La Virgen de Guadalupe y la colonización cultural y religiosa

La imposición a sangre y fuego de un mito árabe-español sobre Tonantzin-Coatlicue

Nacional 19 de diciembre de 2023 PATRICIA BARBA ÁVILA

web virgen

Dijeron que venían a civilizarnos cuando nuestras culturas datan de más de 300 años antes de la era cristiana. - AMLO

Sin duda alguna, una de las obras más extraordinarias del sexenio de Andrés Manuel López Obrador es el Tren Maya que cubrirá cinco entidades del país en el sureste mexicano, relegado durante la fatídica época neoliberal y que, por fortuna, no sólo consiste de infraestructura de primer nivel sino del rescate del patrimonio cultural de esa región de México.

 

Ciertamente, el legado de las culturas prehispánicas como la maya, la olmeca, tolteca, teotihuacana, es sorprendente e incluye la cosmogonía y creencias de nuestros ancestros, mismas que con la llegada de los invasores europeos fueron relegadas a sangre y fuego para suplantarlas con los mitos religiosos del imperio español. Infames torturas y hasta la muerte por los métodos más crueles eran aplicados a aquellos indígenas que se resistían a olvidar a sus deidades y aceptar figuras completamente ajenas a su identidad. 

 

Se sabe que los conquistadores siempre han impuesto su visión del mundo sobre los conquistados como una forma de control que les ha permitido saquear y exportar la riqueza de los pueblos sojuzgados para beneficio de élites inmorales que, usando la religión como instrumento de control, han actuado de forma completamente contraria a los principios morales que supuestamente divulgan credos como el catolicismo. No nos es ajena la formidable corrupción del clero vaticano desde su origen en el siglo IV cuando el emperador Constantino decide transformar el cristianismo en religión de estado, desencadenando una historia de horrores y crueldad inimaginables.  Lo ocurrido en América Latina es muestra palpable del intento de aniquilación de la identidad indígena y uno de los símbolos más paradigmáticos en México es la virgen de Guadalupe.

 

El origen del mito de la Guadalupana es muy interesante por varios motivos. Como se sabe, las culturas originarias adoraban a Tonantzin-Coatlicue, la madre de los dioses, “nuestra madre” a la que además asociaban con la tierra y la fertilidad. Y a diferencia de los credos monoteístas, las religiones politeístas tendían a asociar a las deidades con la naturaleza y por ello, las comunidades indígenas son muy respetuosas y protectoras de bosques, selvas, ríos, etc. Algo completamente distinto ocurre con doctrinas monoteístas como la católica derivada del texto bíblico en el que Jehová entrega la naturaleza a Adán y Eva y su descendencia para que dispongan de ella, sacrifiquen animales inocentes para satisfacer a una deidad a la que claramente no le incomoda el sufrimiento de animales humanos y no humanos. La terrorífica historia de la “Santa” Inquisición es muestra palpable de ello.

 

Lo irónico e incomprensible en lo que respecta al mito de la virgen de Guadalupe es que, siendo un símbolo de colonización cultural y religiosa, se siga fomentando fuertemente como parte de la cultura del pueblo mexicano. Aquí es importante resaltar el origen del nombre “Guadalupe” que proviene del vocablo árabe “wad” que significa “río”, “arroyo” o “valle”, por lo que, de acuerdo con expertos en etimologías, la palabra Guadalupe significaría “río escondido”. Otro aspecto muy relevante es que la virgen de Guadalupe es la patrona de la Villa de Guadalupe de la provincia de Cáceres, en Extremadura, España, imperio que en tiempos Isabel la Católica se benefició con el robo a niveles espeluznantes de los recursos de los pueblos que esclavizaron y explotaron hasta la muerte. No hay que olvidar que fue Isabel la que instituyó el tenebroso y criminal tribunal del “Santo” Oficio que, entre otros horrores, condenó a la hoguera y a torturas inimaginables a miles de judíos, incluso los que accedían a convertirse al catolicismo entre otras razones, por el hecho de poseer riquezas que pasaban a las codiciosas manos del clero.

 

Trescientos años de brutalidad y saqueo de recursos humanos y materiales es el legado de los que nos vinieron a “civilizar” utilizando símbolos completamente ajenos a la identidad indígena como la cruz que, dicho sea de paso, ni siquiera es de origen judío sino romano, pues era el instrumento de tortura y muerte favorito de aquel imperio. El otro símbolo es, justamente, la virgen de Guadalupe que tuvo que ser absorbida por los indios so pena de ser torturados y quemados vivos, al amalgamarla con Tonantzin-Coatlicue. Fue la única forma como miles de indígenas esclavizados hasta en sus creencias, pudieron evitar la hoguera y, al mismo tiempo, seguir fieles a su diosa “madre de todos los dioses”.

 

Al convocar Don Miguel Hidalgo al pueblo a luchar por la independencia, siendo él mismo contrario a los abusos de la iglesia y considerado un rebelde repudiado y, finalmente, asesinado por la misma jerarquía católica, decidió utilizar la imagen de la virgen de Guadalupe para apelar a la veneración de este mito impuesto a base de crueldad extrema a un pueblo sojuzgado. Vaya ironía de la que el mismo Hidalgo debió haber estado consciente pues él mismo era un fuerte crítico de la hipocresía y manipulación del poder eclesiástico y siendo un ávido lector, se vio forzado a ingresar al convento para tener acceso a la vasta biblioteca en control de la iglesia. Una de sus obras favoritas era, justamente, el Tartufo del gran autor francés Jean Baptiste Poquelin “Moliere”, que representa a un personaje profundamente inmoral y simulador. 

 

Algo que llama poderosamente la atención es la fe ciega con la que miles de gente empobrecida y enferma acude cada año a la Basílica de Guadalupe, pese a que la ilusoria virgen se mantiene sorda e indiferente a su miseria y sufrimiento mientras que la élite eclesiástica continúa disfrutando de lujos y privilegios totalmente opuestos a la doctrina cristiana. Tristemente, cuando alguien se atreve a preguntar lo obvio: ¿por qué la virgen no escucha sus ruegos y es indiferente a su sufrimiento y el de millones de seres humanos? la reacción es de ira pues se considera una ofensa. Es decir, los que no creemos ciegamente en lo que es prácticamente imposible de demostrar, debemos auto-censurarnos para no insultar la sensibilidad de los que exigen tolerancia sin practicarla.

 

La verdad nos hará libres

 

 

 

 

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