¿Qué características debe tener el sucesor de AMLO?

¿Qué significa el liderazgo popular en la Cuarta Transformación? Prefiero morir esclavo de mis principios que de los hombres. Emiliano Zapata Salazar

Nacional 22 de mayo de 2023 Patricia Barba Ávila

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Sin lugar a dudas, una de las peores consecuencias de una enseñanza dogmática y deficiente como la que se ha impartido por largo tiempo no sólo en México sino en un gran número de países, ha sido la creencia de que absolutamente todo lo que provenga de cualquier autoridad, ya sea política, religiosa o académica, es incuestionable y debe asumirse como el evangelio, haciendo a un lado la capacidad que existe en el ser humano para investigar y comprobar la veracidad de lo que se lee o escucha y que debe fomentarse y desarrollarse tanto en escuelas y universidades como por los medios de comunicación y también por iniciativa propia.

 

En este tenor, una de las circunstancias en las que más se manifiesta la tendencia de militantes y simpatizantes de X o Y líder, grupo o partido especialmente en la izquierda, a defender a capa y espada, aun en contra del sentido “común” aberraciones claras y contrarias a los principios, son los procesos electorales que tanto este año como el entrante se llevarán a cabo. Porque, indudablemente, lo que ocurra en 2023 tendrá un impacto determinante en 2024 y por ello es crucial tener claridad en lo que ocurre con los candidatos tanto a gobernadores en Edomex y Coahuila como entre los aspirantes a suceder a uno de los mejores mandatarios que ha tenido el pueblo mexicano: Andrés Manuel López Obrador. Y una de varias razones para este fenómeno es la ininterrumpida guerra sucia que como parte del golpe blando que las oligarquías nacional e internacional ha venido aplicándose en contra del actual gobierno y los movimientos genuinos de izquierda. Es decir, un amplio número de simpatizantes del lopezobradorismo teme que cualquier crítica hacia alguna decisión o dicho de AMLO o gente cercana a él, sirva para recrudecer el antagonismo de una oposición que, francamente, exhibe una visible miseria política, moral e intelectual. Y tal preocupación es comprensible y compartida ya que un gran número de mexicanos no deseamos volver a esos ayeres neoliberales plagados de abusos de toda índole como parte de una descomposición creciente y espeluznante que casi nos destruyó como nación.

 

No obstante lo anterior y aunque se antoje paradójico, en los esfuerzos que millones de ciudadanos realizamos para defender lo que tanto sacrificio ha costado desde la Revolución inconclusa hasta nuestros días, debe existir también la capacidad de dilucidar y, en su caso, puntualizar lo que consideramos genuinamente como erróneo o alejado de los principios que se defiende. Sin embargo, no ocurre así en la gran mayoría de los casos dando como resultado la repetición de prácticas y vicios que pensábamos que sería más fácil desterrar pues que compartimos aspiraciones como la igualdad de derechos sin distingo de género, origen y convicciones de índole personal; la libertad de expresión y el respeto por el laicismo dentro de la política. Tristemente, seguimos atestiguando confrontaciones a veces irreconciliables entre miembros aparentemente de una misma corriente ideológica derivadas de una tendencia bien intencionada pero errónea, de cerrar los ojos ante visibles contradicciones e incongruencias en líderes a los que se convierte y venera como impolutos y perfectos, incapaces de cometer errores. ¿Y por qué digo “aparentemente de izquierda”? Precisamente porque no es suficiente con clamar que se es de izquierda; hay que asumir sus postulados con seriedad y responsabilidad y entre tales postulados está, sin duda alguna, el sano escepticismo, el análisis a conciencia y el sentido común para juzgar si los dichos, escritos y decisiones de aquellos que apoyamos, corresponden a un proyecto tan ambicioso como el de la Cuarta Transformación.

 

Virtualmente de lunes a viernes, el Presidente López Obrador se dirige a nosotros a través de la mañanera, para puntualizar la fundamental importancia de que estudiemos la historia, asumamos libertad e independencia de criterio y nos erijamos como los auténticos mandantes, reivindicando el espíritu del Artículo 39 constitucional, pilar esencial de la 4T. En este punto, creo indispensable esclarecer que la alta aspiración de transformar de raíz la forma de concebir la política no se asume del todo con tan sólo expresar un apoyo permanente a AMLO, su gobierno y el partido que él fundó. Estoy convencida de que además de una lealtad al proyecto, es imprescindible fomentar la capacidad de analizar a conciencia, teniendo como única motivación el bienestar común de todos los integrantes de la Nación mexicana, las decisiones de gobierno y partido que toman los diferentes servidores públicos y dirigentes partidistas, especialmente los que integran la coalición que postuló a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador.

 

En tal sentido, el ejercicio de esa capacidad de diferenciar un ataque de una crítica bien intencionada no sólo hacia los integrantes del gobierno sino de los partidos que ideológicamente deberían fortalecerlo y acompañarlo, es absolutamente indispensable. Porque flaco favor se le hace a un mandatario u otro servidor público o líder partidista cuando ciegamente se le aplaude y se celebra absolutamente todo su actuar aunque claramente signifique un alejamiento de la esencia de la 4T; de hecho, una aceptación acrítica hacia nuestros servidores públicos y representantes va en contra no sólo del ambicioso proyecto lopezobradorista sino del espíritu de la izquierda misma. Es decir, bajo la premisa de que no hay sobre el planeta ningún ser humano ajeno a cometer errores, cuando se busca consolidar un proyecto tan ambicioso como la 4T, es imprescindible ejercer la crítica cuando claramente percibimos una desviación de la ruta conducente a tal consolidación y dicha libertad ciudadana de expresar su opinión u observación es columna toral de la auténtica democracia: poder del pueblo.

 

No obstante, debido a que por largo tiempo se nos inculcó que a la autoridad no se le cuestiona, una vez que surgen líderes comprometidos y algunos verdaderamente fuera de serie como AMLO, la tendencia es hacia la veneración ciega que se ve reforzada por la convicción de que hay que defenderlo a costa de lo que sea ante ataques inmoderados de la oposición. Y es aquí donde reside parte del meollo que obliga a diferenciar perfectamente bien si estamos ante una crítica bien intencionada tendiente a contribuir a la consolidación del proyecto o si estamos ante un ataque encaminado a debilitarlo y obstruirlo.

 

En este punto es obligado citar un ejemplo paradigmático con el que espero fundamentar mi reflexión y que ilustra fielmente la conocida sentencia “nada como pato, camina como pato, grazna como pato”. Se trata de la imposición en la presidencia de Morena de un neoliberal indiscutible, Mario Delgado Carrillo, por obra y gracia del TEPJF de corte panista calderonista. Tan sólo con el estudio serio de su trayectoria se llega a la conclusión inequívoca de que su ideología es diametralmente opuesta al lopezobradorismo y la Cuarta Transformación. No sólo es miembro distinguido del Foro Económico Mundial, catedral neoliberal por excelencia sino que estudió en el ITAM, de corte eminentemente de derecha. Además, en diciembre de 2012, siendo senador por el PRD, aplaudió y votó a favor de la Reforma Educativa y el Pacto (para joder) a México que casi destruyó a nuestro país. Ya siendo coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados, apoyó la construcción del NAIM en el Lago de Texcoco y para confirmar su talante contrario a los fundamentos del partido fundado por AMLO, las candidaturas para legisladores y gobernadores que ha impulsado dejan claras sus ambiciones de poder personales y diametralmente alejadas de los principios de este partido que hace mucho dejó de ser movimiento.

 

Y es aquí donde es de enorme trascendencia analizar con mucho cuidado lo ocurrido en el estado de Coahuila, donde por más de 90 años ha dominado el PRI y por tres sexenios consecutivos, el peligroso cártel de los Moreira cuyos nexos con el flamante candidato impuesto por Delgado, Armando Guadiana son conocidos por el pueblo coahuilense quien junto con gran parte de los morenistas y lopezobradoristas de esa entidad le dijeron un rotundo NO al caciquismo del presidente de Morena. Este hecho sin precedentes en la historia reciente del país debería ser apoyado por militantes y simpatizantes de la 4T pues encarna, sin lugar a dudas, el espíritu de la democracia participativa acorde con el Art. 39 de la Constitución.  No obstante, un número considerable de morenistas y seguidores que de buena fe, pero equivocadamente, piensan que señalar las aberraciones perpetradas por la dirigencia encabezada por Delgado Carrillo es “traición” a la 4T y han apoyado las incongruencias y pretensiones autoritarias del actual mandamás morenista.  La imposibilidad de ver lo que se tiene frente a los ojos y continuar condonando lo que sí es una traición a los postulados del Proyecto de Nación y la Cuarta Transformación es justamente lo que debe cambiar para fomentar el empoderamiento de ciudadanos y su capacidad para dilucidar si se está ante un acto de congruencia y defensa de los principios que dieron origen al partido o ante un ataque al mismo y a su fundador.

 

Y lo mismo tendría que ocurrir respecto de los aspirantes a suceder al Presidente López Obrador, cuyos seguidores lejos de ponderar cuidadosamente los actos y decisiones de sus preferidos, se enfrascan en riñas furiosas, descalificaciones y ofensas sin comprender que apoyar la 4T no es sólo señalar los innumerables yerros y aberraciones de una oposición cada vez más disminuida moral, política e intelectualmente; mucho más importante es el analizar con cabeza fría tanto los aciertos como los desaciertos de Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López, Marcelo Ebrard y Gerardo Fernández Noroña, no sólo en ejercicio de la soberanía y poder popular estipulados en el 39 constitucional sino para garantizar que el o la que resulte elegido(a) como candidato(a), se asegurarán de dar continuidad al Proyecto de Nación. Asimismo, para mandar un fuerte mensaje a dirigentes partidistas y políticos para que no se dejen marear por mezquindades y ambiciones personales, porque ya no serán toleradas.

 

En conclusión, si en verdad queremos ser partícipes en la consolidación de la Cuarta Transformación, tendremos que comprender bien su esencia y saber distinguir entre lealtad y culto a la personalidad, porque la primera la asumen ciudadanos de mayoría de edad, mientras que la segunda la practican simples súbditos o fans.

 

 

Con el pueblo todo, sin el pueblo nada. Benito Juárez García

El pueblo pone y el pueblo quita. Andrés Manuel López Obrador

 

 

 

 

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