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El peor crimen en el Paseo del Oeste de Durango es tener talento. A los locatarios le interesa defender su mediocridad, no ofrecer atractivos al turista. No convertir en un parque turístico para Durango. Es defender su mediocridad, su falta de creatividad.
Érase una vez en el Viejo Oeste. Érase una vez en Durango. Un puñado de dólares para Durango. Vine a Durango a matar a un tal John Wayne. Me llamo Maclovio, el tunco Maclovio. Vaqueros famosos han desfilado por las calles del Viejo Oeste de Durango. Una tal Antonio Reyna, conocido como Anthony Queen. El mexicano que más amó y promocionó a Durango, sin ser duranguense, Jorge Russek. El inolvidable tunco Maclovio, Julio Alemán. Mario Almada, Valentín Trujillo, entre otros famosos.
En el Viejo Oeste de Durango se han filmado más de ciento cincuenta películas de vaqueros y balazos, de colonos y apaches. Películas míticas como Pluma Blanca y Los Siete Magníficos, hasta clásicos mexicanos como el Tunco Maclovio y Pueblo de Madera.
El paseo Villas del Oeste, un atractivo que es visitado por miles de turistas, extranjeros y nacionales, atraídos por la fama de que somos la tierra del cine. Por la fama mundial de un cielo límpido y hermoso, como la sonrisa de Dios, donde la calidad de luz y luminosidad es única. Por los paisajes que Durango cuenta, desde el viejo oeste hasta el tiempo de los cavernícolas, donde Ringo Star filmó el cavernícola. Donde Paul Newman filmó Hombre Gordo y Hombre Pequeño, simulando los álamos, donde se desarrollaron las dos primeras bombas atómicas.
A más de un año, que el primo hermano del gobernador asumiera el poder en la cultura y espectáculo en Durango, el mayor logro de su gestión, a olores y vistas notorias, de este cantante vernáculo, cancionero de tanto la melodía, trovador de cantinas, fiestas de cumpleaños y primeras comuniones, su mayor logro es ser centavero.
No fue renovar la calle Howard. Ni techar la iglesia inconclusa del pueblo mexicano. Ni mejorar los escenarios naturales y locaciones que llevan más de diez años sin una gran remodelación. Tampoco está entre sus logros, el cuidado de sus jardines, los poquísimos jardines que sobreviven y que han sido sembrados por los locatarios y artesanos, y no por los directivos y plantas nativas de la región.
Mucho menos su prioridad ha sido la cultura y el arte en el Paseo del Oeste. Ni por equivocación brinda la cultura del cine filmado en Durango. El visitante no se entera, no es informado por qué Durango es la tierra del cine y contarle al turismo cuántas y desde cuándo se filman películas. Ni los nombres de las luminarias y astros del cine de Hollywood y mexicano. Mucho menos las películas que han dado fama mundial a la tierra del cine.
Tampoco su mayor logro es adecentar el panteón de los actores que ya murieron y actuaron en Durango. Nadie sabe quién es John Wayne, ni un tal Gregory Peck. Es un cementerio, válgame la expresión, enterrado en el olvido de sus muertos. Apenas unas lápidas de madera corroída, donde se leen nombres y fechas, pero ninguno de los visitantes, de los jóvenes y maduros, saben quiénes fueron esas grandes estrellas de la cinematografía.
Le falta mucha cultura, pero enorme cultura, kilométrica cultura, al vernáculo cantante Lauro. Cultura no es pararse en una cantina y cantar a capela, con copas encimas. Tampoco es arte hacer dúo con su primo, el gobernador. Cultura inexistente para manejar el arte, la cultura y el espectáculo en nuestro estado. Le falta cultura y educación, imaginación y creatividad, ya no del cine en Durango, sino cultura en general, al señor Lauro Arce. Ya demostró esas carencias cuando fue director del IMAC.
Quizá Lauro Arce debería rodearse de colaboradores con experiencia, en el manejo de parques temáticos, algún consultor del cine en Durango, un escenógrafo profesional y un arquitecto en cada área que controla.
Lauro Arce es cacique, para empezar, primeramente, del ICED, es el poder detrás del trono, tras el director Pancho Pérez Meza y no se duda ni tantito que hasta cobre en la nómina. Se dice que también es quien tomaba las decisiones del ahora desaparecido IMAC, destruido por Antonio Ochoa, el Atila de las dependencias municipales y terror de los sindicalizados.
Lauro Arce es quien pone y quien dispone del corredor “Cultural” Constitución. El vernáculo director también manda y desmanda en el teleférico, ese aparatejo inútil y oneroso, que presenta desde las alturas el vergonzante atraso y ruindad de la ciudad.
Es el rey del paseo del Pueblito. Y por si todavía no tiene llenadero, el primo hermano, consentido del gobernador, también tiene sus tentáculos en el puente de Ojuelas. Y en la plaza de Armas, este director del paseo en el Pueblito. Controla Museo del terror (por la absoluta falta de seguridad) o de Minería. Quien mucho abarca poco aprieta. Sobre todo, cuando se es tan soberbio como Lauro Arce, que cree saberlo todo y actúa nomás por sus pistolas.
Lauro es el amor y señor de la cultura, el arte y el espectáculo en Durango. En el casi año que llevamos ha hecho maldita la cosa que valga la pena
Arce es un funcionario de alto nivel opaco y oscuro. No ha reportado las ganancias que han generado todos los espectáculos que coordina y maneja.
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