Gobierno prianista de Durango reprime por ejercer libertad de expresión

Como lo manifesté aquí en una de mis columnas: yo fui trabajador fundador del Instituto de Cultura del Estado (ICED), contratado directamente por el director general fundador, el Lic. Héctor Palencia Alonso -sin duda alguna el mejor que ha habido en ese cargo- para hacerme responsable del área de corrección y redacción, lo cual se entiende fácilmente: para un hombre que, como él, manejaba espléndidamente el lenguaje, que del Instituto salieran documentos con faltas de ortografía o con fallas en la redacción era simple y sencillamente inaceptable. 

Ya estando ahí, tuve la ocurrencia de crear un mini periódico de cuatro páginas, tamaño tabloide y quincenal al que bauticé con el nombre de “La Canícula”, por lo caliente que estaba entonces en Durango el clima político. Obvio: fue un periódico de oposición al vetusto régimen priista por desgracia todavía vigente en el Estado. Me hicieron segunda en esa aventura como columnistas  amigos y compañeros de lucha como Mauricio Yen, Víctor Samuel Palencia Alonso, Patricia Barba y Juan Ramón García Maquívar. 

Ahora bien, del total de periódicos que se imprimían, 30 los vendía yo en el ICED entre mis compañeros de trabajo, uno de los cuales me compraba el Lic. Palencia. Destaco esto último porque, no obstante ser un periódico inclinado hacia la izquierda, si el Director General no impedía su venta, era porque tenía muy claro, como abogado que era, que un derecho constitucional como la libertad de opinión no debe coartarse, y menos en un instituto que por su misma naturaleza debe estar habitado necesariamente por libertos.

Traigo esto a colación, por lo que acaba de ocurrirle al Lic. Gerardo Campillo, a raíz de las declaraciones que hizo públicas su pareja, la comunicóloga Norma Huízar, respecto a la descarada injerencia del actual gobernador del Estado, Esteban Villegas Villarreal, en la elección de quién sucederá próximamente en la Rectoría de la Universidad Juárez a Rubén Solís Ríos. Pues bien, por haber ejercido Norma su libertad de expresión, un derecho humano y constitucional, Gerardo fue injustamente despedido del ICED, en donde fungía como director del Teatro de la Juventud.

Así las cosas, qué hubiera hecho yo ante esa situación. Hasta la pregunta es necia: demandar mi reinstalación por no haber razón laboral para el despido. Ahora que si ya no quisiera regresar al Instituto, como puede ser el caso de Campillo, demandar mi liquidación conforme a la ley. En mi caso, esto ocurrió a mediados del 2002, cuando el entonces gobernador del Estado, Lic. Ángel Sergio Guerrero Mier, ordenó al Lic. Palencia despedir a los 180 trabajadores que fundamos el ICED y que ya, legalmente, teníamos derecho a ser trabajadores de base, con lo que esto implicaba: mejores sueldos y prestaciones. La resultante de esa lucha encabezada por un trabajador de Mantenimiento y este servidor fue que se mantuvieran en el Instituto 90 trabajadores y 90 nos fuéramos a la calle, empezando por los cabecillas. Como a los corridos se nos quería despedir sin liquidarnos, hicimos lo que en justicia procedía: apelar a Conciliación y Arbitraje, en donde se nos dio la razón, de modo que el dinero de la liquidación nos permitió sufragar nuestros gastos ordinarios por seis meses. 

Si Campillo, por el evidente temor de su mujer, que a la mejor ya lo hizo suyo, no hace lo que nosotros en 2002, contribuirá a que los gobiernos que padecemos en Durango a los dos niveles sigan bailando un jarabe tapatío sobre nuestra dignidad como seres humanos y nuestros derechos como trabajadores constitucionalmente establecidos. Ser o no ser, Gerardo. That is tue question. Te lo digo en buen plan. Por cierto, el director actualmente en funciones del ICED, Francisco Pérez Meza, fue de los trabajadores a los que Guerrero Mier no les dio cuello. Y cómo le iba a dar, si nunca lo vimos ni a él ni a la maestra Virginia Ruiz Valles, su jefa entonces en el Instituto, plantarse como nosotros en la Plaza IV Centenario a gritarle sus verdades al entonces gobernador, quien por cierto fue mi maestro de Civismo en la Secundaria Benito Juárez. Como quien dice a Dios rogando y con el mazo dando.