La esperanza progresista

El obradorismo debe trascender a la figura de López Obrador

Nacional 05 de junio de 2023 Daniel Antonio Lara Palacios

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México está dividido, se sabe que hay dos proyectos de país que se disputan el poder político, uno, el neoliberal, que sostiene la idea de que la competencia y la acumulación de fortunas en manos privadas será la salida del subdesarrollo a través de la metáfora del goteo de arriba hacia abajo, en el que las clases medias y populares dependen de la buena voluntad de los dueños de los medios de producción y lo único que tienen para negociar es su mano de obra, en el modelo se incluye el adelgazamiento del gobierno y se privilegia al mercado como si fuera un dios.

El otro, el progresista, que se planta en la idea de un desarrollo a través del empoderamiento de las clases medias y las más bajas, sus preceptos son la justa remuneración y la recuperación de los bienes de la nación en manos de privados para el beneficio de las mayorías, en el modelo se plantea un Estado más influyente en la economía, programas redistributivos de la riqueza generada por todos y la legislación de políticas que apunten al bienestar generalizado, con la idea de una sociedad más justa y funcional, en la que nadie se quede atrás por falta de oportunidades.

El neoliberalismo tuvo en México una larga etapa de dominio en la política y la economía nacional, a partir de los años 80 del siglo pasado se tomaron bienes de la nación, industrias completas en las que se apuntaló el desarrollo del país por décadas y se entregaron a privados.

El hecho de que estás dos corrientes políticas estén encontradas no significa que la sociedad esté dividida en partes iguales, aunque pudiera parecerlo. La corriente neoliberal tuvo poco más de tres décadas para probar su modelo de desarrollo, se creó una élite de unas cuantas familias que acumularon enormes fortunas nunca antes vistas en nuestro país, todas ellas basadas en las relaciones con el poder político, privatización de empresas públicas para beneficio de una nueva oligarquía, mientras la clase trabajadora vio mermados sus ingresos, sus prestaciones y sus derechos.

La precarización de los servicios públicos, de los derechos laborales, de los salarios, sirvieron a la acumulación aún más acelerada de capital en pocas manos, produciendo una sociedad cada vez más injusta, en la que si naces rico, difícilmente dejaras de serlo y si naces pobre te será aún más complicado salir de la miseria, el neoliberalismo prácticamente acabó con la movilidad social.

Yo nací a mediados de los años 80's, así que se podría decir que viví bajo ese modelo la mayor parte de mi tiempo en este mundo, a lo largo de mi vida muchas veces me pregunté cómo se determina en una sociedad quién es el dueño de una mina, de un pozo de agua, del petróleo, etcétera, siendo éstos recursos que están ahí en la naturaleza. La Constitución dice que son de la nación, pero en la práctica hay una camarilla que se beneficia la extracción y comercialización de esos recursos. ¿Cómo determinamos quien es el dueño de los recursos de nuestro territorio? ¿En favor de quién se explotan esos recursos?

Hoy vivimos tiempos inéditos, se lleva a cabo una transformación, un modelo progresista sienta los cimientos para un futuro más justo, donde las oportunidades sean para todos, el obradorismo debe trascender a la figura de López Obrador y convertirse en algo más grande, que cada mexicano tenga la capacidad y la libertad de definir su gobierno con base en sus demandas y exigencias, no ser instrumentos de las élites para perpetuar la desigualdad, como pasó en el periodo neoliberal; es deber de todos reclamar a sus autoridades que actúen en beneficio de las mayorías que los votan.

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