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Ya andan diciendo que Villegas es el mejor gobernador que hemos tenido en Durango
Local23 de enero de 2024 MARTÍN M. GONZÁLEZDurango es una pequeña ciudad de costumbres, un ghetto sin muros, terruño que dicen no soportar por su monotonía y su aburrida cotidianidad de “aquí no pasa nada ni nadie”, donde el rumor y el chisme, son prácticas ancestrales. Donde morir de tristeza es destino compartido. Y morir sin esperanzas es la ley. Por ello, el envío de dólares de los emigrados, de los que van a morir en tierras gringas, nos salva del hambre y medio palea la pobreza.
Entre nuestras costumbres antiquísimas, son la desidia, el respeto ciego y absoluto al poder en turno. El quedarse calladito y sin protestar pese a sufrir la injusticia en carne propia.
Ya hasta andan diciendo que el gobernador Esteban Villegas es un mago de las finanzas, rey de la inversión y líder de los sueldos mejor pagados de Norteamérica.
Las voces oficiales, las de sus compas que integran la nómina de gobierno estatal, sus barberos que nunca faltan -al contrario abundan- y la multitud corruptos, tanto del PAN y del PRI, andan gritando al viento y a las piedras de cantera de esta extinta ciudad colonial, que Villegas Villareal, es el mejor gobernador que hemos tenido, casi tan perfecto y eficiente como fueron sus “padrinos Corleones” y antecesores, el Ismael, campesino del Mezquital, el bello Jorge y el werito uñas sueltas de Tamazula.
Así lo propagan en las redes y en los medios chayoteros, anales y canales de televisión, redes abiertas, chismes de vecindad, oficinas de burócratas y cantinas donde tocan sus cds, del dueto con su primo, allá cuando le hacían a la cantada para sacar el taco o por el solo gusto de gorgorear.
Ya salieron a elogiar el “gran logro” de Esteban Villegas al atraer la mayor inversión de una empresa ensambladora de carros eléctricos nunca vista.
Casi a Villegas lo ponen a nivel de Rockefeller. Con pin… mil empleos piensan abatir el índice de desempleo en la ciudad. Y que será el principio del sueño en grande, de rescatar a nuestro alacranero terruño de ochenta años de fracasos, atrasos, miserias, ataques de risa y bojedades acumuladas.
Se “les olvida” que Villegas se hizo el tonto (por no decir pend…) durante más de un año, viajando con su gran séquito real de lambiscones, parientes y uno que otro wey, casi todos, por gringolandia y China, viajando a lo grande, gastando a lo bruto, en hoteles de primera, en aviones de lujo, pura master class, tragando viandas extravagantes, con el bar abierto para amenizar las canciones y bohemia, con su primazo del alma, el Lauro.
Y los muy cínicos presumen que “apenitas” lograron seis u ocho inversiones y que la primera es una inversión de una armadora china, cacareándolo como el mayor logro industrial en la historia de Durango. ¡San Esteban bendito, San Esteban el milagroso! Sin aclarar cuál será el moche para el mafioso cártel del Villegas.
Que conste en actas que no son los setenta mil empleos que prometió hace ocho años. Son apenas mil empleos. Le faltaron sesenta y nueve mil.
Lo cierto es que Durango vive, revive y muere, en cada sexenio. Se reinventa la esperanza y futuro. Se promete y no se cumple.
Nunca un gobernador ha cumplido sus promesas de campaña, lo único cierto, tristemente cierto, es que solo han gobernado para robar y robar y salir convertidos en obscenas ratas millonarias.
Durango como gobierno nuevo, transa nueva. La transa y corrupción del sexenio pasado, se borra y retransar de nuevo. Se instituye la impunidad como política de reconciliación. Se perdonan ladrones y asesinos, se les da carta de impunidad.
Se perdonan agravios y raterías a exgobernadores. Se olvidan desfalcos. Sea asume las deudas heredadas. Se inventan impuestos y saqueos, que los ciudadanos, calladamente y borreguilmente, pagarán por las buenas y por las malas.
Y ahora sí, se promete que habrá progreso y que nos iremos a la grandeza. Que soñaremos en grande, aunque no sea otra cosa que mentir en grande. Se burlan cínicamente de la ingenuidad y fe de los duranguenses que más bien parecemos duranguangos, duranpendejos.
A un año del gobierno de Esteban Villegas, de desgobierno y sin rumbo, la prensa mediática, la del maiceo, el periodismo de la vieja guardia y del chayote añejo, han empezado ya con bríos y billetes del chayote, hacer lo que mejor saben, lambisconear y besa pies del poder.
Lo único que escribe el periodismo duranguense oficial y mediático en sus más de cincuenta años como medios corporativos: “elogiar al gobernador en turno, de forma descarada y abierta”, prostituyéndose de la manera más vil y vergonzante, por unos míseros pesos.
Ahora tras anunciar Esteban Villegas, la llegada de una armadora de carros eléctricos, con la creación de mil empleos “bien pagados”, un eufemismo para no aclarar con qué se refiere al anunciar que serán bien pagados. ¿Tan bien pagados como el puesto del gobernador Villegas?, que recibe 203 mil mensuales en un pago ilegal, ya que nadie puede ganar más que el presidente de México, según lo establece la Constitución.
Ahora uno de eso periodistas de la vieja guardia, escribió en su red, que él nunca había visto en toda su vida como periodista y director de un periódico, una inversión de tal magnitud, histórica en la economía local (el hombre ya casi setentón) pone al gobernador por las nubes, casi lo declara el gobernador más genial que hemos tenido. Tal como lo dijeron con Ismael, Jorgito y Aispurito.
Exactamente lo mismo escribió, con el exgobernador panista, de sangre pura priísta José Rosas Aispuro, que al inicio de su sexenio todos los periódicos y la mayor parte de los periodistas, columnistas, lo alababan como ahora lo hacen con Villegas.
Cada inicio de sexenio, suceden dos cosas. La primera, que el culpable de la miseria, el saqueo y la corrupción, fue el gobernador saliente, el exgobernador. Pero eximido de responsabilidades judiciales y penales y solo se le hace cara de fuchi y se le grita, eso sí, muy quedito, niño malo, niño malo. Pero se le respeta sus latrocinios, sus transas, propiedades y millones de millones que se robó.
Cada gobernador de Durango que sale, deja su cargo convertido en un podrido millonario, dueño de grandes edificios, propiedades en puertos afrodisíacos. Con acciones en las grandes maquilas. Son millonarios para toda la vida y varias generaciones de sus descendientes.
Así somos en Durango, pendejos renovados y creyentes cada inicio de sexenio, hasta descubrir, casi finalizando el sexenio, que nos volvieron a empinar una vez más sin vaselina y ni siquiera una tierna palabra de amor.
Durango callado y tranquilo… y muy pendejo.
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