigentes de MORENA han mostrado esta falla ideológica y estructural de manera innegable, aprovechándose de la noción de que hay que ser pragmáticos y pisotear principios aduciendo que “de los males el menor”, o que “a los amigos hay que tenerlos cerca y a los enemigos más cerca”, etc. Y uno de los más entusiastas promotores de esta clara ausencia de convicción ideológica y compromiso con el proyecto humanista del proceso conocido como “Cuarta Transformación”, todavía en pañales y en peligro de no consolidarse, ha sido el ex presidente morenista Mario Delgado Carrillo, artificialmente ascendido a la dirigencia de este partido por el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judificial de la Federación.

 

Como lo hemos mencionado con anterioridad y nunca se reiterará lo suficiente, este personaje proviene de la catedral del neoliberalismo, el infausto Foro Económico Mundial de Davos. Además, como mucho sabemos, el Sr. Delgado no sólo participó en el escandaloso fraude multimillonario contra el Metro cuando era Secretario de Finanzas de Marcelo Ebrard, otro “morenista” de dientes para afuera, sino que en 2012, siendo senador por el PRD, ya en fase de franca descomposición, condonó las reformas estructurales empujadas por el gerente de USA Corp, Enrique Peña Nieto. Como si esto fuera poco, ya siendo miembro de la bancada de Morena en el congreso, apoyó la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional en el Lago de Texcoco, algo contra lo que, por fortuna, nos pronunciamos millones de ciudadanos mediante consulta en la que ganamos a la derecha con más del 75% de los votos. Ya como presidente de Morena, Delgado promovió la llegada a este partido de un alud de tránsfugas del PRIAN y la violación sistemática de su estatuto y principios y estableció una vergonzante complicidad con el prianismo coahuilense al promover a un corrupto como Armando Guadiana, tristemente con la bendición del propio AMLO. Pero lo que ha ya rebasado las peores espectativas respecto de este corruptor nombrado de manera ultra-pragmática por la actual presidente Claudia Sheinbaum, Secretario de Educación, es su alianza con los fabricantes de veneno, léase “comida y bebida chatarra” como Coca Cola, Barcel, Bimbo, Nestlé, para promover el proyecto “Vida Saludable” (SIC!!), generando una ola de críticas perfectamente bien fundamentadas por la visible corrupción detrás de tal decisión. 

 

Concluyo esta reflexión diciendo que el expresar críticas incluso hacia presidentes tan reconocidos como Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, por algunas decisiones, en mi opinión, erráticas, no significa ni deslealtad ni falta de reconocimiento por otras políticas adoptadas por su administración en beneficio del pueblo mexicano. Estoy convencida que la crítica bien argumentada hacia políticas de quienes están en el poder político para servirnos, es fundamental para que el ambicioso proyecto de la 4T no sea sólo letra muerta y se traduzca en una realidad cada vez más patente. Para esto, hace falta recordar siempre que la lealtad la debemos al proyecto, no a personas por muy brillantes y bien intencionadas que sean. Aquí es más que pertinente recordar lo dicho por el inmortal General Emiliano Zapata: Prefiero morir esclavo de mis principios que de personas, Porque sin duda alguna, los principios permanecen inamovibles e inmunes a las debilidades y veleidades propias de la condición humana.

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