La verdad no peca: el caso de Gerardo Fernández Noroña

Halago en boca propia es vituperio

Nacional17 de julio de 2024 Sergio O. Delgado Soto
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Que se haya excluido del gabinete de Claudia Sheinbaum a Gerardo Fernández Noroña (GFN) generó al interior de MORENA mucha inconformidad, por lo que lo que ha sido el compañero como diputado en el Congreso de la Unión: un valiente y muy inteligente defensor de la Cuarta Transformación y del gobierno de su principal impulsor: el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Ahora sí que el mote de “doctor” en ese recinto le viene al tipo como anillo al dedo, porque a priístas, panistas y emecistas les ha sabido dar –válgase la expresión- “su medicina” al confrontarlos en los debates.

Confieso, porque es la verdad, que yo fui uno de los inconformes con esa exclusión de GFN, a quien, según mi entender, le venían como anillo al dedo dos carteras: la de Gobernación y la del Trabajo. Y es que a GFN lo conocí desde que ambos militábamos en el PRD, concretamente cuando como integrante del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de dicho partido vino a Durango a ajustarle cuentas ni más ni menos que a la Dra. Soledad Ruiz Canaan, entonces presidiendo el Comité Ejecutivo Estatal (CEE), por ser no más que un caballito de Troya del entonces gobernador del Estado, Ismael Hernández Deras. Pero déjenme exponer esto con más detalle.

La Doctora se hizo, vía elecciones internas, de una responsabilidad que simple y sencillamente no le quedaba, de entrada, porque no presentó un diagnóstico del estado que guardaba en Durango el PRD y en consecuencia, sin un plan de trabajo encaminado a quitarle la etiqueta de ser una franquicia y una prerrogativa en manos de una pandilla de vividores de la política. Sin diagnóstico y sin plan de trabajo, lógico que el CCE fuera un organismo amafiado que ni con el pétalo de una rosa tocaba al entonces gobernador. A quienes cuestionábamos a la Doctora por todo esto, la muy equivocada nos tildaba de radicales, como si ser radical fuera sinónimo de violentos y destroyers del Partido, cuando radical, en casos como éste, es ir a la raíz de lo que impedía al PRD en Durango ser un partido auténticamente democrático y, por lo mismo, opositor al partido en el poder.

El CEN del PRD atendió nuestra demanda, por demás fundada, enviando primero como delegado a Guadalupe Acosta Naranjo. Pues bien, este tipo, en lugar de interrogar a la Doctora en presencia de nosotros, sus acusadores, tuvo una reunión muy en privado con ella, después de la cual el muy irrespetuoso se regresó a México para decirle al CEN que en Durango el partido estaba ¡en muy buenas manos! Como no le creyeron, el segundo delegado fue GFN y este compañero sí nos hizo justicia. Por cierto que él y yo nos encontramos justamente a las 9 de la mañana en el local que entonces era la sede del PRD, una casa rentada, por la calle de Juárez, pegadita a las oficinas de Telmex. Lo primero que le molestó a GFN fue que no estuviera la Doctora, por lo cual y como traía hambre, me invitó a desayunar en un lugar que yo mismo le recomendé por el muy buen sazón de sus platillos.

Total que a las 10 ya estábamos de nuevo en la sede del Partido, como también la Doctora, a la que GFN le leyó la cartilla diciéndole que los dirigentes de un partido, más si es de oposición al régimen, deben ser ejemplo de formalidad. Luego de este regaño, el compañero dio la palabra a nosotros, los impugnadores. La acusamos de estar al frente de un partido que no respetaba ni sus principios, ni sus estatutos y cuya responsabilidad mayor era no hacerle ruido al gobernador en turno: Ismael Hernández Deras. Como estábamos al tanto de la corrupción interna, dimos nombres de incondicionales de la Doctora que no estaban en la lucha social, pero a los que, por instrucciones de ella, se les depositaba mensualmente cierta cantidad de dinero en sus cuentas bancarias. Fue poco menos de tres horas lo que duró este juicio sumario, tiempo más que suficiente para convencer a GFN de la procedencia de la destitución de Soledad, juicio al que el CEN le dio el visto bueno.

Pero volviendo a la razón de ser de esta columna, la no inclusión de GFN en el gabinete presidencial de Claudia Sheinbaum, esa impresión que yo tenía de haber sido inmerecida, injusta, se me borró antier luego de ver la entrevista que le hizo al compañero, antes de iniciar su campaña por la silla presidencial, ese ejemplo de buen periodismo que es Sabina Berman en su muy visto y prestigiado programa “Largo Aliento”. Ahí lo que traicionó a GFN fue el ego, por decirse el mejor de los seis candidatos a la grande y por considerar a Claudia como la preferida de López Obrador. Así sea el compañero un cuadro de lujo en la lucha por la 4T, no va con la moral de la izquierda el autoelogio. Esto lo tuvo siempre muy claro el Che Guevara, como también Morelos al reconocerse siervo de la nación. Ahora que esa consideración que hace GFN de Claudia le dio alas a la oposición de derecha para difundir en todos los medios bajo su control (impresos y electrónicos) la idea de que la forma en que se resolvió la candidatura a la grande en MORENA fue toda una farsa orquestada por López Obrador. La verdad es que AMLO es el primer presidente en la historia de nuestro país que no resuelve por dedazo la sucesión y el primero en creer que una mujer como Claudia Sheinbaum tiene en lo moral, lo político y lo profesional lo necesario para construir el segundo piso de la 4T. No perdamos de vista, amigos lectores, el muy buen papel de la Doctora como jefa de gobierno de la capital del país. Hechos son amores, no buenas razones.

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