Cuento / 1a. parte
Alguna vez tuvimos sueños. Alguna vez fuimos diamantes locos brillando al sol. Y brillaba Dios en nuestros ojos, obscenamente inocentes. Y éramos campo verde, agua cristalina, miel sin probar. Éramos material para soñar.
Alguna vez creí en ti, oh Dios, era tan tonto, tan dolorosamente joven. Ahora lo sé, todo fue una bella mentira para soportar esta guerra, para soportar este naufragio.
Locos y tontos, locos e ingenuos, al pensar que el mundo nos pertenecía. Nada es nuestro, excepto esta nostalgia, esta sangre derramada. Recemos por nuestra muerte, porque nuestra derrota sea algo digno de cantarse.
Y que los viejos libros cuenten que todos fuimos héroes. Alguna vez todos fuimos héroes. A-l-g-u-n-a v-e-z f-u-i-m-o-s h-é-r-o-e-s.
Recuerdas cuando caminábamos las calles, bajo la lluvia de otoño, la lluvia fluía poderosa en nuestras venas. Tomarnos de la mano como único acto del universo, como única verdad de nuestras vidas, ¡oh rueda mente loca!, llévame lejos de aquí, llévame a donde siempre brille el sol.
Estamos tan ateridamente solitarios, tan ateridamente muertos. Brilla de nuevo diamante loco, brilla dentro este páramo, dentro de esta fría tumba.
¿Todavía sigues creyendo en la magia del amor? Bendito sea tu ingenuidad. Sigue creyendo, es lo único que hemos rescatado. Es nuestra única defensa, el último bastión que nos queda.
Sueños tan lejanos, más allá de la nostalgia, más allá de la infancia y la inocencia, ¿dónde quedaron nuestros sueños?, queda poner una vieja rola de rock and roll y sonreírle al espejo del tiempo y lustrar los recuerdos, mojarlos en cerveza y dejarse ir, dejarse caer, confortablemente insensible, confortablemente vencido. ¡Oh la guerra está allá afuera y uno esta tan vencido!
Ya no está más madre, esperándote con el abrazo bendecido, con la palabra que nos salvaba. Con la caricia que nos convertía en niños eternos. De nada sirve quedarse bajo la cobija, y cerrar los ojos muy fuertes. De nada sirve volver a ser niño cuando ese niño nos mira desde un rincón, su tristeza nos hiere más que otra cosa, más que mil fusiles. El sabe que nosotros fuimos los traidores. demasiado tarde para ser otro, demasiado tarde para volver a volar.
Déjalo ir. Déjalo que fluya, cierra los ojos, bendita la oscuridad, bendita la ignorancia de los muertos. Bendito el silencio de los cementerios, se está tan bien aquí.
No abras los ojos, ciérralos y déjalo fluir. Algún día dejarás de sentirte solo. Algún día, cada vez más cercano volverás a ese lugar donde siempre brille el sol.
Bendita chiquilla, dueña del sol, bendita iluminación de tu cuerpo ante la ceguera de ser un hombre, ante la ceguera de los ciegos que ven, pero no perciben, ¿cómo le hablas de luz a un ciego?
Ojalá pudieras haberte quedado. Ojalá pudieras haber sido mi hogar. Ojalá no me dolieras tanto; bendita cuando fluías entre mis manos, eras lluvia suave, eras luz de mayo, nieve derretida en mi boca; escuchaba caer la lluvia cuando me besabas, escuchaba cantos que nunca he vuelto ni volveré a sentir. Eras como el mar cuando estábamos juntos, perdido en la sagrada geografía de tu ser, ¡oh hermosa chiquilla que yaces a infinidad de años luz, a distancias que ni mi memoria puede alcanzarte, tócame suavemente, has revivir este viejo y loco corazón, dime que todo está bien, que estarás en casa esperándome, oh, siempre seremos los mismos, locos e ingenuos, locos y terriblemente desamparados.
Es la noche final de un día difícil que parece no tener fin. Es la noche de un día que se ha quedado aquí dentro, escarbando. Hay alguien en mi cabeza y no soy yo. ¿Cuál es el camino que llega a casa, oh hogar, dulce hogar? ¿Hay un color más negro que el negro?
Me quedaré aquí, esperando que estalle el mundo. Esperando la lluvia de estrellas que algún día nos prometieron, el futuro ya está aquí y está muerto, rueda, rueda vieja piedra desgastada.
Toquen más alto, vuelvan cantar oh ángeles del infierno, canten sus cantos salvajes y prohibidos, beban de esta sangre que aún no sabe a derrota, apaguen este graznido, este ulular en mi cerebro, ven, estalla dentro de mí, libérame, libérame, viejo maestro de la palabra oscura, hazme volar más allá de las nubes, que el sol acaricie nuestra piel como antaño, hazme sentir nuevamente vivo, nuevamente dueño de mi cuerpo, de mis sueños…
Ojalá que todo fuera como el ayer, cuando no existían los problemas, cuando todos éramos dioses. Ojalá que el ayer nunca se hubiera ido de nuestras vidas. Bendito sopor, bendito no pensar, el ayer no debería morir nunca, es el único lugar seguro, es la única iglesia para nuestros rezos. El ayer que nos ilumina y nos aparta de esta locura, de este olor a cuervos muertos. Cree en el ayer, cree en el ayer, no hay otra salida. El ayer es el único camino y la única verdad.
Lo sé hermano, el ojalá no existe, pero es nuestra única esperanza, nuestro único asilo, en el cielo no cabe ni un loco más.
No hay otra sabiduría, tenías razón viejo y amado Juan, hay que dejarlo ser, hay que dejarlo ir, nunca nos perteneció, nunca fue nuestro, déjalo ir, déjalo ir, ya vendrá tiempos mejores, en un lugar donde siempre brille el sol, un lugar donde siempre brille el sol…. un lugar…
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