El otro eclipse en Durango: el de la corrupción

En Durango todo es posible. Todo puede pasar. Y todo se olvida. Nada se investiga. En Durango el eclipse diario se llama corrupción e impunidad.

Local 16 de abril de 2024 Jesús Marín

eclipse web

La cifra “oficial” de ingresos que dejó el eclipse total de sol, del gobierno es abrumadora. Victoriosa, magnánima. Ha sido el mejor eclipse en la historia mundial y astronómica de los eclipses. Ni Galileo lo organizó como el eficiente y hermoso gobierno de Esteban Villegas. Durango y su “soñar en grande” lo ha logrado.

La derrama financiera que dejó el eclipse fue cerca de 230 millones por la visita de turistas extranjeros y nacionales. Sin contar lo que los gringos pagaron por la exclusividad del mirador en el cerro los Remedios por ver el eclipse de forma exclusiva y en evento privado, pese a ser un espacio público desde su construcción. Lo cercaron y lo vallaron.

Anuncian a los cuatro vientos que los hoteles estuvieron a reventar. No cabía ni un suspiro. Casi casi les pusieron catres en el lobby y en las azotuelas.

Los restaurantes repletos de comensales hambrientos. Las gorditas y el chesco volaban de mesa en mesa. Hay declaraciones de restauranteros que se quedaron sin comida. Ni unas méndigas galletas Marías quedaron.

Las tiendas de abarrotes, sobre todo en Nazas, donde dicen que recibieron más de quince mil visitantes. Vendieron hasta la suegra.

Un éxito sin precedentes en la economía de Durango. Y no gracias al plan económico de Esteban y su hampa. Se anuncia que el próximo año en el gobierno “soñarán” que van a construir un eclipse, aunque sea de cartón. O mínimo se hará una ceremonia en un homenaje cada ocho de abril, con cuetes, placas, discursos, videos y solecitos eclipsados de cartón.

Las calles polvosas y de cantera, con uno que otro alacrán arácnido y de dos pies, fueron invadidas por güeros y güeras, gringos grandotes y chaparros, familias, que se dieron a la aventura de pasear y disfrutar el eclipse. En tour y en bola.

Visitando la otrora ciudad colonial. Disfrutando de los espectáculos masivos como el festival de la Ciudad, alias festivalito Ricardo Castro. Más de veinte mil visitantes nos invadieron. No cabíamos en la ciudad, por ello, en acto heroico y patriota por nuestro terruño, miles de duranguenses se largaron a las playas para dejarle espacio a nuestros veinte mil turistas.

Son las cifras oficiales, y las cifras oficiales no mienten. Y menos en los gobiernos priistas y panistas, cuyas joyas, son el sangriento Felipe Calderón y el corrupto de Peña Nieto. Esteban nunca miente. Y mucho menos, Antonio el chulo Ochoa. “Son desgobernantes íntegros y una transparencia que deslumbra”.

Se presumió que diez mil personas bailaron el pasito de Caballo Dorado y con la banda del Recodo fue una locura. Para una ciudad ávida de entretenimientos, de escapar de su gris monotonía y su desesperanza de siglos. Y con estos espectáculos de circo y maroma, y sobre todo gratis, pos lógico que fuera un éxito.

Lo que no han dicho cuánto millones costó el festivalito Ricardo Castro y cuánto billete  se clavó el Toñín. En Durango no hay a donde ir, si eres pobre y jodido. Excepto el cementerio, esclavizarte en una maquila o irte con los gringos a ser despreciado, humillado por ser prieto, a cambio de un puñado de dólares. Así que cualquier válvula de escape es bienvenida.

Se vieron los veinte mil turistas, pululando por los museos y casonas. Gringos trepados al trenecito, gringos bailando el gusanito con la subsecretaria de Turismo Olivia Fernández Godínez, allá en el mirador, mientras les echaban la Guardia Nacional a los turistas nacionales y a los “localitos”.

Se les vieron a los veinte mil turistas mirando la torre de Catedral, gritándole a Beatriz para que se asomara y tomarle la fotito del recuerdo. Degustando gorditas y elotes. Persiguiendo palomas en la plaza. Tomándose selfies con los paleteros, llevándose un globito inflado.

Turistas gringos, luciendo pierna descolorida, piernas de pollo que nunca les da el sol, en su papel de cazadores del arca perdida, sombrero y short, cámara en mano en lugar de látigo. Soltando dólares, sobornando a subsecretarias de Turismo para rentar en exclusiva y para evento privado casi la mitad del mirador de los Remedios.

Nos visitaron, vinieron a civilizarnos, a nosotros los bárbaros del norte, a pendejearnos, a prohibirnos la entrada a un lugar público. A corrernos de nuestra propia tierra y todo por la corrupción de unos cuantos funcionarios.

En el video de Espacio Libre, la misma subsecretaria de Turismo declara que es un “evento privado” para gringos, por eso no hay paso a la mejor zona del mirador para ver y admirar el eclipse, está grabado y transmitido a nivel nacional.

Turistas como chivos enjaulados, dando vueltas y vueltas por esas calles solitarias de duranguenses, la mayoría en Mazatlán. 

Se paseaban del centro histérico e histórico de la ciudad, en derredor de la plaza. Algunos cientos se apostaron la plaza IV Centenario a percibir el eclipse total de sol, lente en ojo. Danzando locamente, chamanes purificándolos. Recargándose de energías cósmicas. Ofreciendo el renacimiento espiritual.

Una vez pasados los cinco minutos del eclipse, ya no hallaron qué hacer o qué visitar.

Los restaurantes muy limitados en su oferta gastronómica. Gordas y tacos. Tacos y gordas. Casi no tenemos artesanía, a excepción de los cadáveres momificados de alacranes en ceniceros y llaveros. Y la típica camiseta de viva Villa o la alusiva al eclipse. Tampoco tenemos platillos típicos duranguenses. Y los que había, han sucumbido a la modernidad, al gordeo y a las burguers.

Así que roguemos a Dios, a la NASA, a San Jorge Bendito, el caballero, no al ladrón ex gobernador Herrera Caldera, para que volvamos a tener otro eclipse total de sol cada año. De otra manera, los duranguenses seguiremos en la miseria.

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