Este es un asalto: el aguinaldo o la vida

El gobierno de José Antonio Ochoa Rodríguez es un fracaso estrepitoso, así como el de su compita de fórmula prianista, el vernáculo Esteban Villegas Villarreal. Con estos dos gobernantes Durango va en caída libre, a una parálisis de su economía.

Ni sus campañas de enchuleamiento, ni sus payasadas de disfrazarse de naco, ni encabezar desfilitos del día de muerto, de navidad, han impedido que la sensación de fracaso sea evidente. Y la atmósfera de corrupción es evidente. Y sea considerado como uno de los peores alcaldes de México.

Todo un caos, en sus oscuras camionetas rentadas, las camionetas perronas, de más noventa camionetas rentadas, quedan en funciones una cantidad inferior. No hay datos ni cifras, no hay transparencia, una opacidad panista peor que la de su antecesor Jorge Salum.

El alcalde no aclara, no informa, no informa sus negociaciones, de sus turbios negocios. Durango en manos de un alcalde, que en vez de comprar vehículos y patrullas como patrimonio del municipio, las renta… las alquila, sin lógica alguna, con un pestilente tufo a corrupción.

En días pasados, en un acto circense, entrega equipo vehicular de protección policiaca, uniformes, armas, con un escandaloso ruidazo de sirenas y silbatos. El mega circo del alcalde en todo su apogeo. Ochoa Rodríguez, en la en la plaza Fundadores, ridículamente entrega el equipo, con la payasada que lo caracteriza. Y los hace desfilar a toda sirena y luces.

Ahora es navidad, y declara, sin vergüenza alguna, que no habrá piedad, que morderá profundamente y no perdonará mordida, ni multa a nadie. La orden es tajante, morder a ciudadanos, a turistas, a los duranguenses que viene desde el extranjero a visitar familia.

A morder todo lo mordible que deje billete a las arcas municipales y por ende al bolsillo del alcalde y los policías mordelones.

Inicia la “recaudación”, el desvalijamiento descarado por parte de las fuerzas de seguridad. Inicia la cacería de chocolates y mojados, de los polis al turismo.

No habrá chulo más feliz en Durango en esta época decembrina, que el chulo de chulos, el panista Ochoa Rodríguez.

Para este gobierno, es su segunda navidad en el poder. Y están hambrientos de dineros. Toníñ lo ha gastado en sus campañas de chulez, en sus memorables pachangas en el Museo de la Ciudad, gastadera de vinos y viandas. En campaña para postularse para el Senado, compitiendo con el millonario de José Aispuro Torres. 

A Ocho Rodríguez le falta dineros para comprar sus maquillajes, cremas y afeites de belleza de macho alfa, sensible y chulo.

Por eso los retenes, las detenciones, el robo “legal” en las multas.  Hay que sacar dinero de donde se pueda. 

La fuerza pública, al mando del chulo de chulos, afilan colmillos y garras, para “ordeñar” y despojar a cuanto bracero, espalda mojada, residente, a los que los vean feos, estén pelones, calvos, prietos o tengan dos ojos en la cara, venga desde los Estados Unidos, del estado vecino, desde Marte, a dejar la divisa al visitar a sus parientes. Y serán basculeados por nuestra heroica policía pitufina.

En esta época donde llegan a Durango nuestros paisanos de gabacho, duranguenses que tuvieron que irse de espaldas mojadas a buscar la esperanza, a ganar el billete verde para aliviar a su raza, para que su familia tuviera un futuro, pudiera comer como gente decente, mínimo tres veces al día.

Esos duranguenses que van a recluirse en jaula de oro, atrapados en el sueño americano, ilegales, a la buena de Dios, arriesgando vida y sueños, regresan a visitar a parientes, a la esposa, a los hijos, a los abuelos.

Vienen cargados de alegría, de regalos, de lo que ahorraron en dolarucos, para toparse con los polis, la chota, los puercos, los pitufos azules, los marranos, los pies planos, los mal llamados protección ciudadana, prepotentes, abusivos, cobardes,  asaltan “legalmente” en las calles, en las avenidas de la ciudad, por esos mismos agentes de “inseguridad”, con la única seguridad de que les van a partir su madre y les van a “bajar” los dólares.

Les bajan el billete, los humillan en su dignidad y decencia, los amenazan, los asustan, los violentan, los despojan. Retenes en las carreteras que convergen a la ciudad, en sus bulevares y principales calles, más de nochecita para ocultar la mordida. 

Retenes por doquier, retenes que son ilegales según nuestra Constitución, dizque en operativo de seguridad navideña. La única “seguridad” es la prepotencia, la altanería policiaca. El robo descarado. Y a qué autoridad denuncias que fuiste asaltado por la autoridad a la que vas a denunciar.

Patrullas perronas, despojándolos de sus dineros, por el enorme pecado de ser extranjeros en su propia tierra, por manejar camionetas y carros gringos, sin legalización. 

Hombres y mujeres emigran de la sierra, de la ciudad, abandonan familias, hogar, al campo de sus ancestros, a  buscarse el futuro, un futuro que ni soñándolo tendrían en Durango, con los salarios esclavizados, pero sobre todo con la corrupción de los gobiernos priístas y panistas que hemos sufrido y que actualmente Esteban Villegas y Antonio Ochoa Rodríguez, la pareja diabólica, gobernador y alcalde, juntos en la corrupción, juntos en saqueos y “juntos y tomados de la manita sudada” llevando a la ruina a nuestro estado, entre chuleadas, préstamos, nombramientos nepotistas y una absoluta inmunidad.

Por fin, el chulo enculeador podrá poner en acciones sus rentadas camionetas perronas, alquiladas en sórdidas y oscuras negociaciones que hizo el alcalde.

Toñín ya soltó a sus “perronas” a morder sin piedad, a parar a cualquier carro que entre a la ciudad con placas americanas. A morder a diestra y siniestra, para engrosar las arcas municipales de finanzas. Toñín necesita billete, recaudación para su super aguinaldo y para las super posadas que hará, muy al estilo de sus bacanales.