Antes del gobierno de AMLO era una tragedia ser viejo

Hoy nuestros ancianos recuperaron su dignidad

Nacional09 de octubre de 2023 MARTÍN M. GONZÁLEZ

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Imaginen a un anciano en ese México de cinco años atrás. Imagínenlo desprotegido, “tolerado” por su familia, comiendo lo que le den, a veces la sobras. Resistiendo estoicamente ser un viejo, en un país saqueado por la rapiña del PRIAN.

Ser un adulto mayor, antes de la victoria de la izquierda, del arrollador triunfo del presidente López Obrador, era una triste tragedia y un melodrama patético.

Si bien le iba, contaba con una miserable pensión que no le alcanzaba para maldita la cosa, después de haberse matado trabajando, dejando su vida, ilusiones y sus mejores años, por un escabroso salario mínimo, ahorrado una minúscula parte en su Afore, donde le cobraban y le siguen cobrando una onerosa comisión por administrar su dinero.

En la peor visión, ser un viejo, un vejete, en la familia, se convertía en un oprobio, un estorbo al ya no ser productivo, pese a que el hombre mantuvo y creó a la familia. 

Se convertía en un objeto viejo y apolillado, que obstaculizaba la vida y futuro de los otros miembros de la familia, al “cargar” con las necesidades del viejo, del abuelo, de la abuela, de la madre, del padre. El pecado de envejecer era terrible en ese México prianista.

La vejez incomoda a todo aquel que cree que su juventud será eterna, sin saber que como te ves, me vi, y como me ves, te verás.

Por dolor y vergüenza, ante el rechazo solapado y a veces descarado, los ancianos salen callejear, a buscar el taco, a vender chicles, a trabajar por propinas en los súper mercados. Regresan, con miedo a ver si hay un rincón donde dormir.

El respeto que antaño profesábamos a nuestros ancianos, abuelos, padres, se perdió en esta vorágine de la modernidad tecnológica.

El culto a la belleza y a la juventud, es la religión de hoy. Llegas a los treinta años, te conviertes en un viejo, en un ser humano despreciado y rechazado para la vida moderna y la vida laboral. 

Nunca confíes en alguien mayor de treinta años, canta el jefe Bruce Springsteen, en una de sus rolas más famosas.

Antes de López Obrador, ser anciano en México, envejecer, significaba perder la dignidad, sufrir humillaciones y violencia, física y emocional. Era pedir perdón por envejecer, por ya no ser joven. Ni trabajar.

El gigante imbécil, racista y xenófobo de Vicente Fox, declara como presidente que dotar de pensión universal a los ancianos, llevaría a la quiebra al país.

Hoy, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado a esos canallas y hienas de la oposición que sí es posible dar una pensión universal a los doce millones de mexicanos de la tercera edad, y el país no incurrió en quiebra financiera.

El país crece en inversiones, 20 mil millones de dólares invertidos este año, hay empleos formales, la tasa más baja del desempleo en décadas y una de las más bajas del mundo, con 3%, por debajo de la de los gringos que registran un 3.5. El peso es fuerte frente al dólar. El país crecerá por encima del tres por ciento.

Se ha dotado de pensión universal a todo mexicano, adulto mayor de 65 años, cada dos meses, son 4,800 pesos, sin importar, si ya se tiene pensión. Se le pagará a todo mexicano. Sin importar filiación y sin condiciones.

Es posible pagar esta pensión y aumentará según la inflación y el salario mínimo. Y se pretende reducir la edad a sesenta años.

Es posible pagarla al combatir la corrupción generada desde Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, reducir gastos y privilegios. Se dejó de perdonar impuestos a los más ricos del país, a quienes los gobiernos del genocida Calderón y del corrupto Peña Nieto les condonaron 300 mil millones de pesos en impuestos.

Se obliga a pagarlos a los evasores como Salinas Pliego, Televisa, Bimbo, los Oxxos y una larga lista de empresas y empresarios que reportaban pingas millonarias ganancias, sin reportar a Hacienda un solo peso. Ni a las arcas de la nación

En el gobierno de la cuarta transformación, los pobres son primero, hay becas para estudiantes, pensiones para nuestros ancianos, apoyos a las madres solteras. La riqueza de México se reparte entre los mexicanos más necesitados. Ni un centavo para la casta rapaz de buitres del PRIAN, de los empresarios, de los partidos y de los prostituidos periodistas de los medios corporativos.

Hoy, en este gobierno de la cuarta transformación, nuestros ancianos recuperaron su dignidad, tienen dinero para vivir con la frente en alto, comer y pagar sus gastos. Y lo importante, han contribuido a fortalecer el mercado interno, gastan el dinero en sus lugares de vida y fluye la economía.

Es un dinero bien merecido, de un país que recupera su riqueza, sus recursos. Es un México para todos los mexicanos. Es un honor estar con López Obrador.

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