La urgente reforma electoral

El INE va en contra de la voluntad ciudadana

Nacional04 de octubre de 2022 Fernando Cuevas Murillo

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ANTE LA REFORMA ELECTORAL impulsada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, la oposición ha dicho, descaradamente, que no tiene razón el mandatario para quejarse, puesto que él mismo llegó al Poder Ejecutivo gracias al actual sistema electoral, y esta reforma puede ser una forma de imponer un sistema a modo.

Lo han dicho así, que AMLO llegó a la Presidencia gracias al actual INE (Instituto Nacional Electoral). Pero se les olvida que fue el pueblo de México el que, cansado, harto y enfadado después de dos fraudes electorales, decidió imponer democráticamente con el voto masivo al actual Presidente; un voto masivo que no pudieron maquillar ni manipular como en elecciones anteriores, porque sencillamente era imposible maquillar un evidente 60 por ciento.

No obstante, esta democracia fallida que sufre México no inició en 2006. Es bien sabido que Porfirio Díaz se impuso por treinta años en medio de supuestas elecciones. Sin embargo, el más representativo fallo de la democracia en los tiempos modernos es, sin duda, el muy recordado fraude de 1988.

Hagamos memoria, historia. Resulta que, en el año de 1988, el candidato que figuraba en las encuestas y el que llenaba las plazas públicas era Cuauhtémoc Cárdenas, el candidato de la izquierda. Este año se prometían las primeras elecciones donde los votos serán contados a través un sistema computarizado, y este conteo sería exhibido en vivo a través de la televisión.

Eran las primeras elecciones reñidas entre el gris candidato del partido oficial y una fuerte oposición. La posibilidad de un cambio generaba muchas expectativas al país. Pero el día de la elección, mientras todo México, muy atentos, veían la televisión, ¡se cayó el sistema! Dieron el resultado a los seis días donde dieron como ganador a Carlos Salinas de Gortari.

La oposición, representada por la izquierda (con Cuauhtémoc Cárdenas) y la derecha de Manuel Cloutier, hizo un sinfín de manifestaciones en contra de aquel evidente fraude electoral. La petición principal era que se volvieran a contar las boletas.

Años más tarde, en 1993, Diego Fernández de Cevallos dio un discurso donde pedía que las boletas electorales fueran quemadas, porque: “Esos papeles nada dicen y menos significan”. Diego se caracteriza por ser un mamón arrogante y déspota, pero dentro de su altanería, lo que dijo aquella vez (como todo lo que ha dicho y hecho en su vida) no fue más que una orden de su ‘domador’ Salinas. Finalmente, las boletas fueron quemadas.

Es difícil de creer el descaro al que llegaron, ni siquiera fueron capaces de simular un conteo, no fueron capaces de un acuerdo corrupto, ni siquiera quisieron tomarse la molestia de disimular. Llegaron al descaro de quemar las boletas.

Y así, posteriormente, se impusieron (a veces evidentemente y a veces no) en el poder.

En el 2006 se volvió a repetir la historia de un fraude evidente e indignante, y en el 2012 lo mismo. En el 2018, por ejemplo, el INE se sacó de la manga dos candidaturas insignificantes con un claro objetivo: atacar al candidato de la izquierda y así no ser dos contra uno, sino cuatro contra uno. Margarita Zavala y El Bronco, estos payasos provenientes del México surrealista, no tenían el más mínimo motivo para participar, pero ante la democracia fallida todo era y es posible.

En el 2021, por ejemplo, entre las más de cincuenta candidaturas que el INE eliminó, ninguna era del PRI o PAN, no fueron capaces de maquillar el cinismo. Entre esas candidaturas se encontraba la del compañero Félix Salgado Macedonio, quien fue víctima, no sólo del Instituto electoral, sino también de los medios de comunicación y la oposición en general. Mancharon la imagen de este hombre a tal grado de afectar, no sólo a él, sino al partido (Movimiento de Regeneración: Morena) a nivel nacional.

El colmo del descaro fue que le quitaron su candidatura haciendo creer al país que se la habían negado por problemas legales, pero la realidad fue que le despojaron de su candidatura por haber gastado más de ‘pinches’ 20 mil pesos en precampaña.

Hace unas semanas la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, dio a conocer unos audios donde el Presidente Nacional del PRI, Alejandro Moreno, confesaba haber sobornado a la empresa de entretenimiento Cinépolis con 25 millones de pesos en las pasadas elecciones, pero eso no lo vio el INE.

Ahora que el actual Presidente pretende impulsar la democracia participativa, el INE se ha comportado evidentemente en contra de la voluntad del Pueblo, pues ante una obligación constitucional de poner 160 mil casillas en todo el país, destinada a consultas populares, el INE sólo fue capaz de poner una tercera parte de éstas. Pusieron de pretexto, según ellos, el poco presupuesto que tenían.

Al año siguiente, en la Consulta Popular de Ratificación del Mandato, el INE pidió una cantidad tres veces superior al presupuesto que habían tenido anteriormente para la consulta popular. El presupuesto fue aprobado y, en vez de poner una cantidad de casillas pertinente, volvieron a poner una tercera parte de éstas, pese a que tenían un presupuesto tres veces mayor: 1 mil 500 millones de pesos. / ESPACIO LIBRE

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