Me encerré en mi habitación y me puse a indagar en lo más profundo de mi mente, me puse a dudar si es real que soy bueno en este lugar, actuando como un mendigo y buscando dinero como un ávaro, no sé si es real el decir que estoy bien, problemas van y vienen en mi cuerpo, reflejando algo que me pasa hasta dentro de lo más austero.
En ese encuentro me encontré con una gran adicción a mi soledad, me encanta el sentir esa sustancia en mi alrededor, elixir de alucinación, me fascina la especulación de mi mente con mis absorciones de soledad, encantado de obscuridad dejé que entrara a lo más bajo de mi alma y felicidad, busco algo que me tranquiliza, dudando de mi existencialidad, amando la vaga ambigüedad, nunca encontraré cómo amar bajo esta dualidad.
No pude resistir más, pensamientos ambiguos y sin sentido me arruinaban, veía la salida más cobarde como una solución, me veía en la orilla del abismo, amaba la ruina, mi poca sorpresa al hacerlo fue algo no grato, mi cuerpo me odiaba, me rechazaba, me dejaba de ayudar y un día llegó, la poca adulación me asechó, por fin, por fin acabó.
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