Cuento / 1a. parte
¿Algo bueno qué hacer?, veo caras deformadas, cansadas, algo más que desahuciadas, pero no es tan distinto a mí, me veo y parezco el principio de un simple fin, aturdido por la rutina pensando que lo que hago hará alguna diferencia, cuando ni siquiera a alguien de su cama puedo sacar, gente creyéndose superiormente moral, por no tomar o fumar, ¡por favor!, esa gente es la misma que no le da importancia a su realidad, deja hijos, hermanos, madres sin amor.
Pero qué más da si el principal testarudo animal soy yo, criticando sin aportar alguna mejoría, diciendo, pero no haciendo, -¿escribo para dar gusto?- no es para mejorar, yo sé que soy alguien que se complica sin alguna razón y qué más da si somos simples larvas pegadas a una gran manzana que después alguien más comerá.
¿Qué más da si me complico en la brevedad?, no importa si vivo o muero, ¿qué más da si me explico o les doy razón?, al final del día jamás habrá paz y redundantemente es lo que buscarán, con caras de inocentes y manos con cuchillos afilados esperando asaltar a los más indefensos, sus bocas se transforman en ríos de mentiras y bocados de inocentes.
Yo jamás quise estar en esta selección a la que llaman humanidad moral, pero sin embargo no me queda de otra, toca ser otro infelizmente feliz hombre, que ama dormir, pero odia trabajar, dándose falsas ideas, pensando en lo más imposible, soñando despierto mientras imagino cómo es vivir la vida que veo pasar frente a mis ojos y mientras trato de entender cómo amar a la gente que ya no me ama, porque siempre será más fácil no afrontar y pensar que lo hago bien por los demás en lugar de disfrutar y dejar de agonizar y lamentar pensando en que saldrá mal.
Amo sin amar y perdón si no supe valorar, pero me gana la pesadez de la moralidad dejándome arrastrar por ella hasta que me deje dormir para volver a recordar cómo es que estoy tan mal queriendo estar bien.
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