La comedia que México necesita

En política hemos sustituido el chiste y la ironía por la ofensa bruta: José Mujica

Opinión 06 de marzo de 2023 Daniel Antonio Lara Palacios

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Como muchas de las artes en nuestro país, la comedia fue tocada por la ideología y los intereses de los oligarcas de los grandes medios de comunicación, como parte de la manipulación mediática proliferaron programas irreflexivos de comedia que se apegaban a los estereotipos y se volvieron repetitivos y anacrónicos.

Según el cineasta y comediante norteamericano Woody Allen, tragedia más tiempo es igual a comedia, esto resulta parcialmente cierto, pues hay personas a las que la tragedia las toca de una forma que se torna imposible de superar, por lo que nunca les parecerá graciosa una broma sobre un suceso tan traumático, pero en lo general, así funciona el arte de las risas.

Esto se entiende cuando alguien cae por accidente, casi siempre resulta gracioso ver a alguien caer, incluso para quien cae, pero si la caída es muy aparatosa o hay heridas serias, deja de ser gracioso, hasta que pasa suficiente tiempo y entonces se puede bromear al respecto, cuando el peligro haya pasado.

Debe entonces la comedia, encontrar un equilibrio entre lo que es gracioso y lo que es doloroso, el fin de la comedia es entretener mediante la risa, en un proceso de catarsis en el que el comediante lanza sus chistes y el público los entiende, se sorprende y ríe, en este proceso hay una reflexión, ¿por qué esto me causa risa pero aquello no?

Entonces la risa se convierte en una comunión entre desconocidos, que no pueden elegir lo que les causa gracia y lo que no, porque si se lo piensa bien nadie decide lo que le provoca una carcajada, es una sorpresa, y lo bonito de la comedia es descubrirte riendo de algo que es políticamente incorrecto, incomodo, o cruel, para luego sentir culpa por la risa, pero eventualmente viene el cuestionamiento y el debate interno que nos lleva a una reflexión.

El comediante no tiene la obligación de hacer chistes que inviten a razonar, es decir, pueden existir humoristas con tendencia al pastelazo, al chiste fácil y filosóficamente insustancial, como el finado Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, que básicamente contó el mismo chiste miles de veces, contribuyendo a la narrativa echaleganista de Televisa.

Por contraparte pueden existir comediantes como el británico Ricky Gervais o el mexicano Carlos Ballarta que retan a sus audiencias, que no las menosprecien y por medio de la risa, el humor negro y la confrontación en un ambiente seguro, las llevan a un proceso de introspección, con temas que, en una conversación seria, resultarían demasiado dolorosos, incomodos o moralmente cuestionables, es decir, la comedia puede ser el catalizador de deliberaciones profundas sobre la realidad que nos aqueja como sociedad.

La corrección política y la recientemente acuñada cultura de la cancelación en redes sociales, pretenden borrar del discurso público algunas expresiones que resultan incomodas, ofensivas o anacrónicas, por ejemplo, la homofobia, el racismo, la gordofobia, la transfobia, y un largo etcétera.

No significa que no se pueda bromear respecto a esos temas, pero el autor de la comedia, elige cómo abordarlo, y asume las consecuencias de sus palabras, el contexto en el que las dice, y también decide si se planta ante los comentarios adversos o se dobla ante la crítica y se disculpa.

Los últimos años han ocurrido una gran cantidad de cancelaciones a artistas, casi todas estas con casi nulas consecuencias, ya al tratar de borrar esos discursos incorrectos, se actúa con mucha intolerancia y en algunos casos las conversaciones pasan de debates sanos a francas ofensas de las que nadie se beneficia.

El peligro se encuentra en que amparados en la libertad de expresión, pseudocomediantes como Chumel Torres emiten comentarios políticos ofensivos, discurso de odio disfrazado de chistes, y cuando se les señala de estar fomentando la polarización se excusan en que ellos solo son comediantes, rehuyendo así al debate, entonces la violencia discursiva se esconde detrás de la comedia para fines estrictamente político-partidistas y de las elites. 

Lo que ha probado su efectividad en el avance hacia sociedades más civilizadas no es la eliminación del discurso de odio, sino el debate y la conversación al respecto; por ejemplo, Alemania logró avanzar hacia ideologías más humanistas, no eliminando el discurso fascista nazi, sino desmenuzándolo, comprendiéndolo, debatiéndolo y poniendo en evidencia a sus propagadores.

Como dijo el gran Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, con respecto a la conversación política en redes sociales: “En política hemos sustituido el chiste y la ironía por la ofensa bruta”, dándole un gran poder a la sátira y la comedia en el debate público, poniéndolas en un plano central de la contrastación de ideas; ¿cómo podría tenerse un debate serio si solo hay ofensas? El humor es básico si se aspira a una izquierda con base social, pero debe ser reflexivo y empático, esa es la comedia que México necesita.

No perder la alegría es primordial.

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