José Ramón Enríquez (ex priista, ex MC, ex panista, ex perredista) plagia periódico Regeneración para inflar su imagen
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Fueron las redes sociales que permitieron la llegada de AMLO al poder
Nacional21 de septiembre de 2022 Daniel Antonio Lara PalaciosYa no son los grandes medios los que determinan la agenda nacional, y se da una proliferación de voces distintas a las hegemónicas, que aporta una gran diversidad de puntos de vista a la opinión pública, que no se había visto antes en México
EN NUESTRO PAÍS, la libertad de prensa ha estado históricamente coartada por el poder político, transitando de la dictadura de Porfirio Díaz, quien ejercía un control casi absoluto de los periódicos por medio de prebendas, al México posrevolucionario donde un partido hegemónico mantuvo el control de los medios con métodos similares.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) durante los años 30 y 40 del siglo pasado utilizó los medios masivos para reivindicar la lucha revolucionaria; como muestra, en el cine de la Época de Oro comúnmente se hacía alusión a los ideales revolucionarios de justicia social por medio de personajes con una clara identificación con estos principios; un ejemplo de esto es la película «Enamorada», del director Emilio “El Indio” Fernández, cuyo personaje principal: el general revolucionario José Juan Reyes (Pedro Armendáriz), dice poéticamente al cura de Cholula:
“Hay que tener fe en la vida sin pensar en la muerte. Por eso yo lucho porque nuestro mundo, este mundo de vida, de carne y de tierra, sea un lugar donde los hombres puedan vivir mejor; porque el hombre que vive bien suele siempre ser un hombre de bien, y esos hombres de bien son las almas buenas que recibirán el premio que tú les has prometido. Nuestras armas y nuestros medios son distintos, es cierto, pero yo, es decir nosotros (los revolucionarios), vamos abriendo la tierra y tú vas echando la semilla en esos surcos abiertos”.
Así se ‘inyectaba’ la idea de que el partido estaba del lado del pueblo y que la Revolución había triunfado en sus ideales.
Ciertamente, en esa época el Estado reportó resultados positivos con la nacionalización de los recursos mineros, la banca, la industria eléctrica, el petróleo, un gran auge del sindicalismo, así como de la Reforma Agraria que regresaba las tierras a los campesinos. Durante el mandato del General Lázaro Cárdenas del Río se logró una excelente comunicación de las políticas, y el pueblo confiaba en el gobierno, lo que le garantizaba continuidad.
El partido contaba con el aval del pueblo, es por eso que los políticos comenzaron a aprovechar la legitimidad proveniente de la Revolución y la creciente industrialización, para beneficiarse personal y familiarmente de las arcas públicas; se aplastaba cualquier intento de contrariar al gobierno en turno, fue así que durante los años 60 y 70, específicamente durante los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y de Luis Echeverría Álvarez, se dieron una serie de movimientos estudiantiles y sociales mayormente identificados con causas de izquierda, cuyos líderes y simpatizantes fueron acusados de sedición y en muchos casos fueron encarcelados, desaparecidos y, como en 1968 en Tlatelolco y en 1971 con el Halconazo, muchos fueron asesinados por la omnipotente mano del Estado.
En estos casos los medios callaron en complicidad comprada con recursos públicos y hacían ver a los movimientos estudiantiles como una pandilla de revoltosos que provocaban a las autoridades a responder violentamente, logrando así que la opinión pública en lo general continuara del lado del PRI.
Los medios públicos y privados reportearon a favor del gobierno, aunque una investigación realizada en 2001 reveló que los tiradores actuaron por orden de los mandatarios.
Sin lugar a dudas el PRI, a pesar de todos sus vicios y corruptelas, logró hacer que México avanzara con industrias de primera línea en manos del Estado, instituciones más o menos sólidas; para finales de los 70 y principios de los 80 se tenía un control férreo de los medios de comunicación masiva, tanto públicos como privados.
Era tal el control que llegó al grado de que, en 1982 el dueño del monopolio televisivo dominante en México, Televisa: Emilio Azcárraga Milmo, conocido como “El Tigre”, pronunció una icónica frase que describe a la perfección la sinergia del Estado con los medios: “Somos soldados del PRI y del presidente”. Resulta más que evidente que los medios jugaban un papel preponderante en el control de las masas en favor del gobierno. Con melodramas que romantizaban la pobreza y noticieros que parecían dictados de comunicación social del gobierno federal, Televisa y la mayoría de los medios lograban mantener apaciguadas a las masas acallando las voces críticas y disfrazando sus espacios de opinión con una falsa diversidad de voces, desviando el debate público.
Es así que en 1988, con una fuerte sospecha de fraude electoral, llega al poder Carlos Salinas de Gortari imponiéndose al hijo del Gral. Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Fieles a su tradición, los medios reportaron el triunfo de Salinas y el mundo intelectual mexicano, entre quienes figuraron Octavio Paz, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, embelesados por los millones que el gobierno invertía en sus publicaciones, en una nauseabunda genuflexión llamaron a la unidad nacional y se logró imponer a Salinas; el ciudadano promedio, sin medios afines a sus intereses, cayó redondito; pasó de pensar que Salinas había llegado por medio del fraude, a la idea de que era una maravilla de presidente.
En las décadas posteriores a la Revolución, el PRI mantuvo la gestión de la industrialización, pero durante el Salinato se vendió la idea de que los privados administraban mejor los recursos y, en lugar de combatir la corrupción existente en las empresas públicas, comenzó un ambicioso plan de privatizaciones de la industria nacional en manos del Estado. Se malbarataron las empresas del gobierno con el pretexto de que con esto llegaríamos al Primer Mundo más fácil.
Los medios tradicionales le daban al presidente el crédito inmerecido de estar llevando a México por el camino del desarrollo y la modernidad, y se les hinchaban las manos de aplaudir a Salinas al firmar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte: el TLC, que a la postre llevo al país a convertirse en un país de maquila, con mano de obra barata, que importa gran parte de los alimentos, la tecnología y los energéticos que consume. Durante 1994 hubo varios eventos que marcaron el fracaso de las políticas de Salinas, problemas en la sucesión presidencial derivaron en el magnicidio del candidato presidencial oficialista, Luis Donaldo Colosio; en su lugar se postuló a Ernesto Zedillo Ponce de León, quien después de ganar la presidencia rompió con Salinas y provocó una crisis económica que fue denominada «El Error de Diciembre».
Quebraron bancos que habían sido privatizados el sexenio anterior y múltiples empresas, el tipo de cambio pasó de 3 pesos hasta los 7.5 pesos por dólar, hubo caos económico, suicidios, desempleo, gente que paso de una vida estable a la miseria en cuestión de días. Los medios una vez más se dedicaron a lavarle la cara a Zedillo y aplaudieron el rescate bancario con recursos públicos que representó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), que convirtió la deuda privada de banqueros y empresarios en deuda pública por medio de un programa de rescate que salvó a los más ricos de quebrar, mientras el pueblo raso pasaba una crisis sin precedentes en la historia de México.
En esta ocasión no fue fácil mantener la opinión pública favorable al PRI y, al ver que no ganaría, se pactó la entrega del poder presidencial a Vicente Fox Quesada del principal partido ‘opositor’, el Partido Acción Nacional (PAN); los medios validaron la transición democrática pactada en el año 2000 en un movimiento que permitió que el modelo implementado por Salinas garantizara su continuidad con más privatizaciones y creciente desigualdad social. En la televisión se alababa a Fox por haber ‘sacado’ al PRI, pero por debajo del agua se daba el tráfico de influencias con contratos de obra pública para los amigos y familiares del presidente.
En 2006, previo a la elección presidencial, se alzaba en las encuestas un líder de oposición, el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), amenazaba peligrosamente con una nueva alternancia pero ahora de izquierda. Al ver que iba en serio, comenzó un nado sincronizado de los medios de comunicación, el alto empresariado mexicano y el gobierno de Fox para frenar a toda costa el avance del líder progresista que, al comenzar la campaña, aventajaba por más de 15 puntos al panista Felipe Calderón, cuyo eslogan de campaña fue “López Obrador es un peligro para México”. Tras una campaña sucia se logró imponer a Calderón en la presidencia, una vez más con la sospecha de un fraude electoral.
Un gran descontento en una parte de la población provocó una falta de legitimidad política que Calderón trató de recuperar iniciando una Guerra Contra el Narcotráfico que, de inicio, parecía una buena idea, pero en unos meses hundió al país en una espiral de violencia que incluso al día de hoy sigue presente. Primero los medios aplaudían la valentía del presidente para enfrentar a los criminales, pero al incrementarse exponencialmente la violencia, las violaciones a los derechos humanos, las desapariciones y las muertes, los medios simplemente dejaron de cubrir la fuente policiaca al no convenir a los intereses del gobierno.
Es acertado decir que Enrique Peña Nieto construyó su carrera a la presidencia en 2012 de la mano de Televisa, que le rentó hasta una esposa para su sexenio y le dio cobertura más allá de los tiempos oficiales vendiéndolo como el ‘chico guapo de la política’; como pago fue el presidente que más ha gastado en publicidad oficial en la historia de México. Los múltiples errores de su gestión así como la evidente corrupción —principalmente en el escándalo de la Casa Blanca de grupo HIGA y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa— provocaron la inminente victoria de AMLO en 2018 quien apuesta por imponer su visión de país a través de sus conferencias mañaneras de prensa, con la mayoría de los medios en contra incluso más que en 2006; su actividad diaria, y sus políticas públicas en favor de los más necesitados le han salvado de caer en popularidad, ya que tiene muy estudiado su discurso y goza de una gran credibilidad.
Las redes sociales fueron la plataforma que permitió la llegada de AMLO al poder, con un contacto directo con el pueblo; ya no son los grandes medios televisivos, radiofónicos y escritos los que determinan la agenda nacional, y se está dando una proliferación de voces distintas a las hegemónicas, que le aporta una gran diversidad de puntos de vista a la opinión pública, que no se habían visto antes en México. Esto no es casualidad, pues el presidente y su gobierno garantizan una libertad de expresión inaudita en el país. / ESPACIO LIBRE
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