El fin de la impunidad y corrupción del Poder Judicial

La élite de corruptos y privilegiados no pudieron con la democracia

Nacional12 de noviembre de 2024 Jesús Marín
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La presidenta Claudia Sheinbaum salió muy fortalecida en su primer reto, al enfrentar a un Poder Judicial viciado, corrupto y poderoso. A los privilegios económicos más privilegiados. Con 850 mil pesos libres de sueldo al mes, con cuarenta prebendas, como pago de seguro médico de gastos mayores, ayuda de canasta básica, pago de celulares e internet, chofer, guardaespaldas, camionetas blindadas, servicio de lujo de restaurantes, etc.

Un insulto para un país como el nuestro, el mantenimiento de un Poder Judicial, quizá ya podamos tener una justicia expedita, libre y sin costo. El dinero ya no será factor para la justicia de los mexicanos. Al menos eso se dice en la letra escrita de la reforma.

La Corte no pudo lograr su objetivo de declarar la inconstitucionalidad de la reforma al Poder Judicial, votada en mayoría calificada por el Senado y la cámara baja y que ya forma parte de la Constitución. Tendremos un Estado de derecho más equilibrado y funcional.

No se pudo logro la canallada e ilegalidad que perseguían estos ocho jueces que se negaban acatar la voluntad de la mayoría.

No pudo ejercer su poder absoluto que creía ejercer sobre la Constitución, sobre el poder Ejecutivo y Legislativo, sobre el voto a favor de la reforma de más de 36 millones de mexicanos.

No pudieron con la democracia, pese a que uno de sus argumentos era que la mayoría lograda en la votación, en la democracia plena y ejercida, no era importante, y no podía regir los destinos de una nación. Argumentar que la minoría es mas importante que la mayoría, el chiste se cuenta solo.

Una vergüenza la clase de jueces que no querían soltar sus privilegios, politizando en vez de ejercer la justicia. Argumentar que la democracia es una ocurrencia y un derecho humano.

Derrotados en su propia estupidez, evidenciada cuando ya en la desesperación la presidenta de la “suprema” corte, Norma Piña, quiso argumentar -patéticamente- que los votos mínimos para lograr la mayoría calificada eran seis y no ocho.

Quería aplicar la nueva reforma judicial a su conveniencia. Una reforma que pretendía descalificar, pero sí aplicable cuando ellos la requerían para mantener la supremacía de su poder y privilegios.

Son ocho votos cuando son once jueces. Y serán seis cuando la Corte sea de nueve jueces, elegida por elección popular.

Dentro de diez meses, los jueces y magistrados, serán elegidos por votación popular, en una elección abierta y organizada por el INE. Ya no serán impuestos por los presidentes en turno ni por los partidos políticos.

Sin despeinarse, con ironías y burlas la presidente Claudia enfrentó este intento bufónico de golpe de Estado aguado, salió airosa, sabedora que cuenta con todo el apoyo de los mexicanos que amamos a nuestro país que deseamos un futuro y seguir teniendo una esperanza que creímos nunca merecer ni en sueños.

Desde el principio, el ridículo y la ilegalidad, al pretender eliminar una reforma ya aprobada y sabedores que las reformas constitucionales no pueden ser reformadas ni corregidas, excepto por el poder Legislativo, con una mayoría de senadores y diputados, como ya es ley  la reforma en la Constitución. Jueces violadores a todas vistas de la ley que dicen defender. Jueces violadores de la Constitución mexicana.

No fue capricho ni voluntad de Claudia, ni del ex presidente AMLO, ni de la Cámara de Senadores y Diputados.

Fue la suprema voluntad del pueblo, ejercida con el poder de su voto, con la decisión de 36 millones de mexicanos.

La mayoría sí cuenta. Y es quien marca los rumbos de la nación. El pueblo manda. Y el pueblo quita.

La legalidad y la aplicación de la reforma ya es parte de la Constitución es evidente para todos los mexicanos, excepto para este puñado de ocho jueces, comandados por la ministra Norma Piña que evidenció a nivel nacional e internacional su codicia y su ignorancia de la Constitución. Su corrupción.

Claudia triunfa en pleno sobre esta mafia que llevaba más de veinte años en la impunidad y corrupción, soltando narcotraficantes, eximiendo a exfuncionarios acusados de desfalcos y enriquecimiento ilícito, perdonando impuestos a oligarcas.

Al tratar de calificar una reforma a su poder, que ya no era reforma, es ya ley escrita en la Constitución, aprobada por el poder Legislativo y publicada en el Diario Oficial de la Federación por el Poder Ejecutivo, por la presidenta Claudia.

El resto fue una comedia de la moribunda oposición, de la estúpida y odiadora derecha que nunca supo gobernarnos y jodió al país por casi cien años.

Magistrados y jueces, acostumbrados a ser los príncipes del sistema republicano mexicano, sin ser elegidos, sin rendirle cuentas a nadie, ni a Dios mismo y sus santos y mucho menos a la Constitución de México, siendo ellos garantes de la misma, se creían dueños absolutos de las leyes; semidioses con un poder superior a cualquier otro poder divino o de la federación y de las leyes  que no fuera la que ellos interpretaran.

Por fin se pudo tocar al Poder Judicial. Por fin habrá justicia expedita y gratis para todos los mexicanos.

Ahora le toca a nuestra valiente e inteligente presidenta Claudia Sheinbaum lidiar con el misógino y xenófobo recién elegido presidente Donald Trump, ¡Dios nos salve a todos!

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