Los muertos

Cultura16 de octubre de 2023 ALEJANDRO PARRAL PARRAL

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¡Ah cómo duele! Te vi acariciando tu piel, perdido en el inmenso mar de tus pensamientos. Quien diría que esa sería la última vez que te vería compartiendo latidos y respiraciones conmigo. Unas cuantas horas después te veía perdido, quieto como si estuvieras dormido, yo quería correr a despertarte o en el mejor de los casos poder dormir contigo, estar en paz o por lo menos eso me gustaba pensar para consolar a mi envidiosa alma.

Tuve que sollozar en soledad junto al recuerdo de tus bromas que me hacían molestar, pero dentro de todo me daban algo de paz, tuve que buscar consuelo en gente que no me quería escuchar. No los culpo, no es algo fácil lidiar con las lamentaciones de un muerto en la vida real. Fingía que podía cuando realmente me quería derrumbar en las telas de pena; lloraba y lloraba pero eso no regó mi tempestad.

¿Vivir? No podía estar aquí más sin estructurar una fantasiosa realidad que me relajaba y me daba que pensar, no te pude perdonar, ¿era más fácil morir que afrontar? No creo que no tuvieras amor, comprensión o por lo menos un poco de compasión. Egoísta de lo peor, desolándome sin un adiós, te fuiste y me alegro de que no fue por mí o por falta de preocupación; insolente, mal vivido y putrefacción sin objeción, adiós.

Ya pasó, tuve que despedirme de ti y de tu corazón, recibo tus abrazos a través del viento, agacho mi basta y eufórica voluntad. Ya no se podrá hacer nada más que empezar a vivir en mi realidad de la cual soy un prisionero feliz.

Ya estoy bien y pude conseguir mi paz otra vez, solo mis recuerdos te conmemoran y aunque no deje de extrañarte te celebro viviendo por los dos, algún día te veré y podremos acabar miles bromas más. Hasta pronto.

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