Breve historia de un chimoltrufio de la política

Pronto se le vio la zanca al pollo de Aispuro

Local03 de abril de 2023 SERGIO O. DELGADO SOTO

aispuro web 2

A los funcionarios, del nivel que sean,

hay que respetarlos si se ganan

el respeto, pero nunca verlos con

lentes de aumento

Guillermo Delgado Juárez

Para quienes seguimos de cerca la actuación de José Rosas Aispuro Torres desde que fue presidente municipal, en absoluto nos sorprendió lo que ya como gobernador le hizo a Durango. Permítaseme hablar en detalle de esto que con sus más y con sus menos es el denominador común de la abrumadora mayoría de los que han gobernado el Estado. Salvo, como lo dijo Gabino Martínez en uno de sus libros, Domingo Arrieta, Francisco González de la Vega y Ángel Rodríguez Solórzano, de los demás hay que decir, en términos de la jerga popular, que en materia de corrupción el más chimuelo masca clavos.  

         A pocos días de haber asumido la Alcaldía, Aispuro anunció aumentos a las contribuciones municipales, lo que en su propio gabinete lo confrontó de inmediato con Pedro Ávila Nevárez, entonces síndico municipal, quien públicamente le reclamó que impusiera algo que no fue bandera u ofrecimiento de campaña. No recuerdo si esos aumentos se materializaron, lo cierto es que desde entonces me quedó la impresión de que Aispuro era otro chimoltrufio más de la política; es decir, de esos que así como dicen una cosa dicen otra. Demagogos, en el sentido peyorativo del término.  

         Ahora bien, cuando el de Tamazula llega a la recta final de ese su primer mandato gubernamental, hace público que su administración va a remozar la Plaza de Armas, para lo cual consiguió que el Cabildo le autorizara un presupuesto de 8 millones de pesos para una obra que, aquí entre nos, tenía un fuerte tufo a “año de Hidalgo”, puesto que la plaza estaba en buenas condiciones. Por eso y una vez concluido dicho remozamiento, yo busqué a mi viejo amigo Diódoro Ramírez Esparza, ingeniero civil de profesión egresado de la UNAM que en la ciudad de México trabajó en la construcción del Metro y muy ducho en el costeo de todo tipo de obras, para preguntarle si lo hecho a la Plaza cuadraba con lo que nos había costado a los contribuyentes. Su respuesta no pudo ser más elocuente y contundente: “No. A lo más se fueron ahí 4 millones”. 

         Y si bien es cierto que Aispuro perdió en su primer intento de ser gobernador ante Jorge Herrera Caldera (2010-2016), el premio de consolación que le dio su partido -el PRI- por esta derrota no pudo ser mejor: una senaduría ya con Enrique Peña Nieto como presidente de la República (2012-2018), curul a la que el hijo político de Maximiliano Silerio le sacó mucho jugo, no sólo por la dieta, de suyo nada modesta, sino también por lo espléndido que fue el gobierno del copetón con quienes en el Congreso de la Unión (diputados y senadores) le dieron el visto bueno a sus neoliberales reformas, una de las cuales, la energética, cerraba en perjuicio de la soberanía del país el ciclo de las privatizaciones, de ahí que el  calificativo de traidores a la Patria a Aispuro y sus congéneres morales y políticos, incluidos los panistas y los verdes, les vino como anillo al dedo.

         Y es justamente a pocos días de haber llegado Aispuro al Senado que se da la toma por asalto del Edificio Central de la Universidad Juárez, incidente que lo hace venir a esta ciudad capital para integrarse a la primera marcha en pro de la recuperación de la autonomía de la Máxima Casa de Estudios y aparentemente a deslindarse, no sólo del autor intelectual de esta toma, Ismael Hernández Deras, sino también de su delfín en el gobierno estatal, Jorge Herrera Caldera. A la luz de lo que fue como gobernador Aispuro, un defraudador de la voluntad popular en todos los sentidos, hay que decir que hasta a la Máxima Casa de Estudios se llevó entre las patas, porque no sólo no quitó al tercer rector espurio, Óscar Erasmo Návar García, sino que lo dejó terminar su ilegal mandato, y lo que fue el colmo: pasándose por “el arco del triunfo” la autonomía de la Universidad, Aispuro le metió mano al subsidio de la misma a grado tal que salió de la gubernatura debiéndole a su Alma Mater 300 millones de pesos, que hasta la fecha, con todo y la demanda que interpuso ésta, no le han sido reintegrados. 

         Pues bien, así como Aispuro no procedió legalmente contra los dos que le precedieron en la gubernatura, a pesar de haber bastantes elementos para eso, entre ellos la toma por asalto del Edificio Central de la UJED y la multiplicación por seis de la deuda pública, Esteban Villegas busca hacer lo mismo con Aispuro creyendo que más temprano que tarde los ciudadanos le perdonaremos esa omisión. Se equivoca. Y está tan consciente de que el grueso de la ciudadanía lo repudia por omiso, que no estuvo en la reciente guardia por el natalicio del Benemérito de las Américas, ni en el banderazo al recién concluido Festival Universitario. Huye de la gente como de la peste. ¡Cuándo va a ser Esteban Villegas como López Obrador, que en su mañanera lidia con amigos y enemigos de la 4T; o como Layda Sansores, que en Campeche ya exhibió los abusos de poder y la monumental corrupción de su predecesor, Alejandro Moreno Cárdenas, y que sólo está esperando que se le acabe el fuero que como diputado federal tiene para mandarlo al “botellón”! ¡Eso es gobernar, señores. Lo demás es agua de borrajas!

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