El ridículo tan ridículo del ex carnal Marcelo

Marcelo Ebrard hace el peor ridículo en la política mexicana, en toda la historia del México moderno. Aferrarse a su mitomanía de creerse el líder que necesitamos y quiere ser presidente del país, coste lo que coste, se lleve a quien se lleve. Quizá hasta promover un golpe de Estado, aliarse con los gringos y con los buitres de los conservadores.

Marcelo Se destruye por soberbia. Por capricho, destruye sus logros, su prestigio. Ha traicionado su palabra, dada y por escrita. Ya es un paria.

Sus asesores no le abren los ojos a su real condición. Marcelo no es López Obrador. Marcelo no es pueblo. Marcelo es un burócrata de medio pelo, afín a la clase media, consentido de los medios corporativos. Sin arrastre popular. 

Marcelo no es Claudia. Nuestra futura Presidenta lo destrozó en las encuestas, con una abismal diferencia de 14 puntos. Más claro y contundente no puede ser.

Es una realidad que no podrá cambiar, por más amenazas, caprichos, que haga y diga. Por más organizaciones civiles que crea, por más libros que escriba.

Marcelo no será Presidente, no tiene el respaldo de la mayoría de los mexicanos. Marcelo ha caído de la gracia del pueblo, por cobarde y traidor, solo un puñado lo apoyan, mismos que huirán cuando el barco llamado Marcelo haga agua y vaya dando lástimas, tocando puertas que antes repudió.  

Marcelo va en un solitario y amargo camino al exilio político. Esta vez no tendrá un López Obrador que lo rescate. Marcelo le da la espalda al presidente, al partido y lo más triste, le da la espalda al proyecto de la cuarta transformación, al país, por su desmedida ambición de convertirse en un César americano.

Es un camino que solamente él camina, acompañado de millones de inexistentes votantes. Exige el recuento de las encuestas. Amenaza de que no ser atendido, se ira de Morena. Que se vaya, ancha es la puerta. Nadie es indispensable. Nadie lo va a extrañar. Eso sí, jamás olvidaremos su traición.

Macelo exige la revisión de las reglas que él mismo impuso, se le olvida que por escrito y firma por delante, aceptó las reglas del juego.

¿Qué clase de presidente tendríamos con un hombre así, sin palara, sin seriedad, sin honor? se convierte en otra ridícula botarga como Xóchitl.

Encaprichado con ser presidente de México, cueste lo que cueste, así tenga que denunciar a López Obrador como dictador. Levantar un acta en la comisión de niños maltratados, chipiles y berrinchudos.

Amenaza con irse de Morena si no le cumplen sus caprichos. Es una lástima que desperdicie su ya poco prestigio en tales pendejadas. Trate de hacerse la víctima, el robado. Es un desperdicio que por su magnífica labor como canciller no sea recordado, y sí, su papel de traidor.

Marcelo ha jurado por Salinas de Gortari, su guía espiritual, que él va a estar en las boletas el año que viene, como candidato a la presidencia, le quedan dos opciones, ser candidato de Movimiento Ciudadano o ser candidato del Prian, en sustitución de Xóchitl. Cualquiera será su suicidio político. Marcelo esta fuera de Morena desde el siete de septiembre, de manera no oficial.

Cualquiera que elija será su muerte política, el fin de su carrera de político profesional por más de cuarenta años.

En el gobierno de nuestra próxima presidenta Claudia, se va convertir en un amargado y resentido, en un feroz opositor de la cuarta transformación, en el judas por excelencia y en la más clara referencia de como la ambición y soberbia destruyen a un buen hombre.