El magnate infame

Cuando se piensa en la derecha política se le suele posicionar en el conservadurismo tradicional más confesional, católico, apostólico y romano, pero eso ha venido cambiando en los últimos tiempos; los principios cristianos que acordonaban el pensamiento conservador ya no son necesariamente factores indispensables del juego político de la derecha, dados los cambios que se han dado en los últimos años en México y en el mundo.

Apelar a la sociedad a través de los valores del catolicismo puede funcionar para conectar con un sector de la población que cada vez se reduce más, apelar al México guadalupano trajo beneficios en su momento para el Partido Acción Nacional, los más jóvenes ya no suelen creer en las religiones tradicionales, entonces una forma de reconectar con esas generaciones es a través de lo espectacular, lo contestatario, lo histriónico, aunque sea usando argumentos mentirosos, porque lo que importa es llamar la atención, de ahí la postura retadora del magnate Ricardo Benjamín Salinas Pliego, el "tío Richie", como se hace llamar en Twitter.

El dueño del Grupo Salinas rompe una vez más con la corrección política, llamando pendejos e HDSPM a la gente que rodea a Andrés Manuel López Obrador; el muy cobarde no se atreve a enfrentar directamente al presidente, pero sí despotrica contra sus colaboradores y seguidores, es libre de decir lo que le venga en gana, pero el que se lleva se aguanta.

El traficante de influencias es uno de los más acérrimos defensores de la ideología liberalista que busca la desaparición de los gobiernos y el poder del Estado; pero, ¿qué sería de él y sus empresas sin las incontables concesiones, contratos y negocios que le otorgó el Estado mexicano? o sin las multimillonarias condonaciones de impuestos que el gobierno le otorgó por décadas.

Llama huevones a los mexicanos que no son multimillonarios como él, como si el ciudadano promedio no trabajara, es él quien lleva toda su vida viviendo del trabajo, los recursos y la creatividad de millones de compatriotas que se tienen que conformar con los salarios miserables que ofrece, con horarios extenuantes y prestaciones mochas; es fácil para él despojar a sus trabajadores de sus derechos laborales, incapaz de relacionarse con ellos, para él representan una tabla de Excel en el balance general de sus empresas.

La hipocresía del magnate no conoce límites, dice que el Presidente es amigo suyo, pero no pierde oportunidad de vilipendiar sus políticas y hace berrinche porque ahora sí le cobran los impuestos que le corresponde pagar.

Como todo buen libertario fascista, Salinas aplaude las violaciones a los derechos humanos en EL Salvador, porque deshumanizar al que es diferente, sobre todo si su piel es morena, es la regla para el pensamiento conservador; contumaz discriminador, bien puede atacar a la senadora morenita Citlalli Hernández por su apariencia física o a los seguidores de AMLO por recibir apoyos del gobierno, pero nunca se le vio quejándose de la guerra contra el narco de Calderón, la evidente corrupción del sexenio peñista o la traición a la democracia que representó Vicente Fox.

La amargura del "empresario Azteca" solo sale a relucir contra los gobiernos de izquierda, como cuando quiso culpar a Cuauhtémoc Cárdenas que en aquel entonces era jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, del trágico asesinato del conductor Paco Stanley.

Siempre ha usado el poder que le da su cadena de televisión para beneficiar sus intereses, emprendiendo escaramuzas mediáticas contra el que se atreva a perjudicar sus negocios.

Él dice que no quiere ser presidente de México, pero el bloque conservador podría considerarlo como prospecto presidenciable si Xóchitl Gálvez se desinfla, como todo parece indicar, esa actitud beligerante puede funcionar electoralmente como funcionó con Donald Trump en Estados Unidos y ese es un peligro mayor.